Durante más de tres siglos, Gibraltar ha sido símbolo de disputa, tensiones diplomáticas y desencuentros entre dos grandes potencias: España y Reino Unido. La Verja que separa el Peñón de la localidad gaditana de La Línea de la Concepción no era solo una reja metálica: era el símbolo de una historia inconclusa.
El 11 de junio de 2025, un nuevo acuerdo histórico sobre Gibraltar internacional ha cambiado ese paisaje para siempre. El tratado alcanzado entre la Unión Europea, el Reino Unido, España y Gibraltar pone fin a una de las últimas fronteras activas del continente europeo, abriendo una nueva etapa marcada por la cooperación, la movilidad y el diálogo. Pero ¿cómo se ha llegado hasta aquí? ¿Y qué implica realmente este pacto? ¿Qué cambia con el acuerdo de Gibraltar?
La Verja: un límite físico en disputa desde el siglo XIX
Aunque el Tratado de Utrecht de 1713 cedió a Gran Bretaña "la ciudad y el castillo de Gibraltar, su puerto y sus defensas", no incluyó el istmo donde hoy se sitúa la Verja. Desde el punto de vista español, ese terreno ha sido ocupado ilegalmente, primero mediante construcciones provisionales (como barracones para epidemias en 1815 y 1854) y luego con una verja definitiva levantada en 1908, que terminó delimitando 106 de las 156 hectáreas de la zona desmilitarizada española.
La controversia se agravó con la construcción del aeropuerto de Gibraltar sobre terreno que España considera suyo, y con la prolongación de instalaciones británicas en zonas cuya soberanía se discute abiertamente. Para España, la Verja no era una frontera sino un "puesto de control policial" en territorio nacional. Para Reino Unido, una frontera internacional plenamente operativa. Así se configuró el desacuerdo sobre su naturaleza jurídica.

Franco y el cierre: la verja como arma diplomática
La dimensión simbólica de la Verja alcanzó su máxima expresión con el cierre ordenado por Franco en 1969, tras el referéndum en el que los gibraltareños votaron a favor de mantener su vínculo con el Reino Unido. Aquel cierre total —peatonal, comercial, telefónico, postal— aisló al Peñón del resto del mundo, convirtiendo la Verja en un muro ideológico durante más de una década.
España justificó la clausura como un cumplimiento riguroso del Tratado de Utrecht, pero en la práctica se trataba de una reacción diplomática que dejó profundas cicatrices en la economía y en la vida cotidiana de miles de trabajadores españoles. El aislamiento solo empezó a revertirse en 1982, con la reapertura peatonal, y en 1985, con el tránsito vehicular. Para entonces, la Verja ya era una cicatriz heredada del franquismo y de la Guerra Fría.

Los años 2000: propuestas de soberanía compartida y fracasos
Con la democracia consolidada, España impulsó varias fórmulas para resolver el estatus de Gibraltar. Desde la propuesta de Fernando Morán en 1985, que ofrecía un periodo de transición con mantenimiento del autogobierno, hasta la negociación Aznar-Blair de 2002, que incluso llegó a un preacuerdo de soberanía compartida indefinida.
Pero en todos los casos, la voluntad popular de los gibraltareños bloqueó cualquier avance político. En 2002, el rechazo masivo en referéndum a la soberanía compartida dejó claro que el conflicto no podía resolverse sin tener en cuenta a la población del Peñón. Y así, el debate se congeló… hasta que llegó el Brexit.
Brexit: una grieta que reabrió la agenda
La salida del Reino Unido de la Unión Europea supuso una amenaza para la fluidez fronteriza que se había alcanzado con tanto esfuerzo. Miles de trabajadores transfronterizos, negocios, servicios y familias dependían de esa conexión diaria. Si no se encontraba una solución, la Verja iba a convertirse otra vez en un muro.
Durante años, se temió un regreso a los controles duros y a las colas interminables. Pero la UE, España, Reino Unido y Gibraltar supieron aprovechar esa presión para generar una alternativa inédita: un acuerdo que no zanja la soberanía, pero que prioriza la movilidad, la seguridad y la convivencia por encima de las banderas.

