Hallazgo en Canadá: el análisis genómico de dos dientes fósiles cambia lo que sabíamos sobre los mamuts y revela cruces entre especies durante 15.000 años

Dos dientes fosilizados han revelado una historia oculta de hibridación entre mamuts que duró miles de años y cambió para siempre la historia evolutiva del continente americano.
Reconstrucción realista de un grupo de mamuts en su hábitat helado
Reconstrucción realista de un grupo de mamuts en su hábitat helado. Nuevas pruebas genómicas revelan que estas majestuosas criaturas no solo coexistieron, sino que se cruzaron entre especies durante miles de años en lo que hoy es Canadá. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Durante décadas, los paleontólogos han clasificado a los mamuts norteamericanos en dos especies principales: el mamut lanudo, adaptado al frío extremo de las regiones árticas de Canadá y Siberia, y el colombino, más grande y menos peludo, que recorría las llanuras cálidas del sur de Estados Unidos y México. La separación entre ambos parecía clara, marcada por diferencias de hábitat, morfología y comportamiento. Pero un nuevo estudio, publicado en Biology Letters y liderado por Marianne Dehasque y su equipo, ha cambiado esa narrativa por completo.

Gracias al análisis genómico de dos molares fósiles hallados en la Columbia Británica, los investigadores han demostrado que estos mamuts no solo coexistieron, sino que se cruzaron repetidamente durante miles de años. El hallazgo revela un prolongado episodio de hibridación que tuvo lugar durante el Pleistoceno tardío, reconfigurando la historia evolutiva de estos gigantes y sugiriendo que la mezcla de especies fue mucho más común de lo que se pensaba.

Dos dientes, miles de años de historia

Todo comenzó con el hallazgo de dos dientes fósiles —uno en el lago Okanagan y otro en el lago Babine— datados en aproximadamente 25.000 y 36.000 años antes del presente, respectivamente. A simple vista, los molares parecían típicos del mamut lanudo: una estructura dental adaptada a los pastos duros y helados de las estepas del norte. Sin embargo, las apariencias engañan.

Cuando los científicos secuenciaron el ADN extraído de estos restos, descubrieron algo inesperado. Ambos ejemplares mostraban niveles significativos de ascendencia del mamut colombino. El más antiguo tenía cerca de un 22 % de genes colombinos, mientras que el más reciente alcanzaba casi el 35 %. Esto implica que los cruces entre ambas especies no fueron eventos aislados, sino parte de una historia evolutiva continua y sostenida en el tiempo.

El estudio no solo demostró la existencia de híbridos, sino también su importancia en términos evolutivos: estos mamuts híbridos presentaban una diversidad genética superior a la de sus parientes siberianos. Esa variabilidad pudo haberles conferido ventajas adaptativas ante los drásticos cambios climáticos que marcaban la transición entre glaciaciones.

Uno de los molares de mamut con rasgos híbridos que fueron objeto de análisis en la investigación
Uno de los molares de mamut con rasgos híbridos que fueron objeto de análisis en la investigación. Foto: Laura Termes/Christian Pérez

Cuando las especies no respetan las fronteras

El estudio de Dehasque y sus colegas forma parte de una línea de investigación iniciada en 2021, cuando se secuenció por primera vez ADN de un mamut de la línea de Krestovka, de unos 1,2 millones de años de antigüedad. Esta especie, distinta del linaje tradicional de mamuts esteparios, resultó ser uno de los progenitores del mamut colombino. Ya entonces, los científicos se dieron cuenta de que la evolución de los mamuts era mucho más compleja que un simple árbol genealógico con ramas separadas.

Lo que ahora se confirma es que la hibridación no terminó con la aparición del mamut colombino. Durante miles de años, hubo un ir y venir genético entre especies. El ADN nuclear revela un flujo bidireccional, aunque con una peculiaridad: la mayor parte del intercambio fue desde machos colombinos hacia hembras lanudas. Esta asimetría se explica porque el ADN mitocondrial —que se transmite solo por vía materna— de los híbridos pertenece exclusivamente a mamuts lanudos.

El papel de la hibridación en la evolución

La idea de que especies distintas pueden producir descendencia fértil no es nueva, pero ha sido tradicionalmente considerada una excepción. En la era de la genómica, sin embargo, este paradigma se tambalea. El caso de los mamuts refuerza la noción de que la hibridación puede ser una fuerza evolutiva clave, capaz de generar nuevas combinaciones genéticas con valor adaptativo.

En este sentido, los mamuts se suman a una lista creciente de animales prehistóricos —y actuales— que evolucionaron gracias a la mezcla entre linajes. Ya se han documentado casos similares en osos polares y pardos, leones y hasta humanos modernos con neandertales. El patrón es claro: cuando las condiciones climáticas cambian y los rangos geográficos se alteran, las especies se encuentran y, en muchos casos, se cruzan.

Lo fascinante del hallazgo en la Columbia Británica es que estos híbridos no mostraban señales evidentes de mestizaje en su morfología. Sus dientes conservaban las características del mamut lanudo, lo que indica que la selección natural favoreció los rasgos mejor adaptados a las estepas frías, independientemente del origen genético del individuo. En cambio, los híbridos más sureños probablemente conservaron dientes más generalistas, típicos del colombino, adecuados a una dieta más variada.

El mamut colombino habitaba en zonas más templadas de Norteamérica, por lo que se considera que tenía mucho menos pelaje que su pariente, el mamut lanudo
El mamut colombino habitaba en zonas más templadas de Norteamérica, por lo que se considera que tenía mucho menos pelaje que su pariente, el mamut lanudo. Foto: Museo de Historia Natural de Londres

Una lección para el presente (y el futuro)

Estudiar los mamuts no es solo una ventana al pasado, sino también una herramienta para comprender los desafíos del presente. La hibridación como respuesta al cambio climático tiene implicaciones directas para la conservación de especies modernas. Animales como el lince ibérico, el gato montés escocés o incluso los elefantes actuales podrían beneficiarse —o verse amenazados— por la mezcla con especies afines. Entender cómo ocurrió este proceso en los mamuts puede ayudarnos a anticipar las consecuencias ecológicas de la hibridación en tiempos de crisis ambiental.

Este trabajo es, en definitiva, una advertencia científica sobre los límites de las clasificaciones taxonómicas. A menudo, la naturaleza no se ajusta a nuestras definiciones. Los mamuts no eran simplemente “lanudos” o “colombinos”: eran parte de un continuo evolutivo moldeado por el clima, la geografía y la interacción constante entre poblaciones.

Aunque el estudio se basa en solo dos fósiles, su impacto es enorme. Revela una complejidad biológica inesperada en una de las especies más emblemáticas del Pleistoceno y deja claro que aún queda mucho por descubrir sobre el mundo de los mamuts. Los investigadores planean ahora ampliar su muestreo a otras regiones de América del Norte, donde podrían encontrarse más evidencias de estos híbridos olvidados.

¿Significa esto que existió una tercera especie de mamut en Norteamérica? Por ahora, no se puede afirmar con certeza. Pero lo que sí sabemos es que la evolución de los mamuts no fue lineal, ni sencilla. Fue una danza milenaria entre especies, impulsada por el clima y la necesidad de sobrevivir. Y esa historia, escrita en los genes, apenas empieza a contarse.

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