El gélido pueblo noruego de Rjukan (Noruega) presenta una característica geográfica única: está ubicado en un valle profundo y estrecho, rodeado por altas montañas. Hasta ahí todo normal, si no fuera porque esas mismas colinas que lo rodean, también impiden la entrada de los rayos de luz del sol durante gran parte del invierno.
Durante meses, los residentes vivían sumidos en una penumbra casi total, enfrentándose a una angustiosa falta de luz natural. Sin embargo, hace ahora algo más de una década, este rincón de Noruega pasó a la historia por una hazaña extraordinaria: ‘atrapar’ la luz del sol en pleno invierno.

La solución a este problema surgió de la mente del visionario Sam Eyde, un ingeniero e industrial noruego. En 1913, Eyde concibió la idea de instalar espejos gigantes en las montañas que circundaban Rjukan para reflejar la luz del sol hacia el pueblo. Este proyecto revolucionario buscaba traer la luz del día a un lugar que estaba prácticamente sumido en una oscuridad invernal.
No obstante, la puesta en marcha de la idea de Eyde no fue tarea fácil. Requirió de ingeniería innovadora y un gran esfuerzo comunitario. Lograron instalar un conjunto de espejos, conocido como “Los Espejos de Rjukan”, en la ladera de la montaña al sur del pueblo. Estos espejos eran controlados mecánicamente para seguir el movimiento del sol y reflejar su luz hacia la plaza del pueblo.

Así, la espera llegó a su fin el 3 de febrero de 2013. Y es que, al fin, los tenues rayos de sol del invierno llegaban por primera vez a la plaza del mercado de la ciudad, gracias a aquel trío de espejos gigantes colocados en las montañas.
Aquello fue todo un acontecimiento para los lugareños. Pese a que no fue como si recibiera la luz directa del sol, las imágenes de televisión mostraron en aquel momento que el centro de la abarrotada plaza conseguía iluminarse, al menos en parte.
Los residentes reconocían que el efecto era notable. “Antes, cuando hacía buen día, veías que el cielo estaba azul y sabías que el sol brillaba. Pero no se veía del todo. Era muy frustrante”, señalaba Karin Roe, de la oficina de turismo local, a la agencia de noticias Associated Press. “Esto parece acogedor. Cuando entre semana no haya tiempo para llegar a la cima de las montañas, será estupendo salir una hora y sentir este calor en la cara”, expresaba.
Naturalmente, la llegada de la luz solar mejoró el bienestar de Rjukan. Además, este acontecimiento atrajo la atención de turistas y consiguió revitalizar la economía local, convirtiendo a Rjukan en un símbolo de innovación y creatividad.

Y aunque el proyecto de los espejos fue un éxito, también se ha tenido que enfrentar a las críticas. Algunos detractores apuntaron a que la solución había sido costosa y que la energía utilizada para mover los espejos contrarrestaba los beneficios. Sin embargo, para muchos residentes, la experiencia de tener luz solar en invierno justificaba los esfuerzos.
Con el paso de los años, el pueblo ha explorado opciones de energía renovable, incluida la hidroeléctrica, aprovechando los recursos naturales de la región para impulsar la sostenibilidad y reducir su huella de carbono.

Una ingeniosa solución
El plan para iluminar Rjukan fue ideado hace 100 años por el industrial noruego Sam Eyde, que construyó la ciudad para proporcionar trabajadores a una central hidroeléctrica que situó al pie de una cascada cercana.
El renombrado ingeniero nunca vio su plan hecho realidad, pero su planta y la ciudad que fundó (Telemark) se ganaron un cariño especial en el imaginario de Noruega por ser el lugar de la escapada bélica más famosa del país durante la Segunda Guerra Mundial.

La idea, que tiene un siglo de antigüedad, fue retomada en 2005 por Martin Andersen, artista y vecino de la ciudad, que ayudó a recaudar el dinero de los patrocinadores. La mayor parte procede de Norsk Hydro, la empresa fundada por Sam Eyde.
Conviene señalar que la temperatura de invierno en Rjukan es bastante fría no solo por su ubicación en una región montañosa sino también por su proximidad a latitudes septentrionales. Rjukan experimenta inviernos típicos de clima subártico, con temperaturas que a menudo se sitúan bajo cero.
En invierno, las temperaturas medias suelen oscilar entre -5 °C y 0 °C (23 °F a 32 °F). Sin embargo, es común que haya fluctuaciones, y las noches frías pueden descender los termómetros aún más, especialmente durante enero y febrero, que son los meses más fríos. Además, la geografía de Rjukan, con sus montañas circundantes, también influye en las condiciones climáticas, creando microclimas en diferentes partes del valle.
Referencias:
- Enciclopaedia Britannica
- VV.AA. ‘Geografía universal’. Salvat (2001)