Un hallazgo sorprende a los científicos: una hormiga pone huevos que dan lugar a dos especies diferentes y desafía las reglas conocidas de la biología

Una hormiga reina ha sido descubierta clonando machos de otra especie para que sus hijas puedan trabajar y sobrevivir, desafiando las leyes de la genética y lo que creíamos saber sobre las especies.
Dos machos de especies diferentes, nacidos de la misma madre: a la izquierda, Messor ibericus; a la derecha, Messor structor
Dos machos de especies diferentes, nacidos de la misma madre: a la izquierda, Messor ibericus; a la derecha, Messor structor. Foto: Jonathan Romiguier

En el intrincado y milenario universo de las hormigas, donde la evolución ha producido algunas de las estructuras sociales más complejas del planeta, acaba de descubrirse un fenómeno que rompe con todo lo que creíamos saber sobre la reproducción y los límites entre especies. Un equipo de científicos liderado por Jonathan Romiguier, de la Universidad de Montpellier, ha documentado un caso único de clonación entre especies en el que una hormiga reina necesita literalmente dar a luz a machos de otra especie para mantener viva su colonia.

Este hallazgo, publicado recientemente en la revista Nature, es más que una rareza biológica; es una revelación que desafía los conceptos clásicos de especie, reproducción e identidad genética. Lo que han encontrado los investigadores es tan inesperado como desconcertante. La protagonista de esta historia es Messor ibericus, una hormiga recolectora del sur de Europa. Sus reinas no solo producen descendencia de su propia especie, como dicta la norma en la naturaleza, sino que también generan individuos de otra especie completamente distinta: Messor structor.

Un enigma que surgió del suelo

Todo comenzó con una sospecha. Al estudiar colonias de Messor ibericus en diversas regiones del Mediterráneo, los científicos notaron un patrón extraño en el ADN de las obreras. Estas mostraban una mezcla genética que no encajaba con una única especie, lo que sugería hibridación. Pero el verdadero desconcierto surgió cuando descubrieron que en lugares donde no había rastro alguno de Messor structor, las colonias de Messor ibericus seguían produciendo obreras híbridas.

¿Cómo podía una reina aparearse con machos de otra especie si esta no estaba presente en su entorno? La respuesta, tan asombrosa como inverosímil, surgió tras años de observaciones de campo y pruebas genéticas. Los investigadores excavaron más de 50 nidos y lograron identificar 132 machos en 26 colonias. Algunos eran peludos —un rasgo típico de Messor ibericus— y otros eran completamente lampiños, como Messor structor. Las pruebas genéticas confirmaron lo que parecía imposible: todos habían sido puestos por la misma madre, una reina de Messor ibericus.

Las reinas de la hormiga ibérica son capaces de poner huevos que dan lugar a machos de dos especies distintas
Las reinas de la hormiga ibérica son capaces de poner huevos que dan lugar a machos de dos especies distintas. Foto: Jonathan Romiguier

Y lo más increíble: los machos Messor structor nacidos en estas colonias compartían el ADN mitocondrial de su madre, lo que significa que habían sido gestados en su interior, a pesar de pertenecer genéticamente a otra especie.

Clonación entre especies: una nueva frontera evolutiva

Lo que ocurre en estas colonias va mucho más allá del mestizaje o la hibridación casual. La reina almacena el esperma de Messor structor en un órgano especializado llamado espermateca. Luego, utiliza ese esperma no para fecundar huevos como sería habitual, sino para clonar machos de Messor structor. Para lograrlo, elimina su propio material genético del huevo, permitiendo que el ADN del esperma sea el único que se exprese. El resultado es una copia clónica del macho de otra especie, nacida del cuerpo de una madre completamente ajena.

Los investigadores han bautizado este fenómeno como xenoparidad, un término que implica literalmente “dar a luz a lo ajeno”. Es la primera vez que se documenta algo así en el reino animal.

La necesidad de esta estrategia tiene una explicación funcional: las obreras —que son esenciales para el mantenimiento y la supervivencia de la colonia— solo pueden producirse mediante la combinación genética de ambas especies. Si una reina se aparea únicamente con machos de su propia especie, toda su descendencia acaba convirtiéndose en futuras reinas, pero sin obreras que cuiden de la colonia. La solución que ha encontrado la evolución en este caso es radical: producir ella misma a los machos que necesita para aparearse, aunque sean de otra especie.

Una estrategia que se convirtió en dependencia

La situación es aún más compleja. En palabras del propio Romiguier, recogidas por medios como New Scientist y Science, se trata de una forma de dependencia sexual en la que ambas especies ya no pueden vivir por separado. Las reinas de Messor ibericus necesitan los genes de Messor structor para crear obreras. Y los machos clonados de Messor structor, que ya no viven en sus propias colonias, solo pueden reproducirse con reinas de Messor ibericus. Una relación simbiótica, forzada por las circunstancias, que ha llevado a una especie a “llevar a otra en el bolsillo”, como lo describió poéticamente una bióloga evolutiva citada por Science.

Este tipo de relación recuerda a procesos de domesticación: como si Messor ibericus hubiese domesticado a Messor structor para garantizar su propia supervivencia. Y no solo eso: al clonar machos de otra especie, puede expandir sus colonias a regiones donde Messor structor jamás ha estado, como la isla de Sicilia o partes remotas del Mediterráneo.

Según los investigadores, esta relación inusual parece aportar ventajas evolutivas a ambas especies
Según los investigadores, esta relación inusual parece aportar ventajas evolutivas a ambas especies. Foto: Jonathan Romiguier

Pero esta convivencia evolutiva tiene un coste. Como los machos clonados no se reproducen sexualmente con hembras de su especie, no hay recombinación genética. Eso significa que, con el tiempo, están acumulando mutaciones perjudiciales que no pueden eliminar. Una situación que podría llevar al colapso de este sistema tan ingenioso como frágil.

A pesar de ello, de momento funciona. Las colonias híbridas se extienden por Europa con éxito, y su sistema reproductivo ha demostrado ser más eficaz que cualquier otra estrategia conocida entre las hormigas. Pero lo más desconcertante sigue siendo el hecho de que todo esto ocurre entre dos especies que, según el árbol de la vida, divergieron hace más de cinco millones de años. Una distancia evolutiva tan grande como la que separa a los humanos de los chimpancés.

Más preguntas que respuestas

El hallazgo no solo desvela una nueva estrategia de reproducción, sino que obliga a revisar las definiciones fundamentales de lo que es una especie. Tal como apuntan expertos citados en medios como Science, si dos especies no solo se cruzan, sino que una puede producir a la otra dentro de su cuerpo, ¿siguen siendo realmente especies distintas?

La biología, una vez más, demuestra que sus reglas no son absolutas. Lo que parecía imposible —como que una madre pueda tener hijos de otra especie— es en realidad una solución evolutiva que ha surgido de forma natural, modelada por la necesidad y la oportunidad.

Esta es la historia de una reina que no se conformó con las reglas impuestas por millones de años de evolución. Una historia que mezcla clonación, parasitismo, domesticación y simbiosis en un solo nido de hormigas. Una historia que redefine qué significa ser madre, qué significa ser especie y hasta dónde puede llegar la vida para sobrevivir.

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