Tu cerebro decide qué escuchas e ignora el ruido: demuestran que la atención auditiva surge solo en la corteza cerebral

Un nuevo estudio revela que la atención auditiva no nace en el oído ni en el tronco cerebral, sino en la corteza, donde el cerebro decide qué voces priorizar entre el ruido.
Fuente: ChatGPT / E. F.

En un restaurante lleno de conversaciones, alguien pronuncia tu nombre desde otra mesa y, de pronto, lo percibes con total claridad. No fue el oído el que eligió ese sonido entre el bullicio, sino el cerebro. Esa capacidad de centrar la atención en una voz concreta —mientras el resto se desvanece en el fondo— ha intrigado a científicos desde hace décadas. Se conoce como el "efecto de fiesta cóctel", y detrás de él se esconde uno de los mecanismos más sofisticados de la mente humana: la atención selectiva auditiva.

Un nuevo estudio publicado en PLOS Biology por investigadores de la Universidad de Michigan y la Universidad de Rochester ha resuelto una parte clave de este misterio. Según el trabajo, la atención auditiva no tiene origen en el oído ni en el tronco cerebral, sino que nace en la corteza cerebral, la región donde el cerebro interpreta los sonidos. “La respuesta del tronco cerebral y del nervio auditivo al sonido atendido es exactamente igual que al sonido que se ignora”, señala el autor principal Ross Maddox. En otras palabras, los primeros niveles del sistema auditivo no distinguen entre lo que queremos escuchar y lo que no.

El reto de escuchar entre el ruido

La habilidad de separar una voz de muchas otras parece natural, pero es el resultado de un proceso neuronal complejo. El sistema auditivo humano debe detectar, clasificar y priorizar señales sonoras que llegan mezcladas. Hasta ahora, se pensaba que las estructuras subcorticales —el nervio auditivo y el tronco cerebral— podrían filtrar parte de esa información antes de que llegara a la corteza. Sin embargo, los datos no eran concluyentes: algunos estudios apoyaban esa idea y otros la contradecían.

El nuevo trabajo aporta una respuesta definitiva. Los científicos registraron la actividad cerebral de voluntarios mientras escuchaban dos audiolibros narrados simultáneamente: uno por una voz femenina y otro por una masculina. A los participantes se les pedía prestar atención a uno de los relatos y luego responder preguntas de comprensión, para asegurarse de que seguían la historia. Durante la escucha, se midieron simultáneamente las respuestas del nervio auditivo, el tronco cerebral y la corteza mediante técnicas avanzadas de electroencefalografía y un pequeño electrodo colocado sobre el tímpano.

La respuesta cerebral solo cambia en la corteza cuando prestamos atención, no en las zonas más profundas del sistema auditivo. Fuente: PLOS Biology

Una señal clara: el cerebro, no el oído

Los resultados fueron contundentes. Ni el potencial compuesto del nervio auditivo (CAP) ni la respuesta del tronco cerebral (ABR) mostraron diferencias entre los sonidos atendidos y los ignorados. Las pruebas estadísticas, incluyendo análisis bayesianos, revelaron incluso evidencia a favor de la ausencia de un efecto subcortical de atención. En cambio, las señales corticales sí presentaron un cambio notable: el cerebro amplificaba la representación de la voz elegida. Tal como resume el estudio, “la atención selectiva no influye en la codificación del sonido en la periferia ni en el tronco cerebral, con un efecto que aparece por primera vez en la corteza”.

Este hallazgo implica que las regiones más profundas del sistema auditivo se limitan a transmitir el sonido de forma neutral, sin aplicar ningún filtro de relevancia. Solo cuando la señal llega a la corteza, la mente decide “aumentar el volumen” de lo que importa. En términos biológicos, esto confirma que la atención es un proceso cognitivo de alto nivel y no una simple respuesta automática del oído.

Cómo se llegó a esa conclusión

El equipo de Thomas Stoll y Ross Maddox aplicó un enfoque experimental minucioso. En una primera prueba, ambos relatos se reproducían de forma idéntica en los dos oídos (diotic listening). En una segunda, cada oído recibía una narración distinta (dichotic listening). En ninguna de las dos condiciones se detectó actividad diferencial en las regiones subcorticales. Solo la actividad eléctrica de la corteza mostró un patrón claro de atención, con diferencias significativas entre los sonidos atendidos y los ignorados durante intervalos de 38 a 271 milisegundos.

Además, los investigadores realizaron un tercer experimento para comprobar por qué estudios previos habían obtenido resultados opuestos. Descubrieron que esas investigaciones habían utilizado distintas historias para las condiciones de atención e inatención, lo que generó diferencias acústicas no controladas. Al replicar el diseño con las mismas grabaciones pero sin pedir a los participantes que atendieran, se obtuvieron las mismas diferencias espurias, demostrando que el supuesto “efecto subcortical” anterior era una ilusión provocada por el material sonoro y no por la atención.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Tecnología y rigor para resolver un viejo debate

Este trabajo destaca también por la precisión técnica alcanzada. Los investigadores usaron un electrodo especial colocado directamente sobre el tímpano, capaz de registrar la actividad del nervio auditivo con una claridad inédita. Gracias a este método, pudieron identificar de manera simultánea las señales procedentes del oído, del tronco cerebral y de la corteza, algo que antes no era posible. “Nuestros experimentos proporcionan evidencia convergente de que la atención selectiva no influye en la codificación del sonido en la periferia ni en el tronco cerebral”, afirman los autores.