El acuerdo de 2025: una frontera que ya no se pisa
El pacto firmado en junio de 2025 elimina los controles físicos en la Verja y los traslada al puerto y aeropuerto de Gibraltar. Allí, autoridades españolas y gibraltareñas cooperarán de forma conjunta, bajo un modelo similar al del Eurostar entre Londres y París. Gibraltar se incorpora de facto al espacio Schengen, lo que significa que las personas podrán circular libremente desde España sin mostrar documentación en la Verja.
La Verja era el último muro de la Europa continental
José Manuel Álvarez
Los británicos, en cambio, deberán presentar pasaporte para entrar, ya que el Reino Unido no forma parte de Schengen. Es decir, la Verja desaparece… pero los controles migratorios se mantienen, solo que en otro lugar y con otra lógica.
Además, se han sentado las bases para una futura unión aduanera entre Gibraltar y la UE, lo que implicará una armonización fiscal y comercial que puede reconfigurar por completo la economía del Peñón.
El documento oficial: claves técnicas y políticas del acuerdo
Una declaración conjunta emitida por la Comisión Europea, y firmada por las partes implicadas en las negociaciones —España, Reino Unido, Gibraltar y la UE—, confirmó que el objetivo del acuerdo no es solo eliminar controles físicos y facilitar la movilidad, sino garantizar la prosperidad de toda la región, sin perjuicio de las posiciones legales sobre la soberanía. El texto oficial establece una futura unión aduanera entre la UE y Gibraltar, coordinación de políticas fiscales y medioambientales, y un sistema de doble control fronterizo en el puerto y aeropuerto del Peñón. También incluye compromisos en materia de ayudas de Estado, trabajo, comercio sostenible y la lucha contra el blanqueo de capitales, junto con un mecanismo financiero para fomentar la cohesión social y económica en el entorno del Campo de Gibraltar.
¿Necesitaré pasaporte para entrar en Gibraltar?: quiénes sí y quiénes no
Con el nuevo acuerdo firmado en junio de 2025, Gibraltar se incorpora de facto al espacio Schengen, y los controles fronterizos ya no se harán en la Verja, sino en el puerto y el aeropuerto del Peñón. Esta nueva configuración cambia las reglas para entrar o salir dependiendo de tu nacionalidad.
Sí necesitas pasaporte
Si eres ciudadano del Reino Unido, necesitarás pasaporte para entrar en Gibraltar desde España o cualquier otro país del espacio Schengen. Como el Reino Unido es un país tercero para Schengen, las autoridades españolas realizarán controles migratorios en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar, y te exigirán un pasaporte válido.
No necesitas pasaporte
Si eres ciudadano de un país del espacio Schengen, como España, no necesitarás pasaporte ni visado para entrar o salir de Gibraltar. La antigua Verja dejará de ser un punto de control, y podrás cruzar sin mostrar documentación, igual que entre dos países Schengen.
En resumen
La Verja desaparece, pero los controles no. Se trasladan y se adaptan al sistema Schengen. Si vienes desde la UE, circularás libremente. Si vienes del Reino Unido, necesitarás tu pasaporte en regla.
¿Y la soberanía? Una batalla que se posterga
Conviene subrayar que este acuerdo no cambia el estatus legal del territorio. España no renuncia a su reivindicación histórica, ni Reino Unido a su soberanía de facto. Pero por primera vez en mucho tiempo, ambas partes aceptan gestionar la realidad sin resolver el fondo del conflicto. Es una tregua práctica, que busca mejorar la vida de los ciudadanos antes que resolver debates jurídicos complejos.
La conclusión principal es que estamos ante algo histórico por lo que tenemos que estar contentos [...] hay cuestiones que no se han tenido en cuenta
Juan Franco Rodríguez
Podría decirse que el acuerdo “despolitiza” la Verja sin borrar el conflicto, algo que en el pasado habría parecido imposible.
Un modelo para Europa
La desaparición de la Verja de Gibraltar marca el fin de la última frontera física activa en Europa Occidental. Es más que un gesto: es una forma de entender que los conflictos territoriales pueden evolucionar sin necesidad de vencedores ni vencidos.
No se ha resuelto todo, pero sí se ha desactivado una fuente constante de fricción. En un continente donde las tensiones por las fronteras resurgen cíclicamente, Gibraltar ofrece ahora una lección de diplomacia lenta, pragmática y profundamente simbólica.