La historia de Lilly Reich ilustra cómo el talento de una mujer excepcional se relegó en la narrativa oficial de la arquitectura moderna hasta época reciente. Formada en el seno del Werkbund alemán, Reich fue pionera en la creación de arquitecturas efímeras, diseño de interiores y mobiliario, áreas en las que se consolidó como una figura clave del diseño en la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, a medida que estrechaba su colaboración con Ludwig Mies van der Rohe, su nombre comenzó a desaparecer de los discursos de la crítica hasta casi quedar borrado.
El reciente artículo académico "Mapping Lilly Reich", firmado por Laura Lizondo-Sevilla y Débora Domingo-Calabuig, ofrece una cartografía detallada de su vida y trayectoria. La investigación reconstruye el legado de Reich desde sus inicios como diseñadora independiente hasta el papel que jugó en algunos de los proyectos más icónicos del Movimiento Moderno.

Una formación sólida en el Berlín de comienzos del siglo XX
Lilly Reich nació en Berlín en junio de 1885. Hija de un ingeniero de Siemens, creció en un ambiente culto y privilegiado, lo que le permitió acceder a una buena educación. Tras sus estudios en Viena en la Wiener Werkstätte y en la escuela de Else Oppler-Legband, Reich abrazó las enseñanzas de Josef Hoffmann y Peter Behrens y se decantó tanto por un diseño lineal y sin ornamentos como por una comprensión rigurosa de los materiales.
Así, en 1911 abrió su propio taller en Berlín, donde realizó encargos como el diseño del mobiliario del Centro Juvenil de Charlottenburg. La crítica especializada elogió aquella primera obra por su austeridad y elegancia. Un año después, Lilly Reich participó en la exposición La mujer en casa y en el trabajo (1912), donde presentó un apartamento obrero que se había concebido desde la simplicidad y la economía. Aunque recibió valoraciones positivas en la prensa, también despertó ataques prejuiciosos que cuestionaban la capacidad de las mujeres para ejercer la arquitectura.
A pesar de las polémicas, en ese mismo año ingresó en la Deutsche Werkbund, la Agrupación Alemana de Artesanos. Este cambio la situó en el epicentro de la renovación estética y funcional de las artes aplicadas. Allí, destacó por sus montajes de escaparates y exposiciones, un camino hacia la arquitectura efímera que sería decisivo en su trayectoria.

Ascenso profesional y reconocimiento internacional
Durante la década de 1910 y los primeros años de 1920, Reich acumuló una experiencia notable en interiorismo, el diseño de mobiliario y la creación de exposiciones. Además de ser nombrada directora de la sección de moda en el Werkbund, en 1920 se convirtió en la primera mujer en formar parte de su junta directiva. Su capacidad para combinar artesanía e industria la convirtió en una voz autorizada en el debate sobre el papel del diseño en la modernidad.
Uno de sus proyectos más ambiciosos fue la exposición De la fibra al tejido (1926), organizada en la Feria Internacional de Frankfurt. Reich diseñó un montaje innovador en el que los materiales, la maquinaria y los productos se integraban en un recorrido libre y continuo. La prensa la elogió por su “ejemplar objetividad” y por ofrecer una aproximación novedosa que mostraba la producción industrial como experiencia espacial.
Este prestigio, sin embargo, marcaría el inicio de una nueva etapa: la de su colaboración con Mies van der Rohe.

Encuentro con Mies: el inicio de una relación profesional y personal
Reich y Mies se conocieron en 1924, cuando ambos formaban parte del Werkbund. Dos años más tarde, tras el éxito en Frankfurt, Mies —recién nombrado vicepresidente de la institución— recurrió a Reich para organizar la exposición Die Wohnung (La vivienda), celebrada en Stuttgart en 1927.
En aquella muestra, Mies se encargó de la planificación urbana y arquitectónica, mientras que Reich asumió el diseño de interiores y de varias salas industriales. Fue la única participante mujer en diseñar un apartamento completo, donde desplegó un lenguaje moderno, funcional y flexible. Asimismo, juntos crearon el mobiliario tubular que se exhibió en Stuttgart. Aunque las iniciales “MR” consagraron el nombre de Mies, las piezas eran fruto de una estrecha colaboración entre ambos. Aunque la crítica reconoció entonces el talento de Reich, su visibilidad comenzó a menguar en cuanto su firma apareció junto a la de Mies.

