En estos momentos la lista de fármacos más vendidos a nivel mundial la encabezan un tratamiento frente a la infección por el virus de la hepatitis C, fármacos inmunosupresores que ayudan al control de enfermedades reumatológicas, tratamientos para combatir la diabetes y la hipercolesterolemia.
En nuestro país los fármacos con más demanda a día de hoy son los analgésicos, seguidos de los ansiolíticos y los antihipertensivos. Pero si tuviéramos que viajar a la luna, ¿qué fármaco nos llevaríamos? Esa fue la tesitura a la que se enfrentó la NASA en 1969.

En el siglo XIX aparecen los fármacos sintéticos
De entrada, hay que señalar que la palabra fármaco proviene del griego phármakon, un vocablo con el que inicialmente se englobaban tanto a medicamentos como a venenos. Si echamos la vista atrás y tratamos de descubrir cuál fue el primer fármaco de la historia nos resulta verdaderamente complicado, ya que la farmacología es tan antigua como la propia humanidad.
Entre los primeros se encuentra el ma huang, un remedio de origen natural que se utilizaba en China hace más de 5.000 años y cuyo principio activo era la efedrina, una sustancia que se emplea para combatir el resfriado y las alergias.
Si damos un paso de gigantes y nos adentramos en el mundo de los medicamentos sintéticos el escenario cambia totalmente. El alumbramiento se produce en el siglo XIX, concretamente en 1828 cuando el teutón Frieedrich Wölher consiguió producir urea –la primera síntesis orgánica- calentando un compuesto inorgánico, el cianato de amonio.
No mucho tiempo después –en 1885- la empresa farmacéutica Bayer, originaria de Leverkusen (Alemania) comenzó la fabricación de acetofenidina, un medicamento que con el paso del tiempo derivaría en el paracetamol que todos conocemos.
El segundo medicamento que lanzó esta empresa farmacéutica fue el ácido acetilsalicílico –descubierto por Félix Hoffman (1868-1946)- que fue comercializado con el nombre de aspirina (1897). La marca fue registrada por vez primera en Alemania el 6 de marzo de 1899.
Una sustancia milenaria
En sus inicios la aspirina se vendía únicamente en forma de polvo, pero la empresa Bayer no tardó en comercializarla en comprimidos y convertirse en muy poco tiempo en el primer fármaco de consumo masivo.
Desde el punto de vista etimológico, el vocablo “aspirina” hace relación al acetilo (a), la planta de la que procede (Spirae) y al sufijo que se utilizaba en aquellos momentos para referirse a las drogas (in).
Desde su comercialización la aspirina ha aliviado la inflamación, el dolor y la fiebre de millones de personas en todo el mundo, si bien durante más de medio siglo nadie supo cómo funcionaba este medicamento.
A pesar de que esta sustancia surgió en el siglo XIX en una tabla sumeria de hace más de cuatro mil años el sauce, la planta en la que se encuentra de forma natural, aparece en una lista de fármacos de origen vegetal.
Mucho tiempo después en el papiro de Ebers se recoge tanto el sauce como el mirto, otra planta con elevado contenido de salicilato para combatir enfermedades. Más próximo a nosotros, en los textos hipocráticos –siglo V. a. de C.- se menciona el uso de un brebaje –té salicílico- que se obtenía de la corteza y de las hojas de un tipo de sauce (Salix latinum) que se empleaba para aliviar la fiebre y el dolor.
En cualquier caso, el punto de inflexión de esta sustancia llegó en 1763 cuando en una reunión de la Royal Society se describe el poder curativo del extracto de corteza de sauce para combatir la fiebre y el dolor de las fiebres palúdicas.
Pero no sería hasta el siglo XIX cuando los químicos se enfrascaron en la ardua tarea de aislar y purificar los componentes de la corteza de sauce. En 1829 el químico Henry Leroux desarrolló un método para extraer la salicina y ocho años después el italiano Raffaele Piria descubrió la forma de conseguir un ácido más potente (ácido salicílico). El paso definitivo se daría en 1853 el químico Charles Fréderic Gerhardt combinó cloruro de acetilo con salicilato de sodio para producir por vez primera el ácido acetilsalicílico.

De la Tierra a la Luna
En 1982 el científico John Vane obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por haber descubierto el funcionamiento de la aspirina una década atrás: este fármaco realiza sus efectos al inhibir la producción de prostaglandinas.
Mucho más atrás, el 12 de julio de 1969, la aspirina viajó a bordo del Apolo 11 a la luna, al ser incluida en el botiquín que preparó la NASA.
Desde el año 1977 la Organización Mundial de la Salud publica su Lista Modelo de Medicamentos Esenciales en donde, hasta la fecha, siempre ha aparecido el ácido acetilsalicílico. Es el registro de fármacos que cubren las necesidades sanitarias de la población para que un sistema de salud funcione correctamente.
Se calcula que en estos momentos se consumen más de doscientos millones de comprimidos de aspirina en todo el mundo y todos los años se publican más de dos mil estudios científicos relacionados con sus propiedades.
Por todo ello, no debe sorprendernos que a día de hoy en la retina de millones de españoles permanezca la inconfundible caja verdiblanca con letras mayúsculas negras formando la palabra aspirina.