Esto es lo que una comida alta en grasas le hace a un cerebro sano en solo 4 horas

Un nuevo estudio revela que incluso en personas jóvenes y saludables, una comida abundante en grasas puede deteriorar en pocas horas la función de los vasos sanguíneos y reducir la capacidad del cerebro para regular su flujo sanguíneo.
Esto es lo que una comida alta en grasas le hace a un cerebro sano en solo 4 horas
Un batido con mucha grasa basta para alterar tu circulación cerebral, según científicos. Representación artística. Fuente: Sora / Edgary R.

La escena es sencilla: 41 hombres, todos sanos, se sientan a desayunar una bebida espesa de nata, azúcar y cacao. Nada extraordinario… salvo que esa mezcla contenía 130 gramos de grasa. Cuatro horas después, los investigadores ya estaban viendo cambios significativos en su sistema circulatorio y en la forma en que el cerebro manejaba el flujo de sangre.

En el laboratorio de la Universidad de South Wales, se realizó el experimento que parecía inofensivo. El objetivo no era saciar el apetito, sino reproducir un escenario común: una comida rica en grasas capaz de elevar rápidamente los lípidos en sangre. Este fenómeno, conocido como hiperlipidemia posprandial, puede durar hasta ocho horas y ha sido relacionado con el deterioro de la función vascular.

Para comprobarlo, los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: 20 jóvenes con una media de 24 años y 21 mayores con una media de 67 años. Todos estaban libres de enfermedades cardiovasculares, no fumaban y mantenían una condición física por encima de la media. Las mediciones se realizaron después de un ayuno nocturno y se repitieron cuatro horas después de ingerir la bebida, coincidiendo con el pico de triglicéridos en sangre. El diseño permitía observar, casi en tiempo real, cómo reaccionaban el sistema circulatorio y el cerebro tras un atracón de grasa.

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Una comida muy grasa puede alterar tu salud cerebral y vascular en solo 4 horas. Representación artística. Fuente: Sora / Edgary R.

Lo que ocurre en la sangre tras una comida muy grasa

El análisis de sangre confirmó un patrón claro: tras el batido, los niveles de triglicéridos se duplicaron o incluso triplicaron en algunos casos, pasando de valores medios de 0,88 mmol/L a 2,26 mmol/L en los jóvenes, y de 1,39 mmol/L a 2,92 mmol/L en los mayores.

También aumentaron la glucosa y la insulina, lo que refleja un esfuerzo metabólico considerable para procesar la carga energética. Estos cambios se produjeron en ambos grupos, sin importar la edad, y son indicativos de un estrés temporal en el metabolismo.

Pero el cambio más preocupante no estaba en los números de laboratorio, sino en la respuesta de los vasos sanguíneos. La dilatación mediada por flujo (FMD) —una medida clave de la flexibilidad y salud de las arterias— se redujo tras la comida. En términos prácticos, las arterias se mostraron menos capaces de expandirse para aumentar el flujo sanguíneo, algo esencial cuando los tejidos requieren más oxígeno y nutrientes.

Esta disminución, aunque transitoria, es un signo temprano de disfunción endotelial, un estado que, si se repite de forma crónica, eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares. El hecho de que ocurra después de una sola comida subraya lo rápido que el cuerpo reacciona ante un exceso de grasa.

El cerebro también sufre el efecto inmediato

El estudio no se limitó a evaluar el corazón y las arterias principales: también analizó cómo el cerebro maneja los cambios en la presión arterial mediante un mecanismo conocido como autorregulación cerebral dinámica (dCA). Esta función es esencial para mantener estable el flujo de sangre al cerebro, incluso cuando la presión arterial fluctúa, como al ponerse de pie o agacharse.

Cuatro horas después de la comida, los resultados mostraron un deterioro de la dCA tanto en jóvenes como en mayores, aunque más pronunciado en estos últimos.

Además, el índice de pulsatilidad (PI), que mide la resistencia dentro de los vasos cerebrales, aumentó significativamente. Este incremento implica que la sangre fluye con más fuerza contra las paredes vasculares, lo que a la larga puede contribuir al desgaste de las arterias cerebrales.

