El 20 de agosto de 1949, The Washington Post publicó un artículo sobre el supuesto exorcismo que tres sacerdotes habían practicado cinco meses antes a un niño –al que citaban bajo el nombre ficticio de Robbie Mannheim– aquejado de un mal que ningún médico había acertado a diagnosticar. Según el relato, por la noche se oían golpes en su cuarto, volaban objetos y luego aparecían arañazos y moratones en su cuerpo. Así que su familia acudió desesperada al jesuita Raymond J. Bishop, quien dictaminó que era un caso de posesión diabólica y escribió el diario de donde procede la información de los hechos que armaron tanto revuelo.

Según Bishop, él y otros miembros de la Compañía de Jesús practicaron con éxito al muchacho un exorcismo. Sin embargo, recientemente, el escritor escéptico Joe Nickell, investigador de los sucesos llamados paranormales, describió las inconsistencias halladas en el relato y destacó que “no hay ninguna prueba que permita sugerir que Robbie estaba poseído por demonios o espíritus malignos”. Por otro lado, la ciencia ha proporcionado numerosas explicaciones psiquiátricas para los comportamientos experimentados por el chico, como el trastorno de identidad disociativo, el síndrome de Tourette, la esquizofrenia, el abuso sexual, la histeria o el trastorno obsesivo-compulsivo.
Sea como fuere, el escritor William Peter Blatty se interesó por el caso y publicó en 1971 El exorcista, que vendió 13 millones de ejemplares solo en EE. UU. En 1973, William Friedkin se basó en el libro para filmar la famosa película del mismo título.