Descubre el periodo de Hallstatt, un tiempo de reinas y ciudades

En las última décadas han sido descubiertos numerosos asentamientos pertenecientes al llamado periodo de Hallstatt, una época de la Primera Edad de Hierro centroeuropea donde la mujer tuvo un peso relevante
El periodo de Hallstatt: la Primera Edad de Hierro centroeuropea
El periodo de Hallstatt: la Primera Edad de Hierro centroeuropea.

En Europa Central, la Primera Edad del Hierro se conoce como el periodo de Hallstatt (800-450 a. C.). Se trata de una etapa de grandes cambios sociales, económicos y tecnológicos, que incluyen la difusión de la metalurgia del hierro, la emergencia de las primeras ciudades al norte de los Alpes y el desarrollo de marcadas desigualdades sociales reflejadas en el registro funerario. Fue también una época de intensos contactos comerciales y culturales entre Centroeuropa y las sociedades mediterráneas, en especial con los etruscos de la Italia central y con las colonias griegas del sur de Francia y la Italia meridional.

Imagen del centro de Hallstatt con el lago y las montañas. Foto: Shutterstock.

Hallstatt es el nombre de una bella localidad situada en los Alpes austriacos, reconocida como Patrimonio de la Humanidad debido a la combinación entre el extraordinario paisaje formado por las montañas y el lago, así como su rica y antigua historia. Desde mediados del siglo XIX, importantes descubrimientos arqueológicos en forma de tumbas de la Edad del Hierro y restos prehistóricos en las minas de sal dieron fama al emplazamiento. De este modo, el nombre del lugar, Hallstatt, pasó a denominar a toda una etapa cronológica

En el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro, los extensos depósitos de sal en las montañas sobre el lago de Hallstatt fueron explotados a través de una red de galerías. En la Antigüedad, la sal era a menudo considerada como «el oro blanco» debido a su gran valor y múltiples usos, incluida la conservación de alimentos. El comercio de la sal trajo gran prosperidad a los habitantes de Hallstatt, tal y como se refleja en los objetos y materiales procedentes de lugares lejanos hallados en numerosas tumbas, desde ámbar del Báltico hasta marfil de elefante. Además, dentro de las minas la sal ha ayudado a la preservación de numerosos materiales orgánicos que normalmente desaparecen con el tiempo, incluyendo zapatos, textiles y utensilios como capazos.

Residencias principescas

En cualquier caso, el fenómeno más destacado del periodo de Hallstatt fue el desarrollo en Centroeuropa de una serie de grandes asentamientos, por lo general fortificados, que se conocen como «residencias principescas» (Fürstensitze en alemán). Estos yacimientos, distribuidos desde Francia hasta la República Checa, se desarrollaron principalmente durante los siglos VI y V a. C. Pese a su diversidad, la mayor parte de ellos incluyen características tales como la existencia de un área superior fortificada (denominada a veces como «acrópolis»), la presencia de importaciones procedentes del mundo mediterráneo (sobre todo cerámica griega, pero también productos de otras regiones como Etruria) y la erección de fastuosas tumbas bajo túmulos en el entorno de los asentamientos.

Las «tumbas principescas» (Fürstengräber) servían como lugares de enterramiento para los individuos de la élite social y en ocasiones también sus allegados. Entre los objetos más destacados se encuentran a menudo carros de cuatro ruedas (los auténticos «Rolls-Royce» de la época), recipientes metálicos para el consumo de bebidas y alimentos, textiles ricamente decorados, así como joyas y otros elementos de adorno personal. En muchas ocasiones, los ajuares funerarios incluían importaciones del mundo mediterráneo. Dentro del grupo de «tumbas principescas» se pueden establecer algunas diferencias de rango que indican la existencia de distintos escalones en la pirámide social, desde pequeños jefes locales hasta personajes que pueden ser denominados como reyes y reinas. En efecto, las tumbas más ricas del periodo hallstáttico podían pertenecer tanto a hombres (caso de Hochdorf) como a mujeres (por ejemplo la tumba de Vix). Estas últimas parecen haber ostentado un importante poder religioso y en ocasiones también político, jugando un papel clave al frente de sus comunidades.

El túmulo de Hohmichele en las proximidades de la Heuneburg (imagen según Krausse et al. 2016; fotografía R. Hajdu; © Landesamt für Denkmalpflege im RP Stuttgart). Foto: ASC.

La Heuneburg

Entre los llamados «centros principescos», el yacimiento mejor investigado es la Heuneburg, situada en el suroeste de Alemania junto al río Danubio. Aunque las tumbas del entorno fueron excavadas desde el siglo XIX, las excavaciones sistemáticas en el asentamiento comenzaron a mediados del siglo XX, continuando hasta la actualidad. Los descubrimientos han sido espectaculares, sobrepasando ampliamente todas las expectativas. La parte superior o acrópolis de la Heuneburg, de unas 3 hectáreas, fue fortificada con una muralla de adobes construida sobre zócalo de piedra. Esta técnica constructiva es de clara inspiración mediterránea, lo que confirma los estrechos contactos sostenidos entre los habitantes de la Heuneburg y sus vecinos meridionales.

Localización de las principales “residencias principescas” y de algunos yacimientos mediterráneos estrechamente conectados con Centroeuropa. Foto: ASC.

