Nos encontramos en el siglo XIX, época romántica y de grandes viajes y aventuras por el mundo para las clases pudientes. Japón está experimentando los cambios que ha traído consigo la Restauración Meiji (1868), ha abierto sus fronteras al exterior, cerradas durante dos siglos y medio, y ya es posible que los extranjeros puedan entrar, viajar y desempeñar trabajos en el mundo de la diplomacia, las grandes empresas, la cultura, la docencia, etc.
Es la época de fascinación de Occidente por todo lojaponés y lo oriental.
Mitsuko Aoyama era una joven normal que no tenía ninguna relación con el extranjero y, por un azar del destino, fue la esposa de un diplomático del imperio austrohúngaro, el conde Heinrich Coudenhove-Kalergi (1859-1906), que, fascinado como muchos intelectuales de la época por el arte y cultura oriental, frecuentaba la tienda de antigüedades de su padre, en Ushigome, en la calle hoy llamada Aoyama en honor a su apellido Kihachi Aoyama.

Mitsuko y el conde se enamoraron a primera vista, cuando ella a los 17 años le sirvió el té en la tienda de su padre. Ante la negativa de su padre a permitir el matrimonio, se convirtieron en amantes y tuvieron dos preciosos niños, para disgusto de su padre, un hombre de familia samurái y extremadamente conservador que la repudió, y escándalo de las malas lenguas que se referían a ella como «la concubina».
Mitsuko Coudenhove-Kalergi no podía ni imaginar que se convertiría en «La madre de Europa»
Tras toda una serie de obstáculos y una gran lucha contra los prejuicios reinantes en la época, finalmente pudo más el profundo amor de Heinrich por Mitsuko y por Japón y se casaron en 1892. Su enlace en Tokio fue el primer matrimonio internacional del que se tiene constancia en los archivos del gobierno japonés. Mitsuko se convirtió al catolicismo y muy probablemente fue una de las primeras mujeres en llevar un vestido blanco de boda al estilo occidental, siguiendo el ejemplo de la reina Victoria de Inglaterra en su boda en 1840. En aquellos días, la joven que ahora se llamaría Mitsuko Coudenhove-Kalergi (apellido de casada) no podía ni imaginar que se convertiría en «La madre de Europa».
El anuncio del matrimonio
Heinrich escribió a su familia anunciándoles su matrimonio. Había decidido pasar el resto de su vida en Japón con su esposa japonesa, pero el destino cambiaría en breve y por completo sus planes. Al poco tiempo falleció el padre del conde y, para sorpresa de todos, no nombró heredero a su hijo primogénito, Heinrich, sino al primogénito de este, es decir, a su nieto mayor. De modo que el matrimonio viajó a Europa para cumplir su última voluntad. Pero antes de partir para tan larga travesía, Mitsuko fue a visitar a la Emperatriz, como esposa de embajador, quien la despidió muy afectuosamente con hermosas palabras y animándole a desempeñar un importante papel como puente cultural en el escenario internacional en que se desarrollaría su vida.
Una vez en Viena, los Coudenhove - Kalergi decidieron establecer su residencia permanente allí. Heinrich y Mitsuko tuvieron otros cinco hijos más, siete en total.

En aquellos días, Mitsuko, que solo había asistido a la Escuela Primaria, como era habitual en las muchachas japonesas de su época, consciente del desigual nivel cultural entre su esposo y ella y la necesidad de estudiar y transformarse en una mujer culta para poder ofrecer lo mejor de sí, estar a la altura como esposa de un diplomático y poder educar a sus hijos lo mejor posible, empezó a estudiar materias completamente nuevas para ella, en ocasiones contratando a profesores particulares, como historia, geografía, literatura, filosofía, inglés, francés y alemán.
Richard, el hijo de
Mitsuko, defendió el papel
de una Europa unida en el
concierto de las naciones
«Ver a nuestra madre estudiando día y noche con tanto empeño y ahínco influyó poderosamente en nosotros y en la importancia de adquirir una buena formación. Fue todo un ejemplo para todos nosotros»- estas hermosas palabras nos han quedado como testimonio de sus hijos.
En 1906 Heinrich falleció inesperadamente de un infarto, hecho que destrozó la vida de Mitsuko. Tras catorce años de matrimonio, de repente se veía sin su pilar y apoyo principal, en un país ajeno, rodeada de gentes cuya lengua y cultura no entendía, para quienes no era más que una extranjera, y con siete hijos pequeños a su cargo. Sacando lo mejor de sí en esos momentos tan adversos, se propuso dar la mejor educación posible a sus hijos y estudió derecho y contabilidad para poder gestionar ella misma, como heredera de su esposo, sin delegar en nadie, las propiedades de la familia, como el castillo y la mansión de Poběžovice (Bohemia del Oeste) en la actual república Checa, comprados por la familia en 1864, lo que le granjeó numerosos problemas y desencuentros con su familia política.
«Ver a nuestra madre estudiando día y noche con tanto empeño y ahínco influyó poderosamente en nosotros y en la importancia de adquirir una buena formación. Fue todo un ejemplo para todos nosotros»
En 1923, el segundo de sus hijos, Richard (1894-1972), publicó un manifiesto titulado PAN - EUROPA, que representa la fundación de la Unión Internacional Paneuropea, y con ella el movimiento paneuropeo, que sentó las bases fundamentales para que con el tiempo fructificara en la actual Unión Europea (EU). Tras la Primera Guerra Mundial (1914-1918), su tesis principal era que solo se evitaría otra confrontación internacional si Europa superaba sus divisiones y diferencias y se unía para formar una confederación de Naciones. Según él, esta era la única manera de preservar Europa y evitar que desapareciera debido a su debilitación por la fragmentación.

