En 1808, Napoleón Bonaparte, en la cima de su poder, intentó extender su dominio a España, desencadenando así la guerra de la Independencia. En este conflicto se enfrentaron ejércitos regulares, pero también fue el escenario de una lucha menos convencional y profundamente arraigada en el espíritu del pueblo español: la guerra de guerrillas. A través de tácticas innovadoras y un ferviente patriotismo, estas guerrillas plantaron cara a uno de los mayores estrategas militares de la historia, marcando un antes y un después en la metodología de la guerra irregular y dejando un modelo a seguir en la resistencia global contra invasiones.

La resistencia popular ante los invasores
La resistencia española contra Napoleón nació de un sentimiento de indignación y defensa de la soberanía, tras la invasión francesa de 1808. Inicialmente, las respuestas fueron espontáneas y desorganizadas, protagonizadas por civiles que tomaron las armas en defensa de sus pueblos y ciudades. Lo que comenzó como actos aislados de desafío pronto evolucionó hacia una estrategia coordinada de guerra irregular. Las guerrillas, compuestas por campesinos, desertores militares y patriotas de todas las clases sociales, se organizaron en pequeñas unidades móviles capaces de ejecutar rápidas emboscadas y retiradas, confundiendo y desgastando al ejército francés. Este tipo de guerra, aprovechando el conocimiento del terreno y el apoyo popular, se convirtió en un elemento crucial y efectivo que desempeñó un papel determinante en la lucha por la independencia de España.

Guerrilleros de leyenda
Entre las figuras emblemáticas de la resistencia española contra Napoleón, Juan Martín Díez, conocido como "El Empecinado", y Agustina de Aragón destacan por sus heroicas contribuciones. Juan Martín Díez se convirtió en un símbolo de valentía, liderando numerosas acciones guerrilleras que infligieron significativos daños a las tropas francesas. Su apodo, "El Empecinado", refleja su obstinada resistencia y su determinación inquebrantable en la lucha por la libertad de España.
Por su parte, Agustina de Aragón mostró sus dotes en el asedio de Zaragoza, cuando se erigió como un icono de la resistencia femenina. Cuando las defensas de la ciudad estaban casi vencidas, ella tomó el puesto de un cañonero caído y disparó contra las tropas invasoras, inspirando a sus compatriotas a continuar la lucha. Esta acción heroica galvanizó la moral española y capturó la imaginación de escritores y artistas posteriores.
El legado de estos héroes se ha perpetuado en la cultura española a través de la literatura y el arte. Benito Pérez Galdós y Francisco de Goya son solo dos de los muchos artistas y escritores que han retratado sus hazañas, perpetuando su memoria y asegurando que sus actos de valor no caigan en el olvido. Las obras resultantes celebran su valentía y sirven como recordatorio de la lucha del pueblo español por su soberanía y libertad.

Así actuaba la guerrilla española
Las tácticas de guerrilla empleadas durante la guerra de la Independencia española fueron fundamentales para contrarrestar la superioridad militar de las fuerzas napoleónicas. Los guerrilleros, utilizando su profundo conocimiento del terreno y el apoyo de la población local, ejecutaron emboscadas en pasos estrechos y caminos montañosos, lugares donde las columnas francesas se encontraban más vulnerables. Además, llevaban a cabo sabotajes que interrumpían las líneas de suministro y comunicaciones, vital para desestabilizar al enemigo que dependía de recursos constantes para sostener su campaña lejos de Francia.
Los ataques sorpresa eran rápidos y fulminantes, a menudo en la oscuridad de la noche, causando bajas físicas y un desgaste psicológico en las tropas francesas. Estas estrategias de guerrilla impidieron que Napoleón pudiera establecer un control firme y prolongado en la península, diluyendo sus fuerzas y contribuyendo significativamente a su retirada. Así, la guerrilla se convirtió en una herramienta de resistencia eficaz y un modelo de insurgencia replicado en futuros conflictos repartidos por el resto del mundo.
Detener a Napoleón
La guerra de guerrillas tuvo un impacto decisivo en la guerra de la Independencia española, alterando profundamente las dinámicas de poder en la península ibérica. A través de una resistencia constante y tácticas de desgaste, los guerrilleros españoles lograron fragmentar y dispersar las fuerzas de Napoleón, que nunca pudo consolidar su dominio ni movilizar eficazmente sus recursos. Esta incapacidad para asegurar un control total obligó a Napoleón a mantener un número desproporcionado de tropas en España, debilitando su capacidad de respuesta en otros frentes críticos en Europa.
La península fue denominada como la "úlcera española" para Napoleón, un término que refleja la frustración y el costo inesperado que la resistencia española impuso a las ambiciones continentales del francés. Esta guerra de desgaste contribuyó significativamente a su declive militar y político, culminando en las derrotas en campañas posteriores y, finalmente, su caída. La persistencia de la guerrilla forjó un nuevo camino en la táctica militar y se convirtió en un símbolo de resistencia nacional.

La guerrilla española redefinió la historia militar durante la guerra de la Independencia, demostrando cómo un pueblo armado con determinación y conocimiento del terreno puede desafiar a una de las mayores potencias militares del mundo. Esta forma de lucha ha inspirado numerosos movimientos de resistencia a lo largo de la historia, validando la estrategia de guerrillas como una táctica efectiva en contextos de desequilibrio de fuerzas.
Referencias:
Canales Torres, C. 2006. Breve historia de la guerra de Independencia española. Nowtilus.
Tone, J. 2007. La guerrilla española y la derrota de Napoleón. Alianza.