Colaboraciones decisivas: de Stuttgart a Barcelona y Brno
La asociación entre ambos produjo algunos de los proyectos más emblemáticos de la arquitectura moderna. En el Velvet and Silk Café (1927), por ejemplo, Reich concibió un espacio de telas suspendidas que lograban desdibujar los límites arquitectónicos en un ejercicio de abstracción y sensualidad. Sin embargo, su autoría rara vez se mencionó en la prensa.
En la Exposición Internacional de Barcelona (1929), por su parte, Reich fue responsable de los montajes industriales alemanes y participó en el diseño del célebre Pabellón Alemán. También intervino en la concepción del mobiliario, incluida la icónica “silla Barcelona”. A pesar de ello, su nombre casi desapareció de los registros oficiales e incluso la relegaron a la categoría de decoradora en algunos documentos.
Algo similar ocurrió con la Casa Tugendhat (1928-1931) en Brno. Aunque Reich diseñó los interiores, los textiles y el mobiliario, la crítica internacional solo atribuyó el proyecto a Mies. Ni siquiera revistas de prestigio como L’Architecture d’Aujourd’hui ni De 8 en Opbouw mencionaron su autoría.

Docencia y últimos trabajos junto a Mies
En 1932, Reich fue nombrada directora del taller de tejidos y diseño interior en la Bauhaus, bajo la dirección de Mies. Su paso por la institución, sin embargo, fue breve, ya que la llegada del nazismo forzó el cierre de la escuela y limitó severamente la práctica de la arquitectura moderna en Alemania.
Durante esos años, Reich continuó trabajando, aunque muchos de sus diseños permanecieron inéditos o se atribuyeron a terceros. Cuando Mies emigró a Estados Unidos en 1938, Reich permaneció en Berlín, gestionando desde la distancia los asuntos de su antiguo socio.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Lilly Reich intentó retomar su independencia profesional, fundando un nuevo estudio en Berlín y colaborando en proyectos de reconstrucción. En 1947, poco antes de su muerte, la prensa alemana reconoció su labor por la elegancia y claridad de diseño de sus creaciones. Falleció el 11 de diciembre de ese mismo año.

Olvido y lenta recuperación de su legado
La muerte de Reich coincidió con una etapa de consagración internacional de Mies en Estados Unidos. Mientras él se convertía en referente indiscutible del Estilo Internacional, el nombre de su colaboradora desaparecía de la historiografía. Durante décadas, apenas se la citó y, cuando se hizo, figuró como “diseñadora de muebles” o “asistente” de Mies. No fue hasta los años ochenta, gracias al trabajo de investigadoras como Sonja Günther, Elaine Hochman o Matilda McQuaid, cuando su figura comenzó a recuperarse.
La trayectoria de Lilly Reich refleja una doble injusticia: la de una mujer relegada por una cultura arquitectónica dominada por hombres y la de una creadora cuya autoría se diluyó bajo la sombra de su célebre socio. Hoy, investigaciones como las de Laura Lizondo-Sevilla y Débora Domingo-Calabuig permiten trazar una biografía lineal y coherente, en la que Reich aparece no como discípula o colaboradora secundaria, sino como una de las grandes protagonistas de la modernidad arquitectónica.
Referencias
- Lizondo-Sevilla, Laura y Débora Domingo-Calabuig. 2025. "Mapping Lilly Reich". Arte, Individuo y Sociedad, 37.1: 85. DOI: https://dx.doi.org/10.5209/aris.96371