Durante la primera mitad del siglo VI a. C., la acrópolis presenta una densa ocupación con numerosos edificios y un plano urbano claramente organizado. A los pies de la acrópolis se encontraba la llamada «ciudad baja», también fuertemente fortificada y cuya entrada principal estaba conformada por una monumental puerta de piedra y adobes que debió tener un gran valor simbólico y ostentativo. Más allá se extendía un gran asentamiento exterior de alrededor de 100 hectáreas, dividido en distintas barriadas y que presentaba una ocupación por lo general menos densa, incluyendo algunas granjas de considerables proporciones. En total, se ha estimado que alrededor de 5.000 personas habrían habitado en la Heuneburg hacia mediados del siglo VI a. C., una cantidad que sobrepasaba la población de muchas colonias griegas y fenicias del Mediterráneo.

Recreación idealizada de la Heuneburg durante su periodo de mayor apogeo (imagen según Krausse et al. 2016; diseño Faber Courtial; © Landesamt für Denkmalpflege im RP Stuttgart). Foto: ASC.

Monumentos funerarios

El poder de las élites de la Heuneburg se refleja en impresionantes monumentos funerarios tales como el túmulo de Hohmichele, de casi 80 metros de diámetro y 13 metros de altura, o el túmulo 4 de Bettelbühl, excavado entre 2010-13 con las más modernas técnicas. La cámara funeraria de Bettelbühl contenía los restos de dos mujeres adultas, mientras que una rica tumba infantil asociada sugiere la transmisión hereditaria del poder dentro de los linajes de la élite social. El análisis dendrocronológico de la madera de la cámara funeraria ofrece una fecha a comienzos del siglo VI a. C., indicando claramente que las mujeres desempeñaron un papel crucial en la historia del yacimiento desde sus etapas más tempranas.

Poco después de mediados del siglo VI a. C., una gran parte de la Heuneburg fue destruida por un incendio, probablemente relacionado con un conflicto violento. Tras la reconstrucción, la Heuneburg continuó existiendo durante varias generaciones, aunque la mayor parte del gran asentamiento exterior permaneció abandonado. En algunos casos, nuevos enterramientos bajo túmulos fueron erigidos sobre los restos de la anterior ocupación. En la acrópolis, la exótica muralla de adobes fue reemplazada por una construcción de estilo más tradicional, mientras la densa ocupación dejó paso a un patrón más disperso que incluía algunos edificios de dimensiones monumentales. En cualquier caso, los habitantes de la Heuneburg siguieron manteniendo relaciones a larga distancia, como atestiguan las numerosas cerámicas griegas pertenecien tes a estas etapas finales. Las conexiones con el mundo griego hacen también que la Heuneburg haya sido identificada en ocasiones como la polis de Pyrene mencionada por Heródoto cerca de las fuentes del Danubio, aunque esta posibilidad no está confirmada.

Parte del cementerio excavado desde 1846 por Johann Georg Ramsauer en las proximidades de Hallstatt. Foto: EEA.

Mont Lassois

Más al este, en la región francesa de Borgoña, se encontraba el importante asentamiento de Mont Lassois. Su fama proviene sobre todo del descubrimiento en sus proximidades de la tumba de Vix, en la que una mujer fue enterrada con un carro, ricas joyas y una enorme crátera de bronce griega de 1,6 metros de altura y capacidad para 1.100 litros de bebida. La tumba de Vix es uno de los enterramientos más ricos de la Prehistoria europea, hasta el punto de que su ocupante haya sido designada en ocasiones como una verdadera reina que posiblemente desempeñara también ciertas funciones sacerdotales.

El asentamiento de Mont Lassois, situado en una colina fortificada junto al río Sena, ha sido explorado arqueológicamente sobre todo en el transcurso de los últimos 20 años. Las investigaciones han identificado varios edificios con ábside, algunos de ellos de grandes dimensiones. El mayor de estos edificios, que medía unos 33 x 20 metros, ha sido excavado en su totalidad, recuperándose gran cantidad de cerámicas de calidad, tanto locales como griegas. A los pies de la colina de Mont Lassois, varias líneas de fortificación extendían la superficie del yacimiento a unas 40/45 hectáreas. Las estimaciones demográficas más recientes calculan unos 3.500-5.000 habitantes para Mont Lassois durante su apogeo, unas cifras comparables a la Heuneburg.

Recreación idealizada del gran edificio absidial de Mont Lassois (imagen según Chaume et al. 2012, diseño K. Rothe). Foto: ASC.

Bourges

Todavía más extenso que los yacimientos anteriores debió ser Bourges, en Francia central, que en el siglo V a. C. parece haber ocupado más de 200 hectáreas. La historia del asentamiento es conocida sobre todo en siglos posteriores, ya que Julio César lo menciona como el oppidum de Avaricum en el transcurso de la Guerra de las Galias. Sin embargo, algunos autores han relacionado la ocupación anterior de Bourges en el siglo V a. C. con la capital del reino de Ambigato, mencionado por Tito Livio en relación con las migraciones célticas a Italia. Si bien esta identificación no deja de ser una conjetura, lo cierto es que ejemplifica que nos encontramos en los albores de la historia escrita.

Pese a la importancia alcanzada por los «centros principescos», su existencia fue relativamente efímera. Entre mediados y finales del siglo V a. C. todos ellos fueron abandonados (en algunos casos como resultado de una destrucción violenta) o entraron en un marcado declive. Estas transformaciones coinciden con la transición hacia el periodo de La Tène, en una etapa caracterizada por grandes cambios que incluyen la emergencia del llamado «arte celta» y el comienzo de grandes migraciones de poblaciones centroeuropeas hacia Italia y los Balcanes. Los motivos de estos cambios siguen siendo debatidos, pero pudieron incluir tensiones sociales derivadas del crecimiento de las desigualdades sociales y posiblemente también reacciones a oscilaciones climáticas. Se abría así una nueva etapa, en la que los «celtas» históricos entraron de pleno en los relatos de los autores clásicos.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

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