Estudiantes de arqueología descubren en Carolina del Norte un barco de guerra español hundido hace 277 años, en un hallazgo que reescribe la historia colonial

Un hallazgo arqueológico en la desembocadura del río Cape Fear podría cerrar un misterio de casi tres siglos sobre un ataque español que marcó la historia de las colonias británicas.
En las orillas fangosas de Carolina del Norte, estudiantes de arqueología podrían haber hallado los restos de un antiguo barco español
En las orillas fangosas de Carolina del Norte, estudiantes de arqueología podrían haber hallado los restos de un antiguo barco español. Fotos: ECU Program in Maritime Studies/Wikimedia/Christian Pérez

En las orillas pantanosas del sur de Carolina del Norte, donde las aguas del río Cape Fear se mezclan con el Atlántico, un equipo de arqueólogos marinos y estudiantes universitarios ha recuperado lo que podrían ser los restos de uno de los barcos más temidos del siglo XVIII: el corsario español La Fortuna. La historia de esta embarcación, que se hundió en 1748 durante un violento enfrentamiento con la colonia británica de Brunswick, había permanecido sumida en las brumas del pasado.

El hallazgo, realizado durante una campaña de verano en el histórico enclave de Brunswick Town/Fort Anderson, ha sacado a la luz más de cuarenta fragmentos de madera perfectamente conservados. Los análisis preliminares revelan que se trata de ciprés de Monterrey o ciprés mexicano, especies que en aquella época solo podían obtenerse en territorios de la América española. Este detalle, unido a la localización del pecio y a la presencia cercana de un cañón recuperado en 1985, apuntan de manera convincente hacia la identidad del navío.

Lo que comenzó como una sencilla inspección de antiguos muelles coloniales terminó convirtiéndose en un hallazgo de enorme valor histórico. La visibilidad en el agua era mínima, la corriente arrastraba sedimentos, y la operación parecía rutinaria hasta que, emergiendo del barro, aparecieron las curvadas cuadernas y las planchas de madera de una estructura náutica que llevaba casi tres siglos oculta.

El ataque de 1748: una guerra poco recordada

Para comprender la magnitud de este descubrimiento hay que retroceder a septiembre de 1748, en plena Guerra del Rey Jorge, un conflicto que enfrentó a Gran Bretaña contra Francia y España en varios frentes, incluido el Atlántico occidental. La costa de las Carolinas era, en aquel entonces, una zona codiciada por corsarios y mercantes, y Brunswick, con su puerto activo y próspero, se convirtió en un objetivo perfecto.

La Fortuna, un corsario español procedente de Cuba, encabezó un ataque coordinado sobre el puerto. Sus hombres desembarcaron y ocuparon la localidad, pero la respuesta de la milicia local fue rápida y contundente. Tras intensos combates en tierra, los atacantes se vieron obligados a replegarse a bordo del barco. Desde allí, intercambiaron fuego de artillería con las defensas coloniales, hasta que un incidente provocó una explosión catastrófica que acabó con la vida del capitán, la oficialidad y buena parte de la tripulación.

Un mosaico de Claude Howell y Catherine Hendricksen ilustra el ataque español de 1748
Un mosaico de Claude Howell y Catherine Hendricksen ilustra el ataque español de 1748 y se exhibe en el centro de visitantes de Brunswick Town y Fort Anderson. Foto: North Carolina State Historic Sites/Christian Pérez

El botín recuperado de aquel naufragio tuvo un destino muy concreto: la financiación de dos iglesias coloniales, una en Brunswick y otra en la vecina Wilmington. Ese episodio, aunque poco conocido fuera de Carolina del Norte, forma parte de una etapa crucial en la historia colonial, marcada por la lucha por el control marítimo y el comercio en el Nuevo Mundo.

Cuatro pecios y un legado sumergido

La expedición no solo recuperó lo que podría ser La Fortuna. En el mismo sector del río se localizaron los restos de otros tres naufragios, todos ellos en un estado de conservación asombroso gracias a las condiciones del fondo fangoso. Uno parece haber servido como relleno para ganar terreno al agua en la zona del muelle colonial; otro podría ser una embarcación plana de época colonial, destinada a transportar mercancías y pasajeros entre el puerto y las plantaciones cercanas; el cuarto, apenas visible bajo el barro, sigue siendo un enigma para los investigadores.

Junto a los restos de los barcos, el equipo localizó infraestructuras portuarias como muelles de madera y una antigua calzada que cruzaba el humedal. Son vestigios que ayudan a reconstruir la vida cotidiana en uno de los puertos más activos de la región antes de la Guerra de Independencia. Brunswick fue arrasada por tropas británicas en 1776 y jamás reconstruida, quedando congelada en el tiempo como una cápsula arqueológica.

Rescate de maderas en riesgo que podrían pertenecer al naufragio del siglo XVIII de La Fortuna
Rescate de maderas en riesgo que podrían pertenecer al naufragio del siglo XVIII de La Fortuna. Foto: ECU Program in Maritime Studies

Una carrera contra la erosión

El hallazgo de La Fortuna y de los demás pecios no ha llegado en un momento cualquiera. La zona donde se encuentran está amenazada por la erosión costera, el dragado de canales y el impacto de tormentas cada vez más intensas. Estos factores aceleran el deterioro de los restos sumergidos y obligaron a realizar una recuperación de emergencia.

Los fragmentos extraídos han sido trasladados al laboratorio de conservación Queen Anne’s Revenge en Greenville, donde se someterán a un tratamiento especializado para frenar su degradación. El objetivo final es intentar reconstruir parte de la estructura del barco, lo que permitiría confirmar su identidad y, quizá, exponerlo en el futuro como testimonio de un episodio olvidado de la historia atlántica.

La posibilidad de estar ante los restos de un corsario que participó en la lucha colonial hispano-británica abre una nueva ventana para el estudio de las relaciones y rivalidades en el siglo XVIII. No solo es una historia de batallas navales, sino también de comercio, espionaje y control de rutas marítimas que unían —y enfrentaban— a Europa y América.

Brunswick, antiguo puerto previo a la Revolución en el río Cape Fear, fue destruido por tropas británicas en 1776 y nunca reconstruido
Brunswick, antiguo puerto previo a la Revolución en el río Cape Fear, fue destruido por tropas británicas en 1776 y nunca reconstruido. Foto: ECU Program in Maritime Studies

Redescubriendo un capítulo olvidado

Este hallazgo recuerda que la historia de la colonización europea en América del Norte no se reduce a británicos y franceses. España, con su red de puertos y colonias caribeñas, ejerció una influencia directa sobre la costa atlántica de lo que hoy es Estados Unidos, aunque esa huella sea menos visible en el imaginario popular.

El caso de La Fortuna es una pieza que encaja en un mosaico mayor: la lucha por el control marítimo, los ataques de corsarios autorizados por las coronas europeas y la capacidad de las pequeñas comunidades coloniales para defenderse. En Brunswick, la explosión de aquel barco no solo significó la derrota de un ataque, sino que dejó un legado material —los tesoros recuperados— y un recuerdo que, con el paso de los siglos, se transformó en leyenda.

Hoy, con la madera rescatada del barro y protegida en laboratorio, la historia vuelve a emerger, lista para ser contada con nuevos datos, nuevas preguntas y la misma fascinación por un tiempo en el que las aguas del Atlántico eran escenario de guerra, comercio y aventura.

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