En el universo todo es enorme. Incluso nuestro minúsculo Sistema Solar es inconcebiblemente grande. Por eso no nos queda más remedio que acudir a comparaciones que, como todas ellas, son odiosas. El tamaño del universo desborda nuestro raciocinio espacial. Con unos ejemplos un poco más 'terrenales' podremos hacernos una idea de la magnitud de las dimensiones cósmicas.
El tamaño del universo en comparación con la galaxia
El divulgador Robert Jastrow propuso hace años la siguiente: si el Sol fuera una naranja, la Tierra sería un grano de arena situado a nueve metros de distancia, Júpiter estaría una manzana urbana más allá y tendría el tamaño de un hueso de cereza, y otra manzana más allá otro hueso representando a Saturno. Y a tres mil kilómetros otra naranja, la estrella más cercana al Sol, Próxima Centauri. Estas comparaciones hacen más accesible el conocimiento de las vastas distancias que separan a los astros por todo el universo.
El tamaño de la Vía Láctea
Otro divulgador, Chet Raymo, propone el siguiente ejercicio para hacernos una idea del tamaño y dimensiones de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Supongamos que un diminuto grano de sal es una estrella. Entonces, los distintos granos de sal que representan el resto de las estrellas deberían estar separados del orden de una decenas de metros unos de otros. Así que para hacer un plano a esta escala de nuestra galaxia, la Vía Láctea, necesitaríamos unos 10 000 paquetes de sal con sus granos desperdigados en un círculo mucho mayor que la sección ecuatorial de la Tierra.
Así que no es raro sentirnos confundidos o abrumados cuando nos dicen que el tamaño del universo visible es de 14 mil millones de años-luz de tamaño o que nuestra Galaxia tiene un diámetro de 130 000 años-luz. La razón es bien simple: no somos conscientes de lo que significan esas distancias. Sabemos que eso es mucho, pero somos incapaces de estimar cuánto es ese mucho. Así que volvamos a una nueva analogía.

Comparaciones de tamaño entre el universo y la galaxia
Cuando comparamos el tamaño del universo con el de una galaxia como la Vía Láctea, nos damos cuenta de la magnitud de las distancias astronómicas. El universo observable es inmenso, abarcando miles de millones de galaxias, cada una con cientos de miles de millones de estrellas. En este contexto, la Vía Láctea es solo una de muchas, y aunque es grande en términos galácticos, resulta insignificante frente a la totalidad del cosmos.
Para poner esto en perspectiva, si el universo fuera una vasta ciudad, nuestra galaxia sería solo un pequeño barrio dentro de ella. Esta analogía nos ayuda a comprender que, aunque las galaxias son enormes, el universo es mucho más vasto. Esta relación de tamaños es crucial para entender por qué las distancias en el universo se miden en años-luz, una unidad que refleja mejor las enormes extensiones del espacio.
Entendiendo las dimensiones del universo
Para que tengamos una visión más aterrizada de las unidades de medida del universo, primero habría que establecer una relación kilómetros-años luz. La diferencia es tan inmensa que en toda una vida humana no podíamos recorrer la distancia que supone un año luz.
Contar kilómetros vs. años-luz
Imaginemos que somos capaces de contar así, 1,2,3,4... a una velocidad de cinco números por segundo. Una buena velocidad sobre todo si tenemos en cuenta cuando nos toquen números como 1 234 564. Pues bien, si no comemos, no dormimos, no vamos al baño, si sólo nos dedicamos a contar los 365 días del año, las 24 horas del día, los 3 600 segundos de cada hora, tardaríamos en llegar a la cifra un billón 6 000 años. O lo que es lo mismo. Si hubiéramos empezado a contar cuando inventamos la escritura, hace unos seis mil años, ahora estaríamos llegando a la cifra un billón. Y la estrella más cercana se encuentra a más de 36 billones de kilómetros.
Con esto podemos darnos cuenta que el kilómetro no es una buena medida de distancia en el universo. Para ello en astronomía se emplea el año-luz, que es la distancia que viaja la luz en un año y corresponde a casi 9 billones y medio de kilómetros. Eso significa que el tamaño de nuestra galaxia es de más de un trillón de kilómetros.
Lo mismo ocurre con el tiempo. Comparado con la duración de una vida humana, la vida de los diferentes objetos celestes es casi eterna. Nuestro universo existe desde hace poco menos de 14 000 millones de años, nuestra galaxia desde hace 8 000 millones y el Sistema Solar desde hace 6 000 millones. Como en las listas de las mayores fortunas del mundo publicadas por la revista Forbes, en el universo pocas cosas hay que bajen de los mil millones.

