Test: ¿eres capaz de salir de tu zona de confort?

Atreverse a asumir riesgos tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Contesta con sinceridad y descubre qué tal te sienta salir de tu zona de confort.
Zona de confort

El miedo al cambio es un sentimiento muy común: salir de nuestro mundo conocido implica asumir riesgos: quizás lo que nos encontremos sea mejor, quizá igual, quizás, simplemente, distinto. En los últimos años se ha popularizado el término: “zona de confort”, un concepto que, sin embargo, no es nuevo, y fue acuñado a principios del siglo XX. La zona de confort se refiere a ese espacio (que no tiene por qué ser físico, sino más bien un conjunto de circunstancias que incluyen nuestra forma de pensar, nuestras rutinas, nuestras compañías…) que nos hemos construido alrededor y funciona como una especia de “cordón de seguridad” en el que nos sentimos cómodos pero que, a su vez, puede impedirnos evolucionar y crecer.

La zona de confort se relaciona a su vez con la ley de Yerkes-Dodson, que relaciona nuestro nivel de rendimiento con nuestro estado de excitación fisiológica y mental. Según esta ley psicológica, el rendimiento óptimo se alcanza con un cierto grado de excitación o estrés mental. Una vez alcanzado, un mayor aumento en la excitación hace que el rendimiento vuelva a disminuir. En otras palabras, salir de ese espacio de confort en el que estamos cómodos pero, en cierto modo, adormecidos, y experimentar la subida de adrenalina que nos provoca una situación nueva es motivador, pero un exceso de estrés provoca el efecto contrario.

Hay muchos tipos de personas: algunas necesitan cambios continuos en su vida, las rutinas les aburren, y son muy capaces de adaptarse a las situaciones nuevas. Otras, por el contrario, necesitan más estabilidad y funcionan mejor con una rutina establecida. ¿En qué lado de la balanza te encuentras tú? Contesta con sinceridad a estas preguntas y sabrás hasta qué punto eres capaz de actuar como una persona echada para adelante.

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  • Elena Sanz