Desde Canadá una idea sorprendente pone en duda uno de los pilares más firmes de la cosmología moderna. En 1970, la astrónoma Vera Rubin descubrió que las estrellas más alejadas del centro de las galaxias giraban tan rápido como las más cercanas. Aquello contradecía la física clásica. Para explicarlo, los científicos imaginaron un componente invisible, la materia oscura, que aportaría la gravedad necesaria. Décadas después, al observar que la expansión del universo se aceleraba, se añadió otro concepto igual de misterioso: la energía oscura, una fuerza repulsiva que impulsa esa expansión.
Hoy, ambos términos dominan los libros de texto. Pero un nuevo trabajo científico, firmado por Rajendra P. Gupta, físico de la Universidad de Ottawa, propone una explicación completamente distinta: quizá esas entidades no existan en absoluto. Aunque no es la primera vez que surgen voces en este sentido. Su estudio, publicado en Galaxies en septiembre de 2025, plantea que los efectos atribuidos a la materia y la energía oscura pueden explicarse si las fuerzas fundamentales del universo cambian lentamente con el tiempo. Dicho de otro modo, el universo no necesita componentes invisibles para comportarse como lo hace, sino que basta con asumir que las “constantes” de la física no son tan constantes como pensábamos.
Cuando las fuerzas del universo se debilitan
El punto de partida de la investigación es una pregunta sencilla y audaz: ¿y si las leyes de la naturaleza envejecieran junto con el cosmos? En su artículo, Gupta explica que “las curvas de rotación de galaxias pueden explicarse mediante las constantes de acoplamiento que varían en un universo en expansión, sin requerir materia oscura”. Según su modelo, las constantes que definen la fuerza de la gravedad, la velocidad de la luz o el valor de la constante de Planck no son fijas, sino que disminuyen muy lentamente conforme el universo se expande. Esa pequeña variación, acumulada durante miles de millones de años, bastaría para producir los fenómenos que antes atribuíamos a sustancias desconocidas.
En este escenario, la energía oscura no sería una fuerza misteriosa que empuja al cosmos hacia afuera, sino el reflejo de que las interacciones naturales pierden intensidad con el tiempo, haciendo que la expansión parezca acelerarse. Por su parte, la materia oscura tampoco sería un tipo de materia oculta, sino un efecto emergente de esas variaciones. Gupta denomina a estos efectos α-materia y α-energía, por el parámetro matemático α que introduce en sus ecuaciones. Según escribe en el artículo, “α es responsable de generar la ilusión de materia y energía oscuras”.

Un modelo con dos componentes
El nuevo enfoque, denominado CCC+TL, combina dos ideas distintas: las constantes de acoplamiento covariantes(CCC, por sus siglas en inglés) y el fenómeno de la “luz cansada” (TL, Tired Light). Este último fue propuesto hace casi un siglo por Fritz Zwicky, quien sugería que la luz podía perder energía a lo largo de su viaje cósmico. En el modelo de Gupta, esa pérdida no sustituye la expansión del universo, sino que se suma a ella. De ese modo, el corrimiento al rojo observado en las galaxias lejanas se explicaría como una combinación entre expansión y debilitamiento de la luz.
Gupta sostiene que este marco teórico permite unificar en una sola ecuación lo que antes requería dos fenómenos separados: la aceleración cósmica y el exceso de gravedad en las galaxias. En palabras del propio autor: “Nuestro modelo explica las observaciones cosmológicas y astrofísicas con la misma ecuación, sin necesidad de materia ni energía oscuras”. Si esto fuera cierto, representaría un cambio profundo en la física moderna, porque hasta ahora la comunidad científica había tratado de resolver ambos enigmas con entidades diferentes.
Las galaxias como banco de pruebas
Para comprobar si su idea podía reproducir los movimientos de las galaxias, el investigador aplicó su modelo a los datos del catálogo SPARC, una de las bases más completas de curvas de rotación observadas. Analizó casos concretos, como el de NGC 3198, una galaxia espiral clásica que durante décadas se ha considerado un ejemplo perfecto del problema de la materia oscura. Según su análisis, el modelo CCC+TL reproduce las curvas de rotación sin introducir partículas invisibles, con una precisión comparable a la obtenida por los modelos tradicionales.
