Durante siglos, el norte del Sinaí ha sido escenario de conflictos, rutas comerciales y fortificaciones olvidadas por el tiempo. Pero en las últimas semanas, un equipo de arqueólogos egipcios ha arrojado nueva luz sobre un enclave que pudo ser clave en la defensa del Egipto faraónico, ptolemaico y romano: la fortaleza de Tell Abu Sifi. Un lugar que, según un reciente comunicado del Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, estuvo en uso durante siglos como bastión militar, núcleo industrial y punto estratégico del noreste del país.
La importancia de este nuevo hallazgo no radica únicamente en su antigüedad, sino en su capacidad para reconstruir, como si de un puzle se tratara, el funcionamiento y evolución de los sistemas defensivos egipcios. Las excavaciones más recientes no solo han desenterrado vestigios de murallas, puertas y viviendas, sino que también han permitido identificar un camino ceremonial flanqueado por centenares de árboles, una trinchera de más de dos metros de profundidad y hasta los cimientos de lo que podría ser una fortaleza anterior, desconocida hasta ahora.
Un camino de árboles en mitad del desierto
Uno de los hallazgos más visuales y sorprendentes ha sido la aparición de más de 500 círculos de barro, alineados meticulosamente a ambos lados de una antigua vía pavimentada. Estos círculos, construidos con ladrillos de adobe, servían para plantar árboles que adornaban la entrada principal de la fortaleza. Una imagen inesperada para una región tan árida como el Sinaí actual, pero que nos remite a una época en la que la ingeniería hidráulica y la planificación urbana estaban profundamente desarrolladas.
La vía, que mide más de 100 metros de longitud y 11 de ancho, fue pavimentada con grandes losas de piedra caliza. Esta carretera no solo tenía un carácter estético o simbólico, sino también funcional: conectaba el exterior de la muralla con el núcleo central de la fortaleza, probablemente facilitando el tránsito de tropas y suministros. Lo más intrigante es que debajo de esta carretera se ha identificado otra aún más antigua, probablemente construida durante la era ptolemaica, lo que indica que el lugar fue ocupado y remodelado durante varios siglos.

La vida cotidiana en la frontera oriental
Uno de los aspectos más relevantes del hallazgo es la información que ofrece sobre la vida cotidiana de los soldados romanos durante los siglos III y IV d.C., en tiempos de los emperadores Diocleciano y Maximiano. Las excavaciones han sacado a la luz una serie de viviendas sorprendentemente bien conservadas que, a juzgar por su distribución, no solo alojaban a los soldados, sino posiblemente también a sus familias o personal auxiliar.
Estas estructuras, organizadas en complejos rectangulares interconectados, revelan una forma de vida organizada, adaptada a las necesidades defensivas y logísticas de un puesto militar de frontera. En su interior se han encontrado restos de cerámica, herramientas y elementos arquitectónicos que ayudan a recomponer el día a día de estos destacamentos anclados en uno de los márgenes más vulnerables del Imperio romano.

Una trinchera monumental y un pasado aún más profundo
En el límite oriental del yacimiento, el equipo de arqueólogos ha desenterrado una enorme zanja defensiva, de más de dos metros de profundidad. Su tamaño y ubicación indican que formaba parte de un complejo sistema de defensa activa que podía inundarse o ser reforzado en caso de ataque. Esta trinchera protegía directamente la entrada principal del llamado "Castillo de Oro", uno de los dos grandes bastiones identificados en la zona junto con la fortaleza romana.
Pero lo más desconcertante ha sido el hallazgo de los cuatro pilares de una estructura aún más antigua, localizada justo debajo de las fortificaciones ptolemaicas y romanas. Aunque los expertos aún están datando esta construcción, las primeras hipótesis apuntan a la existencia de una tercera fortaleza previa, construida posiblemente durante una etapa temprana del Egipto faraónico o incluso durante algún periodo intermedio. Si se confirma esta teoría, estaríamos ante un centro militar multigeneracional con más de un milenio de historia de ocupación continua.
Sin embargo, no todo en Tell Abu Sifi estuvo vinculado a lo militar. Las investigaciones han confirmado que, hacia el final de la ocupación romana, el lugar experimentó una transformación radical: cuatro grandes hornos para la producción de cal viva indican que el asentamiento se reconvirtió en un centro industrial. Esta actividad, intensiva y destructiva, acabó por demoler buena parte de las estructuras anteriores de piedra. La presencia de estos hornos, de gran tamaño y capacidad, sugiere una producción a escala regional, probablemente destinada a obras públicas o a la construcción de nuevas ciudades y fortificaciones.

Un enclave estratégico que desplazó a Tharu
La posición geográfica de Tell Abu Sifi no fue casual. Con el paso del tiempo y los cambios en el curso del Nilo y el retroceso de la línea costera, la importancia estratégica del antiguo centro de Tharu (la ciudad faraónica de Tel Habwa) fue disminuyendo, mientras que Tell Abu Sifi emergía como nuevo bastión defensivo del este egipcio. Esta evolución geopolítica refuerza la visión de que el control del Sinaí fue siempre vital para Egipto, ya fuera frente a amenazas externas, movimientos rebeldes internos o en el marco de grandes rutas comerciales hacia Asia.
Los arqueólogos consideran que aún queda mucho por descubrir en la zona. Las estructuras parcialmente desenterradas, las puertas monumentales identificadas y la posible existencia de otras fortificaciones cercanas convierten este lugar en un auténtico laboratorio de historia militar. No es descabellado pensar que futuras campañas revelen nuevas capas de ocupación o incluso templos, almacenes y espacios administrativos que completen la historia de este enclave fundamental.
El anuncio del descubrimiento ha sido realizado por el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto.