¿Existe el agua realmente pura? La ciencia tiene una respuesta clara (y sorprendente)

Aunque suene a ideal, el agua pura no existe. Por su propia estructura molecular, el H2O tiende a disolver cualquier cosa que toca, incluso los materiales del recipiente que la contiene. Entonces, ¿qué estamos comprando realmente?
¿Existe el agua realmente pura? La ciencia tiene una respuesta clara (y sorprendente).-
La industria del agua embotellada mueve miles de millones gracias a la percepción de pureza. Fuente: iStock (composición).

Parece que el agua pura es algo muy especial, tanto como para ser embotellado y vendido. Las compañías purificadoras ganan millones de euros en todo el mundo con su promesa de ofrecer solo agua pura. Incluso, hay una rama de la medicina alternativa que gira alrededor de sus supuestas propiedades mágicas. Lo que pasa es que el agua pura no existe, al menos, en nuestro planeta.

¿Qué es lo que nos venden, de verdad, cuando compramos una botella de agua mineral en la tienda?

La promesa del agua pura: ¿realidad o estrategia de marketing?

May Nyman, profesora de Química en la Universidad Estatal de Oregón (EE. UU.), explica que el agua absorbe iones del entorno inevitablemente.

No existe con una pureza al cien por cien, pues tiende siempre a disolver otras sustancias en su interior. Eso es porque sus moléculas poseen una curiosa forma, con dos núcleos de hidrógeno en un extremo y un núcleo de oxígeno en el otro, cada uno con diferentes cargas eléctricas. Las moléculas de agua emplean esos enlaces cargados de hidrógeno para interactuar entre sí, pero también les sirven para apegarse a otras moléculas que se encuentran en su camino”, observa Nyman.

Por eso, lo más probable es que el agua disuelva un poco cualquier objeto con el que entra en contacto. Además, cuanto más pura es, más fuerza tendrán sus enlaces para apegarse a otras sustancias.

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No existe el agua 100 % pura en la naturaleza: siempre contiene trazas de otras sustancias. Fuente: Pixabay.

La paradoja química del H2O

Eso limita nuestra capacidad de purificarla, porque, en un momento dado, empezaría a disolver las paredes del recipiente contenedor.

Por esta razón, “en la década de 1990, se decía que el lago Baikal, en Rusia, tenía agua tan pura que, si se tomaba una muestra, esta empezaría a disolver el vaso. Formaría una disolución con los iones del recipiente”, indica Nyman.

La experta nos asegura que esta tendencia del H20 es demasiado poderosa, tanto que ni siquiera los científicos pueden evitarla en laboratorios completamente esterilizados. Nos guste o no, cualquier cosa que una muestra de agua pura se encuentra, como una mota de polvo o el plástico de un envase, dejará sus trazas en el líquido.

Cuando la pureza del agua roza lo increíble

Durante años circuló la curiosa afirmación sobre el agua del lago Baikal, en Siberia: que era tan pura que podía disolver un vaso de cristal. Aunque esto suene a leyenda científica, tiene un trasfondo real. El lago Baikal no solo es el más profundo del mundo, con más de 1600 metros de profundidad, sino también uno de los más antiguos y con agua de una calidad excepcional.

Su aislamiento geológico, la ausencia de contaminación industrial cercana y la acción constante de microbios purificadores han convertido sus aguas en un referente natural de pureza.

La afirmación de que podría disolver un vaso no debe tomarse literalmente. Se trata más bien de una metáfora científica para ilustrar el comportamiento químico del agua extremadamente pura. Cuanto más limpia está una muestra de H2O, más capacidad tiene para atraer y disolver iones del entorno. Esto se debe a su estructura molecular polar, que hace del agua un disolvente muy activo.

En entornos de laboratorio, el agua ultrapura —desprovista de cualquier ion o partícula— se vuelve tan reactiva que puede empezar a corroer lentamente ciertos materiales, incluyendo metales o componentes del vidrio si se almacenan por largos periodos.

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En muchos países, el agua del grifo es más segura y está mejor regulada que la embotellada. Fuente: Pixabay.

¿Qué significa agua pura desde el punto de vista químico?

