La imagen tradicional de la Edad media, como la de muchos otros periodos históricos, se ha construido desde una profunda visión androcéntrica. Con frecuencia, se ha relegado a las mujeres a los márgenes tanto en la historiografía como en las artes visuales. Sin embargo, las investigaciones recientes han comenzado a rescatar del olvido a figuras femeninas que participaron de forma activa en la vida cultural, musical y escénica medieval. Fueron las juglaresas, las músicas, las bailarinas y las soldadeiras. En el arte románico peninsular, estas mujeres dejaron un rastro iconográfico significativo que, aún hoy, puede visitarse. Ahora, el reciente estudio de Javier Castiñeiras López sobre los tímpanos gallegos de San Miguel do Monte y Santa María de Ucelle ha permitido recuperar esa memoria a través de un análisis minucioso de las imágenes esculpidas en piedra.
El contexto visual de la juglaría en el románico
En el arte románico europeo, las escenas de juglares y músicos que interpretan sus canciones proliferan con fuerza a partir del siglo XII. Se presentan en una gran variedad de soportes, desde miniaturas iluminadas hasta capiteles, canecillos y tímpanos escultóricos.
Tradicionalmente, estas representaciones se interpretaron de manera negativa, ya que solían asociarse al pecado, la marginalidad o el entretenimiento mundano frente a lo sagrado. Esta visión se refuerza por su localización en zonas marginales de los templos, como los aleros o las arquivoltas. Sin embargo, algunos programas escultóricos rompen con esta lógica espacial y semántica al situar escenas de juglaría en lugares centrales como los tímpanos.

¿Cómo identificar a una juglaresa?
Uno de los principales desafíos cuando se investiga la iconografía juglaresca femenina radica en la ambigüedad sexual que presentan las figuras. Las esculturas románicas, de ejecución, por lo general, tosca y esquemática, no siempre permiten identificar el género. No obstante, algunas claves formales facilitan el reconocimiento de los personajes femeninos en algunas escenas. Así, la presencia de faldas largas hasta los tobillos, el uso de tocados o melenas, y determinadas posturas corporales asociadas a la danza suelen caracterizar a las mujeres de la juglaría. En el caso del románico gallego, algunas representaciones parecen mostrar sin ambigüedad a juglaresas, como ocurre en Santa María de Ucelle, donde una figura femenina toca un pandero.
Bailarinas, soldadeiras y mujeres músicas
La cultura visual románica exploró con frecuencia el motivo de la danza, utilizando, para ello, el modelo iconográfico tomado de la imagen bíblica de Salomé. Este referente aportaba una fuerte carga moralizante, ya que la danza se vinculaba con la lujuria, el deseo y el castigo. A las bailarinas del arte románico, por tanto, se las representaba adoptando contorsionismos de gran expresividad, cuya exageración servía para acentuar ese carácter pecaminoso. Sin embargo, en ciertos contextos, estas figuras también podían manifestar un valor simbólico más ambiguo o incluso positivo.
Una figura clave para entender este universo femenino de las artes medievales es la de las soldadeiras, las cantantes y bailarinas que acompañaban a los juglares en sus periplos por las cortes y las ciudades. Si bien los textos líricos galaico-portugueses las mencionan con tono burlesco o despectivo, también dejan entrever su relevancia dentro del mundo del espectáculo medieval. La posibilidad de que algunas de las bailarinas esculpidas en Galicia representen a soldadeiras ofrece una interesante convergencia entre la literatura y la escultura.

El caso excepcional de San Miguel do Monte: ¿denuncia moral o exaltación de la música?
En lo que a la representación de las juglaresas se refiere, el tímpano de la iglesia de San Miguel do Monte (Chantada, Lugo) ofrece una escena insólita. Se observan tres figuras distribuidas en ambos lados del relieve, entre las que se encuentran dos músicos y una bailarina. Uno de los músicos, sentado y tocando un violín, se ha identificado con el rey David por la peana con forma de león sobre la que descansa. Esta interpretación lo vincularía con la tradición iconográfica del salmista, lo que permitiría considerar la escena no como una simple muestra de juglaría profana, sino como una “juglaría a lo divino”.
Por su parte, la figura de la bailarina, en el lado derecho, adopta una postura de extrema torsión corporal, formando una especie de arco con su cuerpo. Esta posición, habitual en el repertorio románico aragonés y presente también en manuscritos iluminados posteriores, sugiere una clara filiación con la iconografía de Salomé, aunque adaptada a un nuevo contexto.
La localización de esta escena en un tímpano —el espacio más relevante de la fachada del templo— obliga a reconsiderar su significado. ¿Acaso no se pretendía, en este caso, una exaltación simbólica de la música sagrada más que una denuncia moral?

Santa María de Ucelle: música femenina sin danza
Otro de los ejemplos usados por Castiñeiras López para explorar el mundo de la juglaría femenina procede de la iglesia de Santa María de Ucelle, en Coles (Ourense). En este caso, el tímpano muestra dos figuras: un músico masculino y una mujer que toca el pandero, lo que constituye uno de los escasísimos ejemplos documentados de mujeres músicas en el románico gallego.
La ausencia de elementos coreográficos y la frontalidad de las figuras podrían reflejar un mensaje diferente al de San Miguel do Monte. En el caso de la iglesia de Santa María, la imagen parece destacar el papel de la mujer como intérprete musical. Está desprovisto, así, del componente provocador o lujurioso que suele asociarse a la danza.
Las escenas de una y otra iglesia, aunque similares en composición, presentan diferencias significativas que plantean interrogantes sobre su intención iconográfica y sobre los modelos visuales empleados por los artífices locales. ¿Se buscaba transmitir una enseñanza moral? ¿Una exaltación religiosa? ¿O, quizás, una simple evocación del universo festivo y sonoro medieval?

Interpretaciones abiertas, memoria rescatada
El análisis conjunto de estas imágenes confirma que la representación de las mujeres juglaresas en el románico gallego fue rica y variada, aunque también ambigua. Aunque muchas escenas parecen querer vituperar a las mujeres artistas, otras colocan a las juglaresas y danzarinas en los espacios centrales de los templos cristianos. Es más: la presencia femenina incluso llega a inscribrse en narrativas bíblicas, lo que arroja una luz más favorable sobre su prefesión . La inclusión de estas figuras femeninas en los tímpanos y otros elementos arquitectónicos destacados sugiere que el papel de la mujer como agente del arte, además de ser tolerado, también se visibilizó.
Además, el carácter híbrido de estas representaciones —a medio camino entre lo profano y lo sagrado, lo marginal y lo central— refleja la complejidad del imaginario medieval, que no siempre se ajusta a las categorías modernas. Así, las juglaresas, músicas y bailarinas del románico gallego no solo amplían nuestro conocimiento del papel femenino en la Edad Media, sino que alientan una lectura más matizada y plural del arte medieval.
Referencias
- Castiñeiras López, J. 2024. "La juglaría femenina en la cultura visual románica. Los tímpanos de San Miguel do Monte y Santa María de Ucelle". Cuadernos de estudios gallegos, 71.137, e02. DOI: https://doi.org/10.3989/ceg.2024.137.02