Spiderman, en el diván del psicólogo

Atormentados, raros y llenos de traumas. Los personajes de ficción con superpoderes parecen semidioses, pero arrastran todo tipo de taras psicológicas. Su éxito resulta paradójico: son casi siempre seres torturados, frikis extremos con grandes dificultades a la hora de utilizar las habilidades sociales, personas que no deberíamos envidiar; y, sin embargo, despiertan gran admiración y no dejan de atraer a millones de seguidores de diferentes culturas y lugares.
Spiderman, en el diván del psicólogo

Atormentados, raros y llenos de traumas. Los personajes de ficción con superpoderes parecen semidioses, pero arrastran todo tipo de taras psicológicas. Su éxito resulta paradójico: son casi siempre seres torturados, frikis extremos con grandes dificultades a la hora de utilizar las habilidades sociales, personas que no deberíamos envidiar; y, sin embargo, despiertan gran admiración y no dejan de atraer a millones de seguidores de diferentes culturas y lugares.

Por ejemplo, un terapeuta profesional podría señalar que Peter Parker (Spiderman) es un tipo acomplejado e inundado por la culpa, un individuo con continuos problemas económicos, apocado y que se siente inferior. Su vida transcurre muy por debajo de lo esperable: es como si no dejara nunca de esconderse. Parker refiere que su infancia, en la que fue criado por sus tíos, fue feliz.

Su vida cambió tras la muerte de su tío, un hecho del que se culpa. Desde ese día no le abandonan los sentimientos de indefensión, la sensación de que no lleva las riendas de su vida y la dificultad para tener una relación de pareja: está enamorado de una chica, pero se siente incapaz de manifestarle su amor. Esta pasividad vital solo se compensa cuando se disfraza y se transforma en alguien resuelto y libre. A propósito de su popularidad, un psicólogo social indicaría que se trata de un sujeto con locus de control interno, esto es, que piensa que los hechos ocurren por sus propias acciones y que, por lo tanto, son responsabilidad suya. Parker es un hombre corriente y se ha convertido en el símbolo de mucha gente incapaz de dejar de sentirse responsable. Estos individuos se sienten muy solos en sociedades competitivas y poco solidarias, como es el caso.

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  • Laura G. de Rivera
  • Edgary Rodríguez R.