Las culturas nómadas de la estepa euroasiática, en especial los escitas y los sármatas, se han asociado desde la antigüedad con el mito de las amazonas. Así, algunos autores griegos, como Heródoto, ya recogieron datos que buscaban sostener esta visión. Ahora, la arqueología cuenta con las herramientas necesarias para reconstruir la realidad detrás del mito. Los hallazgos de tumbas femeninas con armas, junto con las representaciones artísticas y las referencias escritas, demuestran que el culto a las mujeres guerreras y gobernantes tuvo un papel fundamental en la construcción del poder entre los escitas y los sármatas. Los estudios recientes han explorado cómo funcionaba este culto, en el que se entrelazaban tres figuras femeninas principales: la guerrera armada, la soberana y la diosa protectora.
Mujeres armadas en la estepa, entre el mito y la realidad
Aunque la presencia de mujeres con armas en el registro arqueológico se documenta en toda Eurasia desde tiempos remotos, solo en la Edad del Hierro nómada estas sepulturas se verifican con una frecuencia notable, sobre todo en la región septentrional del mar Negro. Es en este contexto donde los testimonios griegos sobre las amazonas encuentran un correlato arqueológico.
Con todo, los investigadores han notado que, en la iconografía escita y sármata, se aprecia una dualidad digna de mención. Mientras que el arte griego representaba, en ocasiones, a mujeres armadas (las llamadas amazonas), el arte escita prefería mostrar, sobre todo, a diosas y figuras regias femeninas desprovistas de armamento.
Este hecho parece reflejar una distinción cultural clara. En el mundo escita, las mujeres combatientes existían y se las enterraba con sus armas al morir; sin embargo, no se las inmortalizaba en el arte aristocrático. El ámbito simbólico se reservaba a las diosas y las reinas.

Diosas escitas: Tabiti, Api y Argimpasa
La religión escita giraba en torno a tres divinidades femeninas principales, cuya iconografía ayuda a entender la dimensión sagrada del poder femenino. Tales divinidades representaban la legitimidad del poder y la unión entre lo divino y lo humano. La reina escita aparecía así como una encarnación terrenal de la diosa que reforzaba el vínculo entre soberanía y sacralidad.
Tabiti, identificada por Heródoto con Hestia, era la diosa del fuego y del hogar. Se la consideraba la reina de los escitas y su culto estaba ligado al fuego eterno, que simbolizaba la estabilidad del estado. Desde un puntode vista iconográfico, se reconoce en escenas que cuentan con altares en los que arde un fuego o en asociaciones simbólicas con la liebre, un animal que aparece en placas de oro halladas en tumbas aristocráticas.
La diosa Api, por su parte, representaba a la tierra fértil. Figura menos antropomorfizada en sus representaciones, presenta dificultades paraa poder identificarla en el registro material.
En cuanto a Argimpasa, los investigadores la vinculan en perfil y función a otras diosas de la antigüedad, como Ishtar en Mesopotamia y Afrodita Urania en Grecia. Su iconografía la muestra como la señora de los animales, a menudo con alas o con miembros zoomórficos, mientras sostiene cabezas humanas en ritos de iniciación. Esta compleja figura sintetizaba la sexualidad, la fecundidad y la violencia ritual.

El enterramiento de Zelenoe: una joven guerrera y soberana
Uno de los ejemplos más espectaculares que demuestra la unión entre lo militar y lo sagrado en el culto femenino escita procede del kurgán n.º 5 de Zelenoe, en la región de Jersón (Ucrania). En este túmulo escita, se halló la tumba de una adolescente enterrada con un conjunto único de armas, adornos y símbolos regios.
El ajuar incluía una armadura de cuero recubierta de placas metálicas, un casco, puntas de lanza y jabalina, piedras de honda y mangos de hierro. Junto a estos elementos bélicos, aparecieron otros objetos culturalmente asociados a la esfera femenina: un espejo de bronce, collares de vidrio, un tocado con placas de oro y utensilios cosméticos descritos ya por Heródoto.
Particularmente reveladoras resultaron las placas de oro cosidas al tocado. Unas representaban liebres, símbolo de Tabiti, mientras que otras mostraban rostros humanos con rasgos zoomórficos, que aludían a Argimpasa. Este hallazgo demuestra, según los estudosos, que la joven no solo era una guerrera, sino también una figura que gozaba de estatus real y con atribuciones sagradas, quizá comparable a la legendaria reina maságeta Tomiris.

Las reinas guerreras: entre Tomiris y las amazonas
El caso de Tomiris, narrado por Heródoto, se convierte en uno de los paralelos históricos más interesantes. Según los textos de la antigüedad, Tomiris, reina de los maságetas, derrotó al mismísimo Ciro el Grande de Persia en el siglo VI a. C. Su nombre, según algunos estudios, podría vincularse etimológicamente a Tabiti, lo que reforzaría la relación entre soberanía femenina y divinidad.
Las reinas guerreras escitas y sármatas se concebían como encarnaciones vivientes de las diosas, capaces de ejercer tanto el poder político como la violencia ritual y militar. Habrían gobernado, por tanto, en nombre de las potencias sagradas de la estepa. Este modelo de liderazgo femenino marcó un contraste con las sociedades griegas, donde las amazonas se percibían como un mito exótico, a la vez fascinante y perturbador. Para los escitas, por el contrario, representaban un componente real de su cultura.

El culto a las mujeres guerreras en el Cáucaso
Aunque más raros, en Azerbaiyán también se han documentado enterramientos femeninos con armas, como los de Plovdag en Najicheván. En el túmulo n.º 6, se inhumó a una mujer con un carcaj de flechas de obsidiana, junto al cuerpo de un niño, y acompañada de joyas y adornos. Otro túmulo contenía una diadema y puntas de flecha, una asociación material que parece confirmar el papel de las armas en la construcción del prestigio femenino. Los testimonios escritos de Estrabón y Arriano, que sitúan a las amazonas en la región caucásica, parecen verse reforzados por estos hallazgos arqueológicos.
Entre lo sagrado y lo político
El culto a las mujeres guerreras en las culturas escitas y sármatas se configuró como un complejo sistema simbólico en el que se fusionaban mito, religión y poder. Las diosas proporcionaban el marco sagrado, las reinas lo encarnaban en el ámbito político y las guerreras lo materializaban en la práctica militar.
Aunque el arte escita evitaba representar a las mujeres armadas, los enterramientos y los objetos rituales apuntan a que estas figuras se veneraban y trascendían el campo de batalla. Eran símbolos de legitimidad, intermediarias con lo divino y garantes de la estabilidad del grupo nómada. Los escitas y los sármatas, por tanto, manejaban una concepción propia del poder femenino: no como excepción, sino como parte integrante de una cosmovisión donde lo bélico y lo sagrado se unían bajo el mando de mujeres poderosas.
Referencias
- Hasanov, Zaur. 2018. "The cult of female warriors and rulers in the Scythian and Sarmatian Cultures". Annales Universitatis Apulensis Series Historica, 22.1: 131-150. DOI: 10.29302/AUASH/article-5