Hoy estar al tanto de las nuevas tendencias en cualquier ámbito es muy fácil, para eso están los llamados influencers, pero esta profesión no es nueva. En el siglo IX, la ciudad considerada la meca de la que marcaba el paso en perfumes y moda, buenas maneras y estilo de vida refinado era Bagdad. Fue allí donde un joven kurdo de piel morena y melodiosa voz, Abu l-Hasan Ali ibn Nafi’, apodado Ziryab –‘mirlo’, en árabe–, se convirtió en uno de los primeros influencers de la historia. Su mentor fue Ishaq al-Mawsili, músico de la corte de Harún al-Rashid. Ante él, Ziryab ofreció una actuación que impresionó al califa y puso celoso a su mentor, que le recomendó por su bien que se marchara de la ciudad.
Ziryab le hizo caso y viajó primero a Siria y luego a Túnez, donde estuvo vagando hasta que ofreció sus servicios al emir de Córdoba, Al- Hákam I. Este aceptó y Ziryab puso rumbo a al- Ándalus. Cuando llegó, el emir había muerto y gobernaba su hijo, Abderramán II, a quien presentó sus ideas pioneras en el arte del buen vivir.
Ziryab compartió con los cordobeses su saber y su delicadeza. Abrió en la ciudad el primer instituto de belleza del mundo, donde daba consejos sobre higiene, maquillaje o cuidado del cabello. Introdujo el uso del desodorante, de una primitiva pasta de dientes funcional y de sabor agradable cuya composición desconocemos, y del champú y los perfumes, sin olvidar la manicura. Saber maquillarse era fundamental, así como depilarse, pues para Ziryab la piel siempre debía estar limpia y suave. Innovó en el peinado e introdujo el corte de pelo con forma, de manera que quedaran a la vista la frente y las orejas.
Por supuesto, el estilo de la ropa y sus colores debían cambiar según la época del año. De junio a septiembre lo mejor era el blanco; en primavera, los tonos vivos junto con la seda y las telas ligeras; y en invierno, los acolchados y las pieles. También recomendaba un código de vestir distinto para la mañana, la tarde o la noche. Por todo esto y por su forma de entender la comida y las maneras en la mesa, Ziryab revolucionó Córdoba y la convirtió en la ciudad europea de referencia hacia donde debía mirar cualquiera que quisiera pasar por elegante, fino y educado.
Este artículo fue originalmente publicado en una edición impresa de Muy Interesante.