El diseño experimental evitó sesgos y permitió analizar cada segmento de audio tanto en condición de atención como de distracción, eliminando factores externos. Este nivel de control permitió, por primera vez, distinguir entre una verdadera ausencia de efecto y una falta de evidencia por limitaciones técnicas, un matiz clave en neurociencia.

El “efecto de fiesta de cóctel”: cuando el cerebro selecciona una voz entre muchas

En psicología y neurociencia, se conoce como “efecto de fiesta de cóctel” la capacidad que tiene el ser humano para centrarse en una sola conversación mientras ignora las demás. El término fue acuñado en la década de 1950 por el investigador Colin Cherry, quien observó que las personas pueden seguir el hilo de una voz concreta incluso en entornos llenos de estímulos sonoros superpuestos. Este fenómeno no depende de un oído más fino, sino de un sistema de atención que actúa como un filtro mental.

El oído capta todas las señales acústicas a la vez, pero el cerebro selecciona cuál procesar con prioridad. Esa elección no es pasiva: implica áreas cerebrales asociadas con la memoria, la comprensión lingüística y el control de la atención. Estudios recientes muestran que el cerebro no solo amplifica la voz a la que se atiende, sino que suprime activamente las señales irrelevantes, algo fundamental para evitar la sobrecarga sensorial.

El trabajo de Stoll y Maddox aporta una pieza clave a este puzzle. Demuestra que este filtrado no se origina en las primeras etapas del sistema auditivo, como se pensaba, sino en la corteza cerebral. Es decir, el “efecto de fiesta de cóctel” no ocurre en el oído, sino en la mente: la atención actúa como un ecualizador interno que decide qué sonidos destacar y cuáles silenciar. Este hallazgo refuerza la idea de que la atención auditiva es una función cognitiva superior, íntimamente ligada a la forma en que el cerebro construye la percepción consciente.

Lo que revela sobre el cerebro humano

Más allá de su precisión técnica, el estudio ayuda a entender cómo el cerebro selecciona información relevante en entornos caóticos. La atención no actúa sobre el oído, sino sobre la representación interna del sonido: es el cerebro el que decide qué mensaje seguir y cuál dejar en segundo plano. Esta habilidad, esencial para la comunicación, depende de procesos corticales distribuidos, que coordinan redes de percepción, memoria y lenguaje.

Los investigadores señalan que, aunque no hallaron indicios de atención en niveles subcorticales, no pueden descartarse mecanismos aún invisibles. Tal vez existan neuronas específicas o vías muy finas que escapen a las técnicas actuales. Aun así, el trabajo delimita con claridad dónde comienza el fenómeno observable: en la corteza cerebral. El oído, pese a su sensibilidad, no “decide” nada; solo transmite.

Implicaciones para comprender trastornos sensoriales

Los resultados podrían tener aplicaciones relevantes en el estudio de trastornos del procesamiento sensorial, como el autismo o ciertos tipos de hipoacusia central. En estas condiciones, las personas suelen experimentar dificultad para concentrarse en una fuente sonora mientras otras compiten por su atención. Si la selección ocurre en la corteza, es posible que las alteraciones observadas se deban a diferencias en las redes corticales de atención más que a fallos en el oído interno o el tronco cerebral. Este enfoque podría ayudar a diseñar terapias o dispositivos auditivos que actúen sobre la etapa cortical del procesamiento del sonido.

Por otra parte, la confirmación de que el filtrado de la atención es un proceso cortical podría mejorar tecnologías de audición asistida, como los audífonos inteligentes o los sistemas de reconocimiento de voz, que tratan de imitar la forma en que el cerebro humano discrimina voces en ambientes ruidosos. Saber que la “decisión” auditiva ocurre en la corteza proporciona una guía más precisa para el desarrollo de algoritmos inspirados en la percepción humana.

Una mirada al futuro

El equipo de Maddox y Stoll insiste en que este trabajo no cierra el tema, sino que abre un nuevo nivel de precisiónen la investigación sobre atención auditiva. El propio Maddox lo resume así: “No hay un efecto subcortical de atención que pueda medirse con las herramientas disponibles”. El reto, a partir de ahora, será mejorar esas herramientas para explorar lo que hoy permanece oculto.

A medida que la neurociencia afina sus métodos, se confirma que el cerebro no solo oye, sino que interpreta, selecciona y organiza la realidad sonora. En un mundo saturado de estímulos, entender cómo logra esa proeza podría ayudarnos no solo a oír mejor, sino a escuchar de forma más consciente.

Referencias

  • Stoll TJ, Vandjelovic ND, Polonenko MJ, Li NRS, Lee AKC, Maddox RK (2025). The auditory brainstem response to natural speech is not affected by selective attention. PLOS Biology, 23(10): e3003407. https://doi.org/10.1371/journal.pbio.300340.

Recomendamos en