En los mayores, se encontró una correlación directa entre el aumento de triglicéridos y el incremento del PI, lo que sugiere que el exceso de grasas en sangre podría afectar más a un cerebro envejecido. La combinación de un flujo menos regulado y mayor resistencia interna crea un escenario que, con el tiempo, podría aumentar el riesgo de ictus y deterioro cognitivo.

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Los mayores son más vulnerables al daño vascular que provoca la grasa saturada. Fuente: iStock (composición).

El envejecimiento amplifica el riesgo

Los hombres mayores no solo partían de una situación más vulnerable —con menor velocidad de flujo en la arteria cerebral media y menor aporte de oxígeno y glucosa al cerebro—, sino que además mostraron cambios más marcados en la respuesta cerebral tras la comida.

La ganancia de flujo cerebral, un indicador de cómo responde el cerebro a variaciones de presión, aumentó de forma significativa después del batido en este grupo, señal de que la regulación se volvió más “pasiva” y menos eficiente.

Este deterioro ocurre sobre un terreno ya afectado por el envejecimiento: los mayores presentaban índices más altos de resistencia vascular cerebral y menor conductancia desde el inicio.

Sumado a los picos de triglicéridos, glucosa e insulina, el efecto combinado podría acelerar problemas que en la vida diaria no dan síntomas inmediatos, pero que a largo plazo pueden manifestarse como episodios de isquemia o pérdida de memoria. El hallazgo es claro: la edad no solo aumenta la vulnerabilidad a la grasa, sino que intensifica sus efectos en el cerebro.

El papel clave de las grasas saturadas

La bebida utilizada en el estudio no fue elegida al azar. Estaba compuesta en su mayoría por grasas saturadas, el tipo de grasa que se encuentra en mantequilla, carnes procesadas y lácteos enteros.

Estas grasas son conocidas por provocar, incluso en el corto plazo, estrés oxidativo e inflamación, reduciendo la disponibilidad de óxido nítrico, una molécula fundamental para que los vasos sanguíneos se dilaten adecuadamente.

A diferencia de las grasas poliinsaturadas —presentes en pescados, frutos secos y algunos aceites vegetales—, las saturadas tienen un impacto más agresivo sobre la salud vascular.

El estudio no evaluó qué pasaría con una comida rica en grasas “buenas”, pero investigaciones previas sugieren que estas podrían incluso mejorar la función de los vasos sanguíneos. Sin embargo, el mensaje central aquí es que no todas las grasas son iguales y que, si bien el cuerpo puede manejar dosis ocasionales, una exposición frecuente a saturadas puede desgastar de forma silenciosa el sistema circulatorio y cerebral.

Batido
El cerebro pierde eficiencia para regular su flujo sanguíneo tras un atracón de grasa. Representación artística: Sora / Edgary R.

Una lección para la vida diaria

Puede que después de un desayuno abundante en grasas no sientas nada extraño: ni mareos, ni dolor, ni falta de energía. Sin embargo, este estudio demuestra que en tu interior, tanto las arterias del cuerpo como las del cerebro están funcionando en condiciones menos óptimas durante horas. Para personas con antecedentes de problemas cardiovasculares o neurológicos, estas “ventanas de vulnerabilidad” podrían acumular daño con el tiempo.

Los investigadores advierten que, aunque estos efectos son reversibles a corto plazo, la repetición diaria podría contribuir al deterioro vascular. La recomendación es clara: limitar el consumo de grasas saturadas y optar por una dieta equilibrada que favorezca las grasas saludables, el ejercicio regular y una buena hidratación. Al final, la elección de lo que comes en una sola comida puede influir en cómo tu cerebro y tu corazón se defienden mañana.

Referencias

  • Marley, C. J., Davis, D., Brugniaux, J. V., Tsukamoto, H., Burma, J. S., Smirl, J. D., & Bailey, D. M. (2025). Post-prandial hyperlipidaemia impairs systemic vascular function and dynamic cerebral autoregulation in young and old male adults. The Journal of Nutritional Physiology. doi: 10.1016/j.jnphys.2025.100005

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