El 14 de abril de 1912 se sirvió un soberbio menú en el gran salón del RMS Titanic. Pocas horas después, el transatlántico británico chocó con un iceberg en el océano Atlántico. Un accidente que se convirtió en el hundimiento marítimo más famoso de la historia.
Desde entonces, innumerables proyectos han intentado rescatar la vida y la muerte del barco de pasajeros más grande del momento desde diversos puntos de vista. La mayoría del patrimonio material y humano se perdió para siempre, pero se ha conservado un documento con los últimos platos servidos en el Titanic. Este menú nos permite acercarnos a un momento cotidiano y, a priori, intrascendente, si no fuera por el fatídico final que vivieron los comensales y el servicio aquella madrugada.

La carta que sobrevivió al Titanic
Una característica que queda muy bien definida en la famosa película que James Cameron dedicó al Titanic es la diferencia de clases, que influyó en todos los ámbitos del viaje en la embarcación. De las 2200 personas a bordo entre pasajeros, tripulantes y personal de servicio, murieron unas 1500. Entre los que sobrevivieron hubo muchos de primera clase, pues el dinero tiende a colocarte el primero para todo. Abraham Lincoln Salomon fue uno de los afortunados que escapó en un bote salvavidas y en el bolsillo llevaba el menú que se sirvió aquella noche para los pasajeros de primera clase. El documento permaneció en paradero desconocido hasta que apareció en una subasta por internet organizada desde Nueva York en 2015. El artículo fue adquirido por un coleccionista privado que pagó 88 000 dólares y, aunque no se exhiba de manera pública, la subasta permitió que todo el mundo accediera a ver una fotografía del último menú del Titanic.
Así es como conocemos la copiosa comida que se sirvió en el gran salón, conocido como privé según los documentos del propio navío, la noche de la catástrofe. Un total de diez servicios con varios platos cada uno fueron servidos en la lujosa vajilla que el Titanic ofrecía a los comensales de primera clase. Cada día se preparaban varios menús con categorías distintas suministrados según la clase y, por ende, lo que se había pagado por el billete para subir a bordo. No se puede negar que la última cena del Titanic es tan extensa y abundante como famosa se ha hecho la historia de su hundimiento, pero hay que entender que la comida era uno de los grandes reclamos de este tipo de viajes en barco, pues por entonces no se contaban con las opciones de ocio disponibles en los cruceros actuales.

Alta cocina a un alto precio
Con todo, a pesar de que se sirvieron una veintena de platos por comensal, tampoco parece desmedido a juzgar por lo que costó el viaje del Titanic para los de primera clase, que llegaron a pagar una equivalencia actual de unos 100 000 euros aquellos que reservaron una suite.
La embarcación contaba con tres cocinas pertrechadas con los avances más destacados para el servicio hostelero. El menú fue diseñado por Auguste Escoffier, un chef francés que se contaba entre los mejores del mundo por entonces, gran exponente de la grande cuisine, un estilo refinado con platos más elaborados en su presentación y menos ingredientes de lo que era habitual en la alta cocina del siglo anterior. La corriente culinaria era francesa, pero muchos de los clientes eran británicos, por lo que no faltaron platos propios de la cocina inglesa como el cordero con salsa de menta o el rosbif de lomo de buey. Todo ello regado con vinos franceses y algún oporto.

¿Qué se comía en el Titanic?
Muchos de los comensales aún podían estar apurando los últimos sorbos del café o la copa de rigor en las sobremesas de los grandes eventos cuando el Titanic chocó con el iceberg. El servicio debía estar preparando el desayuno del día siguiente, pero nunca llegó a servirse. La mayoría de los cocineros y camareros murieron en el naufragio, pero su último servicio ha quedado inmortalizado para siempre en la última cena del Titanic:
Primer plato
- Entremeses: canapés variados, incluidos canapés almirante (con mantequilla y langostinos).
- Ostras gratinadas al champán.
Segundo plato
- Consomé Olga (con oporto y vieiras).
- Crema de cebada.
Tercer plato
- Salmón hervido en caldo corto con salsa muselina y pepinos.
Cuarto plato
- Solomillos Lili (sobre rodajas de patatas hervidas, con foie de oca, alcachofas y trufa).
- Pollo salteado a la lionesa (con tomate y setas).
- Calabacines rellenos.
Quinto plato
- Pierna de cordero en salsa de menta.
- Patito asado con salsa de manzana.
- Lomo de buey asado con patatas chateau (torneadas y doradas en mantequilla).
- Guisantes, zanahorias con crema, arroz hervido, patatas nuevas hervidas, patatas parmentier (salteadas en mantequilla con perejil fresco).
Sexto plato
- Ponche romaine (sorbete con naranja, limón, ron y merengue).
Séptimo plato
- Pichón asado con berros.
Octavo plato
- Espárragos fríos con vinagreta.
Noveno plato
- Paté de foie-gras.
- Apio.
Décimo plato
- Tarta Waldorf (bizcocho glaseado de chocolate con avellanas).
- Melocotones en gelatina de Chartreuse.
- Eclairs (relámpagos) de chocolate y vainilla.
- Helado francés.
Referencias:
- Archbold, R y McCauley, D. 1997. Last Dinner on the Titanic. Hachette Books.
- Brewster, H. 2012. Titanic: el final de unas vidas doradas. Lumen.