En química, el concepto de agua pura es mucho más preciso —y más exigente— que en el lenguaje cotidiano. El agua pura, en sentido estricto, se refiere al H2O sin ningún otro componente disuelto: ni sales minerales, ni microorganismos, ni gases, ni partículas.

Sin embargo, lograr este nivel de pureza absoluta es prácticamente imposible fuera de condiciones de laboratorio muy controladas. Por eso, los químicos clasifican el agua según su nivel de impurezas, especialmente en función de su contenido iónico y su conductividad eléctrica.

En entornos científicos se manejan tres niveles principales de agua ultrapura: tipo I, II y III. El agua tipo I es la más pura disponible y se usa en técnicas analíticas extremadamente sensibles, como la espectrometría de masas o la biología molecular. El tipo II es adecuado para análisis clínicos, preparación de reactivos y algunas aplicaciones microbiológicas. El tipo III, aunque menos puro, se utiliza en enjuagues o limpieza de materiales de laboratorio.

En cambio, lo que consumimos diariamente no se acerca a estos estándares. El agua potable contiene niveles seguros de minerales como calcio, magnesio o sodio, y está tratada para eliminar patógenos, pero no se considera pura en el sentido químico.

Por su parte, el agua mineral proviene de fuentes naturales y conserva minerales disueltos de forma natural. El agua purificada —como muchas marcas embotelladas— ha pasado por procesos como la filtración por carbón activado u ósmosis inversa, pero aún conserva trazas de otras sustancias. En resumen, fuera del laboratorio, el agua que llamamos pura es simplemente apta y segura para beber, no químicamente inmaculada.

¿Qué pasa con el agua del grifo? Mitos, controles y comparaciones

Aunque muchos consumidores asocian el agua embotellada con mayor pureza o seguridad, la realidad es que, en muchos países desarrollados, el agua del grifo está sometida a regulaciones más estrictas y controles de calidad más frecuentes.

Aun así, el prejuicio persiste. Según un informe de la Comisión Europea, cada persona consume en media 106 litros de agua embotellada al año en la Unión Europea. Reducir el consumo de agua embotellada podría ayudar a los hogares a ahorrar en promedio 600 millones de euros al año.

En muchos casos, la elección responde más a percepciones de sabor, desconfianza institucional o marketing que a criterios objetivos.

El agua del grifo también contiene minerales esenciales y que, en condiciones normales, es perfectamente segura. Además, representa una opción más sostenible y económica. Un litro de agua embotellada puede costar entre 100 y 1000 veces más que uno de agua del grifo, sin ofrecer ventajas claras en cuanto a salud.

Plástico
Producir una botella de agua puede requerir más agua que la que contiene. Fuente: Pixabay.

Agua embotellada: ¿pureza, negocio o problema ambiental?

La promesa de agua pura ha sido uno de los mayores éxitos comerciales del último siglo. Lo que comenzó como una solución puntual para acceder a agua segura en situaciones específicas, hoy se ha transformado en una industria multimillonaria.

Según datos de la consultora SkyQuest, el mercado global de agua embotellada superó los 300.000 millones de dólares en 2024, impulsado por estrategias de marketing que asocian la pureza con salud, exclusividad o estatus. Sin embargo, muchas de estas botellas contienen agua tratada del grifo, sometida a procesos como la ósmosis inversa, filtración con carbón activado o remineralización, sin que eso implique una mayor calidad que el agua potable pública.

Más allá del contenido, el impacto ambiental del agua embotellada es considerable. La producción de una sola botella de plástico requiere más agua que la que contiene, además de recursos fósiles para fabricar el envase y energía para su embotellado, refrigeración, transporte y distribución.

El resultado: millones de toneladas de plástico de un solo uso que, en gran parte, no se recicla. Según la ONU, se estima que más de un millón de botellas de plástico se compran cada minuto en el mundo, y muchas terminan en vertederos o ecosistemas marinos, donde tardan siglos en degradarse.

Si consideramos que en muchos países el agua del grifo es perfectamente segura y controlada, el costo ecológico y económico de consumir agua embotellada resulta difícil de justificar. Se paga más por un producto cuyo valor añadido es, muchas veces, simbólico.

Referencias

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