En su metodología, Gupta introduce un parámetro llamado densidad de corte o ρt, que marca el punto en el que las ecuaciones cambian de comportamiento. Por debajo de ese valor, la dinámica se ajusta a la gravedad newtoniana; por encima, aparecen los efectos asociados a la α-materia. Este umbral define lo que denomina “radio de corte”, más allá del cual la gravedad aparente se mantiene casi constante, tal como muestran las observaciones. El resultado es que la curva de rotación se aplana de manera natural, sin necesidad de halos de materia oscura.
El físico también observó que los valores derivados de sus ajustes coinciden sorprendentemente con los obtenidos en la teoría MOND (dinámica newtoniana modificada), pero sin recurrir a las hipótesis de esa teoría. En el artículo señala que el modelo CCC podría explicar la transición de aceleraciones que MOND describe, como una manifestación del cambio gradual de las constantes físicas.

Un universo más viejo de lo que se creía
Las implicaciones del modelo van más allá de las galaxias. Si las constantes físicas varían, el propio ritmo de expansión del universo también cambia. Gupta concluye que el universo podría ser casi el doble de viejo de lo que se estima actualmente. Según sus cálculos, el “estiramiento” del tiempo cósmico permitiría explicar cómo pudieron formarse galaxias y agujeros negros tan grandes tan pronto tras el Big Bang, un problema que los astrónomos enfrentan desde los primeros resultados del telescopio James Webb.
El autor lo resume así: “Con nuestro modelo no hace falta suponer partículas exóticas ni romper las leyes de la física. El universo simplemente se expande más despacio y durante más tiempo”. Si esto fuera correcto, la edad del cosmos pasaría de unos 13.800 millones de años a casi 26.000 millones.
Además, esta expansión más pausada armoniza con ciertos datos recientes que no encajan bien en el marco estándar ΛCDM, como la aparente madurez de galaxias muy antiguas o las discrepancias en la constante de Hubble. En el modelo CCC+TL, esas tensiones se diluyen, porque las observaciones dejan de interpretarse con parámetros fijos.
Entre la provocación y la prudencia
A pesar de sus resultados prometedores, Gupta insiste en que su trabajo es una prueba de concepto. En el artículo aclara que “la aproximación esférica usada para las galaxias debe corregirse para reproducir mejor las morfologías observadas”. En otras palabras, los cálculos aún son aproximados y necesitan refinarse con modelos más realistas. Tampoco descarta que, en el futuro, las partículas de materia oscura puedan detectarse, aunque entonces “deberían representar unas seis veces la masa de la materia bariónica”, una cifra que encaja con la proporción aceptada en la cosmología actual.
El debate sobre esta propuesta apenas comienza. Varios astrofísicos han destacado que la idea es interesante pero que requerirá un esfuerzo enorme de verificación. Otros recuerdan que, hasta ahora, ningún experimento ha demostrado que las constantes fundamentales cambien con el tiempo. Aun así, la posibilidad de que el universo no oculte nada, sino que evolucione en su propia estructura física, resulta tan fascinante como provocadora.
Un nuevo marco para mirar el cosmos
Más allá de que se confirme o no, el modelo CCC+TL ofrece un mensaje poderoso: la ciencia avanza cuando se atreve a cuestionar sus supuestos más básicos. La física del siglo XX se construyó sobre la idea de que las constantes son eternas, pero tal vez el universo no sea tan rígido. Si las fuerzas cambian, también cambiaría nuestra noción del tiempo, del espacio y de la historia cósmica.
En la última línea de su artículo, Gupta lo expresa con sencillez: “La materia y la energía oscuras pueden considerarse el resultado del debilitamiento de las fuerzas de la naturaleza en un universo en expansión”. Esa frase condensa una idea que, de confirmarse, transformaría toda la cosmología moderna: que el universo no está lleno de enigmas invisibles, sino de leyes vivas que se transforman lentamente con él.
Referencias
- Gupta, R. P. (2025). Testing CCC+TL Cosmology with Galaxy Rotation Curves. Galaxies, 13, 108. https://doi.org/10.3390/galaxies13050108.