Actualmente, la diversidad del ser humano es desbordante. Presenta una gama extensa de tonos de piel, ojos, cabello y otros rasgos. Hay personas cuyo pelo es completamente liso, y otras que lo tienen con un rizo extremadamente cerrado, pasando también por todo tipo de formas intermedias. Hay grupos humanos cuya estatura media apenas alcanza el metro y medio, y otros que casi llegan a los dos metros. Incluso hay rasgos faciales distintos entre poblaciones humanas. Si hay algo cierto es que la humanidad es diversa.

La diversidad humana
Distintos rasgos, distintos aspectos, como los ojos verdes o azules, o cabellos claros, lisos y ondulados, tienen su origen en mutaciones relativamente recientes que se han fijado en determinadas poblaciones.
Otros rasgos anatómicos tienen su origen en el neanderthal o el denisoviano, humanos prehistóricos oriundos respectivamente de Europa y Siberia, distintos de Homo sapiens, originario de África, con los que hubo cierto nivel de hibridación antes de su extinción, y cuyos genes aún perduran en algunos grupos humanos. Prácticamente todas las poblaciones del mundo, excepto las originarias del África subsahariana, presentan entre un 3 y un 5 % de ADN neanderthal, y las poblaciones del Sudeste Asiático, Oceanía, y las nativas americanas también presentan una pequeña proporción de ADN denisoviano.
Desde que los primeros miembros de la especie Homo sapiens salieron de África, hace unos 100 000 años, ha colonizado nuevos territorios completamente distintos a aquellos donde la especie se originó. Distintas adaptaciones fueron más o menos adecuadas en distintos entornos, de modo que las mutaciones, los préstamos genéticos y la selección natural produjeron la amplia variedad de formas y colores actual.
El cambio en el color de piel fue uno de los más recurrentes; con el paso de los milenios, cada vez que los humanos migraban a latitudes más altas, su piel se aclaraba: con menos melanina se produce más fácilmente vitamina D en entornos con poca intensidad solar. Y cada vez que volvían a migrar a zonas más ecuatoriales, su piel volvía a oscurecerse: más melanina protege las células de las mutaciones causadas por la excesiva radiación ultravioleta del sol.

Rastreando al humano primordial
La diversidad actual no fue, por lo tanto, constante en el pasado. Muchos de los rasgos que hoy consideramos comunes no tienen más de unos pocos milenios, un suspiro en los más de dos mil siglos que tiene el ser humano moderno, tomado como especie Homo sapiens. En el pasado, hace más de 100 000 años, antes de que la humanidad saliera de África para encontrarse con los neanderthales europeos, su aspecto era mucho más homogéneo.
El grupo de seres humanos del que desciende toda la humanidad habitó en África Subsahariana hace entre 150 000 y 200 000 años. Era de proporciones esbeltas, aunque de estatura relativamente baja para los estándares de la actualidad; su piel y ojos eran oscuros, y su pelo era negro y rizado. Para la genetista Sarah A. Tishkoff, de la Universidad de Maryland, y su equipo, el grupo humano actual que más conserva los rasgos de los Homo sapiens ancestrales es el conformado por los pueblos Khoikhoi y San.
El misterio del pelo rizado, resuelto
Que la mayor densidad de cabello se encuentre en la cabeza se explica a partir del desarrollo de la postura bípeda. Al caminar erguidos sobre dos patas, la cabeza es, al fin y al cabo, la zona del cuerpo más expuesta a la radiación solar, y una cobertura de pelo puede actuar como método de protección para evitar problemas relacionados con la insolación.
Sin embargo, así como el color de la piel tiene una explicación evolutiva directa muy fácil de comprender, los cambios de la textura del cabello no tienen una causa directa tan sencilla. Un grupo de investigación liderado por la antropóloga Tina Lasisi, de la Universidad Estatal de Pensilvania, ha tratado de dar respuesta a esa intrigante pregunta.

En su estudio, publicado recientemente en la prestigiosa revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores demuestran el papel de la textura del cabello como adaptación evolutiva a la termorregulación, como forma de minimizar la ganancia de calor por el sol.
Los investigadores colocaron distintos tipos de pelucas en maniquís térmicos, y para diferentes velocidades del viento, para examinar esa hipótesis termorreguladora, analizando los flujos de calor que se dan por convección, radiación y evaporación, hacia y desde el cuero cabelludo, según la morfología del cabello.
Los resultados han sido contundentes. Encontraron pruebas de una reducción en el efecto de la radiación solar sobre el cuero cabelludo en presencia de cabello, reduciéndose en su caso la necesidad de sudor necesaria para equilibrar el calor solar entrante. El mayor efecto, como era de esperar, se observó en el cabello más densamente rizado, que es el que ofrece la mayor protección contra la ganancia de calor de la radiación solar.
Así pues, de forma similar al color de la piel, cabellos muy rizados protegen más contra el calor extremo y contra la insolación, mientras que cabellos más lacios permiten una entrada mayor de calor, óptimo en latitudes con menor intensidad solar.
En el cálido entorno ecuatorial de donde la humanidad procede, el sol incide con mucha fuerza, y a plomo. Allí, el cabello densamente rizado como el que presentan, efectivamente, los San y los Khoikhoi, se convierte en una ventaja adaptativa más.
Referencias:
- Lasisi, T. et al. 2023. Human scalp hair as a thermoregulatory adaptation. Proceedings of the National Academy of Sciences, 120(24), e2301760120. DOI: 10.1073/pnas.2301760120
- Tishkoff, S. A. et al. 2007. History of Click-Speaking Populations of Africa Inferred from mtDNA and Y Chromosome Genetic Variation. Molecular Biology and Evolution, 24(10), 2180-2195. DOI: 10.1093/molbev/msm155