La rapidez de la luz y la vastedad del universo
Si reflexionamos sólo un poquito nos daremos cuenta, además, de un detalle que difícilmente se nos puede escapar: si las distancias que nos separan de otras estrellas y galaxias son tan enormes, y nosotros las vemos gracias a que recibimos su luz, que viaja a una velocidad de 300 000 km/s, eso quiere decir que las estamos viendo no como son ahora sino como lo eran en un pasado.
Por ejemplo, si una estrella está a ocho años-luz, eso quiere decir que su luz tarda en llegar a nosotros ocho años, luego la estamos viendo tal y como era hace ocho años. De este modo, si nuestro Sol se apagara en este mismo instante, en la Tierra tardaríamos en enterarnos ocho minutos, que es el tiempo que tarda la luz en llegar aquí. O si, como ocurre en algunas galaxias, el centro de nuestra Vía Láctea estallase, tardaríamos 27 000 años en darnos cuenta. Podríamos vivir tranquilos en nuestra ignorancia del terrible cataclismo porque, en cuanto llegase la onda expansiva a la Tierra, barrería la atmósfera de un plumazo. Pero, claro, también puede ocurrir que el centro de nuestra galaxia haya explotado hace 27 000 años...
Comparaciones ilustrativas: Sol y otras estrellas
Para visualizar el tamaño de las estrellas en relación con nuestro Sol, las comparaciones son herramientas útiles. Si el Sol fuera una naranja, como mencionó Jastrow, la Tierra sería un grano de arena. Esta escala nos ayuda a comprender la relación de tamaños en nuestro sistema solar y más allá. Júpiter, el gigante gaseoso, sería un hueso de cereza, mientras que Saturno ocuparía un lugar similar.
Estas analogías no solo nos permiten entender mejor el tamaño de los cuerpos celestes, sino también su disposición en el espacio. La estrella más cercana al Sol, Próxima Centauri, se encontraría a tres mil kilómetros en esta escala, recordándonos la vastedad del espacio interestelar. Estas comparaciones, aunque simplificadas, son esenciales para visualizar la estructura del universo.
La percepción del tiempo en el universo
Si las medidas de distancia están estrechamente ligadas a las de tiempo en nuestro esquema mental, los tiempos que se tardaría en cruzar el universo nos generan tantas dudas como sus propias medidas.
Duración de objetos celestes comparada con la vida humana
El tiempo en el universo se mide en escalas que superan ampliamente la duración de una vida humana. Nuestro universo tiene unos 14 000 millones de años, mientras que la Vía Láctea existe desde hace aproximadamente 8 000 millones de años. En comparación, el Sistema Solar es relativamente joven, con unos 6 000 millones de años. Estas cifras nos recuerdan que los objetos celestes tienen una longevidad que supera con creces la de cualquier ser vivo en la Tierra.
Comparar la vida humana con la duración de los objetos celestes nos ayuda a comprender nuestra posición en el cosmos. Mientras que una vida humana puede durar unas pocas décadas, las estrellas y galaxias existen durante miles de millones de años. Esta disparidad nos ofrece una perspectiva sobre la temporalidad del universo y la fugacidad de nuestra existencia en él.

La luz de las estrellas: una imagen del pasado
La luz que recibimos de las estrellas es una ventana al pasado. Dado que la luz viaja a una velocidad finita, lo que observamos en el cielo nocturno es cómo eran las estrellas hace años, incluso milenios. Este fenómeno nos permite estudiar la historia del universo, desde la formación de las galaxias hasta la evolución de las estrellas. Sin embargo, también significa que nunca vemos el universo en su estado actual.
Por ejemplo, si el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, explotara, tardaríamos 27 000 años en darnos cuenta, porque esa es la distancia en años-luz a la que se encuentra de nosotros. Esta idea nos recuerda que el universo es un lugar dinámico, en constante cambio, pero que nuestra percepción está siempre retrasada respecto a los eventos reales. Esta comprensión nos invita a reflexionar sobre la naturaleza del tiempo y el espacio en el cosmos.