Una simple corriente de aire puede causar, por ejemplo, el enfriamiento local de una parte del cuerpo, lo que sirve de acicate para las lumbalgias y el reuma, o la aparición de alteraciones microscópicas en ciertos puntos del organismo que desencadenan la inflamación del tejido fibroso o conjuntivo -fibromialgia- acompañada de dolor, rigidez y malestar en músculos, articulaciones y tendones. Algunas personas tienen mucha sensibilidad en la cara, y un mínimo soplo de aire puede causarles neuralgia del trigémino.
A veces, las corrientes también provocan enfriamiento general y activan los microorganismos patógenos en las vías altas respiratorias, responsables del típico "trancazo".
Por tanto, la afirmación de que una simple corriente de aire puede tener efectos adversos en la salud es cierta en ciertos contextos. Sin embargo, ¿cómo es posible que nos resfriemos si los resfriados lo ocasionan virus? Pues la respuesta te la hemos dado hace un momento: una corriente de aire puede alterar nuestras vías respiratorias dejando las condiciones óptimas para que un virus pueda contagiarnos. Algo que no haría en condiciones normales.