Esta es la historia de una mujer que dio a luz a una camada de conejos

A principios del siglo XVIII una joven campesina dio a luz una camada de conejos. Su historia fue la sensación de la época y fue estudiada por más de una docena de médicos. Esta es su historia.
Esta es la historia de una mujer que dio a luz a una camada de conejos

En septiembre de 1726 una noticia alborotó la corte del rey Jorge I: una joven había dado a luz a varios conejos. La supuesta madre se llamaba Mary Toft yvivía en Godalming, una de las zonas más pobres del condado de Surrey, a 50 kilómetros al suroeste de Londres.

Mary (cuyo nombre de soltera era Mary Denyer) era una campesina analfabeta de 25 años que trabajaba en un campo de lúpulo al que llegaba después de ir caminando durante dos horas. Se había casado a los 17 con Joshua Toft, un oficial textil de la industria de la lana, y tenía dos hijos.

Retrato de Mary Toft. Foto: Wikipedia

Pero la historia que la iba a hacer famosa comenzó en agosto de 1726, cuando parecía estar embarazada a pesar de haber tenido un aborto espontáneo apenas un mes antes (la pérdida del feto era algo muy común entre las campesinas embarazadas del siglo XVIII, a quienes se les exigía seguir trabajando en el campo mientras estaban encinta). El 27 de septiembre se puso de parto y fue atendida por su vecina Mary Gill y por su suegra, Ann Toft. Dio a luz varios bultos de carne; era algo que no parecía haber sido humano. La familia llamó al obstetra local, John Howard, que la ayudó a sacar lo que describió como “tres patas de un gato de color atigrado y una pata de conejo: las tripas eran como las de un gato y en ellas había tres piezas de la espalda de una anguila”, según cuenta Fiona Haslam en su libro From Hogarth to Rowlandson: Medicine in Art in Eighteenth-century Britain.

Durante el mes siguiente, Howard afirmó que Mary había “producido” la cabeza de un conejo, las patas de un gato y, en un solo día especialmente productivo, nueve gazapos muertos. Howard envió cartas informando de todo el asunto a algunos de los médicos y científicos más importantes de Inglaterra, e incluyó al secretario del rey.

Caricatura del médico St. André, el médico conejo. Ilustración: Wikipedia

El rey entra en escena

No hay duda que era algo sorprendente y por eso el rey Jorge I envió a investigar a Nathaniel St. André, cirujano anatomista de la corte, y a Samuel Molyneux, astrónomo aficionado y secretario del Príncipe de Gales. Para entonces, la noticia se había extendido como la pólvora y Mary era toda una celebrity local. Para John Howard pudiera tratarla más de cerca la trasladó a su casa, a la cercana Guildford. El 15 de noviembre, St. André y Molyneux llegaron a la casa de Howard con tan buena suerte que Mary estaba en esos momentos de parto de su decimoquinto conejo, detrás del cual vendrían otros más.

Los médicos examinaron los pulmones y otros órganos internos de estos conejos; todo apuntaba a que no se habían desarrollado dentro del útero de Mary. Sin embargo St. André estaba convencido de que estaban ante un caso genuino, una serie de nacimientos sobrenaturales. De regreso a Londres, se llevó algunos conejos para mostrárselos al Rey y al Príncipe de Gales.

El rey británico Jorge I se interesó por el asunto. Foto: Wikipedia

Pero el rey quería estar seguro. Así que envió al cirujano alemán, Cyriacus Ahlers, para investigar a fondo todo el asunto. Ahlers examinó a Mary y aunque fue testigo de varios de nacimientos de conejos, no quedo convencido. Al hacerles una autopsia Ahlers descubrió en el recto restos de maíz, heno y paja, lo que demostraba que no podría haberse desarrollado dentro de Mary. Ahlers informó al rey el 21 de noviembre, y añadió que sospechaba de un engaño orquestado entre Mary Toft y John Howard.

