Durante más de un siglo, arqueólogos han encontrado cráneos humanos decapitados en yacimientos de la Edad del Hierro en el noreste de la península ibérica. Estos restos, a menudo perforados y fijados a muros, han sido un enigma para los investigadores. ¿Eran trofeos de guerra? ¿Servían para rendir homenaje a figuras importantes? Un nuevo estudio basado en una combinación de análisis isotópicos y datos arqueológicos ha revelado que ambas hipótesis podrían ser ciertas y que estas prácticas estaban ligadas tanto a la violencia como a la estructura social de las comunidades ibéricas.
Un ritual macabro en la Iberia prerromana
Entre los siglos VI y II a.C., los asentamientos ibéricos en el noreste de la península vivieron un periodo de intensos cambios. La influencia de las culturas mediterráneas, como la griega y la fenicia, trajo consigo un auge del comercio, pero también provocó conflictos entre grupos locales y la consolidación de estructuras de poder cada vez más jerárquicas.
En este contexto de guerras y disputas territoriales, los cráneos decapitados encontrados en yacimientos como Puig Castellar (Barcelona) y Ullastret (Girona) han sido interpretados de diversas formas. Algunas teorías apuntaban a que pertenecían a líderes venerados por su comunidad, mientras que otras sugerían que eran los restos de enemigos capturados en combate y expuestos para infundir miedo.

Para esclarecer este misterio, un equipo de investigadores analizó siete cráneos hallados en estos yacimientos utilizando análisis de isótopos de oxígeno y estroncio. Los resultados han permitido reconstruir el origen geográfico de los individuos y han arrojado pistas clave sobre su función en la sociedad ibérica.
Prisioneros de guerra o figuras veneradas: la clave está en la ubicación
El análisis de los cráneos reveló un patrón intrigante: la ubicación donde se encontraron los restos influía en su interpretación. En Puig Castellar, tres de los cuatro cráneos analizados pertenecían a personas que no eran locales. Además, estos restos fueron hallados en la entrada del asentamiento, lo que sugiere que eran exhibidos como trofeos de guerra. Este hallazgo refuerza la idea de que algunos de estos cráneos podrían haber pertenecido a enemigos derrotados, posiblemente como una forma de demostrar poder y autoridad.
Por otro lado, en Ullastret (considerado como uno de los mayores asentamientos ibéricos de Cataluña), dos de los tres cráneos estudiados eran de personas que sí eran originarias del lugar. Sin embargo, en este caso, los restos no estaban en espacios públicos, sino en viviendas privadas. Esto sugiere que estas cabezas no eran de enemigos, sino de individuos importantes dentro de la comunidad, posiblemente líderes o figuras veneradas después de su muerte.
El tercer cráneo de Ullastret, sin embargo, pertenecía a un forastero y fue encontrado en una fosa. Esta práctica recuerda a los rituales documentados entre los galos del sur de Francia, donde los cráneos de enemigos eran almacenados en cajas o enterrados en depósitos especiales.
¿Cómo seleccionaban a las víctimas?
El estudio también reveló que los individuos decapitados no eran elegidos al azar. Todos eran varones jóvenes o en la plenitud de la vida, lo que sugiere que la selección estaba vinculada a su papel en la sociedad o en los conflictos armados.
Además, algunas de las cabezas presentaban signos de haber sido tratadas antes de su exhibición. En algunos casos, los investigadores han identificado cortes en los huesos que sugieren la eliminación de carne y tejidos antes de su exposición. También hay indicios de que se usaron sustancias como aceite de cedro para su conservación, lo que indica que esta práctica no era un acto improvisado, sino un ritual con un significado profundo.

Violencia y jerarquía en la Iberia prerromana
Estos hallazgos refuerzan la idea de que la violencia desempeñaba un papel fundamental en la construcción de la identidad y el poder en las comunidades ibéricas de la Edad del Hierro. La exhibición de cabezas cortadas no solo servía para atemorizar a los enemigos, sino también para reforzar la cohesión social y la estructura jerárquica.
Los cráneos de Puig Castellar parecen demostrar que estas comunidades usaban la violencia de manera explícita para marcar el territorio y dejar claro quiénes dominaban la región. Mientras tanto, los restos de Ullastret sugieren que algunos de los cráneos pertenecían a miembros de la élite que seguían teniendo un papel simbólico incluso después de la muerte.
¿Qué más pueden revelar estos cráneos?
A pesar de los avances en la investigación, aún quedan muchas incógnitas por resolver. Los análisis isotópicos han permitido reconstruir el origen de algunos de estos individuos, pero el siguiente paso será investigar más restos para entender mejor las redes de movilidad y los contactos entre diferentes comunidades.
Además, el estudio de las marcas en los huesos podría arrojar más información sobre los rituales asociados a estas decapitaciones. ¿Fueron ejecutados en ceremonias públicas? ¿Se les sometía a algún tipo de mutilación previa? ¿Existen paralelismos con otras culturas contemporáneas en el Mediterráneo?
El misterio de las cabezas cortadas de la Iberia prerromana no ha sido resuelto por completo, pero este estudio ha dado un paso importante para comprender cómo la guerra, la religión y el poder se entrelazaban en estas sociedades.
Referencias
- Fuente-Seoane R, López-Onaindia D, Codina Falgas F, et al. Territorialisation and human mobility during the Iron Age in NE Iberia: An approach through Isotope Analyses of the Severed Heads from Puig Castellar (Barcelona, Spain) and Ullastret (Girona, Spain). J Archaeol Sci Rep. 2025;62:105035. DOI: 10.1016/j.jasrep.2025.105035