Dicho manifiesto fue traducido en poco tiempo a las principales lenguas europeas y alcanzó una gran difusión. Personajes políticos de gran relevancia en aquel momento, como el primer ministro francés durante la Tercera República, Aristide Briand (1862-1932) —considerado también como uno de los pioneros de la unión de Europa—, sus homólogos ingleses, el conservador Neville Chamberlain (1869-1940) y Winston Churchill (1874-1965), y también el entonces joven Benito Mussolini (1883-1945), se mostraron de acuerdo con sus tesis.
Escritores contemporáneos como Thomas Mann, Rainer Maria Rilke y Paul Valéry también aplaudieron sus teorías.
Ideas opuestas a las de Hitler
Por aquellos días ya empezaba a rumorearse la idea de que el único que conseguiría unir a toda Europa sería Adolf Hitler (1889-1945). A la vista estaba su espectacular y velocísimo ascenso al poder, su siniestro carisma y el poder de fascinación que ejercía sobre las masas, deseosas, por otra parte, de un resarcimiento o venganza tras la situación tan humillante en que había quedado Alemania tras los tratados de la Primera Guerra Mundial, y así se lo advirtieron a Richard Coudenhove - Kalergi.
Sin embargo, sus ideas eran totalmente opuestas a las de Adolf Hitler.
Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Richard defendió la creación de un mercado amplio, con una moneda común y estable como vehículo imprescindible para que toda Europa reconstruyera de nuevo su potencial y ocupara el sitio que le correspondía en el concierto de las naciones.

Richard Coudenhove - Kalergi ha sido considerado como el precursor y «Padre de la actual Europa» y su madre, Mitsuko, la «Madre de Europa» por la formación humanística que le procuró y las ideas de amor y comprensión entre las diferentes culturas (no olvidemos que Richard había nacido en Tokio) en una época en la que solamente una minoría, normalmente privilegiada, sabía de otros continentes o países, cooperación entre las naciones e internacionalización y cosmopolitismo que le transmitió con su ejemplo.
También fue madre de la escritora católica Ida Friederike Görres (1901-1971).
Y como la historia casi siempre se repite, y además de la forma más irónica posible, así como el padre de Mitsuko, el tendero de Ushigome, se opuso a su matrimonio con Heinrich, por ser extranjero, también ella se opuso al matrimonio de su hijo Richard con la actriz judía austro-germana Ida Rolland (1881-1951), pues en esa época en Japón ser actriz era prácticamente sinónimo de ser prostituta, lo mismo que sucedía en la España de siglos pasados.
Ida Rolland fue cofundadora junto a Richard de la Unión paneuropea y tuvo gran relevancia en los movimientos por una Europa unida y libre.
Pasados los años Mitsuko y su hijo se reconciliaron.
Mitsuko nunca volvió a Japón. Falleció en 1941 y está enterrada en el cementerio Hietzing, de Viena.
En Japón su vida se ha llevado numerosas veces al cine y al teatro. En 2011, con motivo del 70 aniversario de su fallecimiento, se produjo el musical MITSUKO. Un amor que atraviesa fronteras, interpretado por la actriz japonesa Kei Aran y con música del compositor estadounidense Frank Wildhorn.

La periodista y dramaturga checa Olga Strusková, puente cultural entre las culturas checa y japonesa ha tenido mucho éxito con la representación teatral del Diario de la condesa M., que fue escrita «sobre el cuerpo» de la actriz Zora también checa Jandová, y cuenta la vida de Mitsuko al tiempo que describe las diferencias entre las culturas europea y asiática.
Se dice que el famoso perfume «Mitsouko», de la casa Guerlain, lanzado en 1919, punto álgido de la fascinación de Europa por Oriente (véase el movimiento del Japonismo en las artes: pintura, música, literatura, etc.), por el perfumista Jacques Guerlain (1874-1963), está inspirado en la figura de esta admirable mujer que supo tender puentes culturales entre Occidente y Japón.