Mientras tanto, St André se había puesto en contacto con Sir Richard Manningham, un eminente médico y tocólogo de la clase alta de Londres, para que atendiera a Mary Toft. Después de observarla y verla dar a luz a lo que a él le pareció una vejiga de cerdo, no quedó muy convencido. Howard y St. André veían que todo iba a estallar ante sus narices así que primero pidieron a Manningham que no hiciera públicas sus sospechas hasta que hubiera pruebas fehacientes de un fraude, y segundo empezaron a preparar una estrategia para salvar su reputación.

Así se “embarazó” Toft

La explicación de Mary Toft sobre sus extraños nacimientos fue que, en abril de ese año, estaba trabajando en el campo y un conejo la asustó. Esa misma noche soñó que estaba en un campo con dos conejos en su regazo, y se despertó con un ataque de ansiedad que duró hasta que llegó la mañana.

Para St André este caso era un claro ejemplo de ‘impresión maternal’, una teoría médica que explicaba la existencia de defectos de nacimiento y trastornos congénitos. La teoría afirmaba que un fuerte estímulo emocional experimentado por una mujer embarazada podría influir en el desarrollo del feto. Por eso se creía que problemas como la depresión o la esquizofrenia eran una manifestación de sentimientos similares en la madre.

Historieta de la época explicando el caso Toft. Foto: Wikipedia

Esta teoría siguió en boga hasta finales del siglo XIX. Un ejemplo de lo famosa que era esta teoría fue el caso de Joseph Merrick (1862-1890), el Hombre Elefante. Joseph escribió en su autobiografía: “Mi madre iba por la calle cuando pasaba un desfile de animales; había una aglomeración terrible de gente para verlos, y lamentablemente la empujaron bajo las patas de un elefante, lo que la asustó mucho; esto ocurrido durante su embarazo y fue la causa de mi deformidad”.

En noviembre St André llevó a Mary Toft a la casa de baños Lacy's Bagnio en Londres, para que varios médicos pudieran examinarla, entre los que estaba James Douglas. St. André quería Douglas validara esos nacimientos sobrenaturales, pero para él todo el asunto era un fraude. Los médicos allí reunidos tenían su opinión dividida. Mary no volvió a “dar a luz” más conejos, pero parecía seguir de parto. Lo más peligroso es que tenía tal infección que la hacía perder el conocimiento.

La confesión

Todo cambió cuando el portero de la casa de baños, un tal señor Lacy, fue sorprendido intentando introducir un conejo en la habitación de Mary Toft. Confesó a Douglas y Manningham que Margaret Toft (la cuñada de Mary) le había pedido que consiguiera el conejo más pequeño que pudiera encontrar. Decididos a conseguir una confesión, Douglas y Manningham la presionaron, peor no conseguían nada. El 7 de diciembre Manningham ideó una argucia: le dijo a Toft que la iba a operar para ver si sus órganos reproductivos no eran normales. Toft confesó. Con la ayuda de un cómplice se colocó partes de animales muertos en la vagina, algo doloroso, difícil y peligroso. Debido a que estos restos de animales probablemente estuvieron escondidos en el cuerpo de Toft durante varias semanas, lo milagroso es que no muriera de una sepsis.

Confesión de Mary Toft. Foto: Wikipedia

¿Por qué Mary se prestó a esta peligrosa artimaña? Karen Harvey, historiadora de la Universidad de Birmingham, no cree que Toft fuera la principal responsable. "Era una mujer joven, extremadamente pobre… Creo que ella simplemente desempeñó el papel protagonista en un fraude orquestado por otras personas". De hecho, en su confesión Toft culpó repetidamente a su marido, su suegra, John Howard y la esposa de un organillero local.

Pero quien lo pasó verdaderamente mal fue la clase médica: los periódicos se lo pasaron en grande ridiculizando a los venerados profesionales médicos. Toft tampoco no escapó al oprobio. El 9 de diciembre fue acusada de “tramposa notoria y vil” y encarcelada durante cuatro meses. Al final, fue liberada sin cargos. Murió el 13 de enero en 1763 y los periódicos de Londres recogieron su obituario como si hubiera muerto un par del reino.

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