Geólogos descubren los primeros vestigios directos de una Tierra primitiva de hace 4500 millones de años: una huella oculta que aún sobrevive bajo nuestros pies

Un sutil desequilibrio químico en rocas de Groenlandia y Hawái podría cambiar lo que creíamos saber sobre el nacimiento del planeta.
Geólogos encuentran las primeras pruebas directas de la existencia de una Tierra primitiva anterior al planeta actual
Geólogos encuentran las primeras pruebas directas de la existencia de una Tierra primitiva anterior al planeta actual. Foto: Istock/Christian Pérez

¿Qué queda de la Tierra original? Esa que nació incandescente, hirviente, modelada por lava y choques cósmicos en los primeros suspiros del sistema solar. Durante décadas, la respuesta fue: nada. O, al menos, nada reconocible. Sin embargo, un reciente estudio liderado por científicos del MIT y publicado en Nature Geoscience podría haber dado con las primeras huellas tangibles de aquella proto-Tierra, previa incluso al colosal impacto que dio origen a la Luna.

Se trata de un hallazgo minúsculo y monumental al mismo tiempo: una alteración casi imperceptible en la proporción de isótopos de potasio en antiquísimas rocas procedentes de Groenlandia, Canadá y depósitos volcánicos en Hawái. Pero esa pequeña diferencia no encaja con ninguna de las firmas químicas que conocemos hoy en la Tierra. Es, literalmente, una firma alienígena dentro de nuestro planeta. Y podría ser lo más cercano que tenemos a tocar la Tierra antes de ser Tierra.

Un planeta antes del planeta

Hace unos 4.500 millones de años, la Tierra no era aún la esfera azul que hoy conocemos. Era una bola fundida de roca, fruto de la colisión y fusión de meteoritos primitivos. Pero el evento que verdaderamente dio forma a nuestro planeta fue un choque descomunal, el llamado “impacto gigante”, cuando un cuerpo del tamaño de Marte, conocido como Theia, se estrelló contra esa Tierra primitiva. De esa violencia surgió la Luna y, con ella, una Tierra reformada desde el núcleo.

Se asumía que aquel cataclismo había eliminado cualquier rastro de los materiales primordiales. La Tierra fue, literalmente, fundida y reconfigurada desde dentro. Sin embargo, este nuevo estudio sugiere que algunos fragmentos del "antes" lograron resistir el fuego y el tiempo. Y han estado aquí, bajo nuestros pies, durante miles de millones de años.

La Tierra primitiva se transformó en el planeta que conocemos hoy tras una colisión catastrófica con otro mundo ancestral del sistema solar
La Tierra primitiva se transformó en el planeta que conocemos hoy tras una colisión catastrófica con otro mundo ancestral del sistema solar. Foto: MIT

La huella en el potasio

La clave del descubrimiento está en los isótopos del potasio, un elemento químico común pero traicionero cuando se trata de identificar orígenes. Tiene tres versiones naturales: potasio-39, potasio-40 y potasio-41. El potasio-40 es inestable y escaso, pero su presencia (o ausencia) puede contar historias del pasado más remoto.

En su investigación, el equipo del MIT disolvió cuidadosamente las muestras en ácido, extrajo el potasio y midió su composición con espectrometría de masas de altísima precisión. Lo que encontraron fue insólito: una escasez aún mayor de potasio-40 que la habitual en los materiales terrestres.

Este déficit no puede explicarse por procesos geológicos modernos ni por el bombardeo de meteoritos posterior al gran impacto. Las simulaciones del equipo muestran que esa anomalía sólo tiene sentido si proviene de un material anterior a Theia. Es decir, anterior a la Luna. Anterior, incluso, a la Tierra tal como la conocemos.

Lo más desconcertante es que esta firma isotópica no coincide con ninguna de las que conocemos en los meteoritos que han caído a la Tierra. No es una copia de los fragmentos espaciales que formaron los planetas. Es diferente. Es única.

Eso sugiere que los materiales que formaron la Tierra original aún no han sido identificados en ninguna colección de meteoritos conocida. Lo que tenemos ahora es una pieza del rompecabezas que no encaja con ningún otro. Y eso, en ciencia, es muchas veces más valioso que una coincidencia.

¿Dónde estaban escondidos estos fragmentos?

Las rocas analizadas no fueron elegidas al azar. Groenlandia y Canadá albergan algunos de los terrenos más antiguos del planeta, restos de los primeros continentes. En el caso de Hawái, la clave está en los volcanes. Estos colosos son como túneles temporales: escupen materiales desde el manto profundo, lugares que han estado aislados del bullicio geológico de la superficie durante eones.

El hecho de que la señal se haya encontrado tanto en el escudo canadiense como en las islas del Pacífico sugiere que estos fragmentos primitivos no son un fenómeno local. Pueden estar distribuidos por todo el manto terrestre, ocultos bajo capas y capas de historia geológica. Solo aparecen cuando la Tierra decide mostrarlos.

Recreación artística del paisaje terrestre durante la era Hadeica, hace 4.500 millones de años
Recreación artística del paisaje terrestre durante la era Hadeica, hace 4.500 millones de años. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Reescribiendo el relato de nuestro origen

Este hallazgo no solo es importante por lo que revela sobre la Tierra, sino también por lo que dice sobre los otros planetas. Si parte del material original ha sobrevivido aquí, ¿es posible que otros cuerpos del sistema solar también conserven restos similares? ¿Y si ese material contiene pistas sobre cómo se originó la química que permitió la vida?

Además, el hecho de que el potasio pueda usarse como “rastro químico” para los bloques de construcción planetarios abre nuevas puertas. Podría convertirse en una herramienta para rastrear la historia de otros mundos, no solo de la Tierra.

Pero no todo está dicho. Aunque la explicación más probable para esta anomalía sea su origen proto-terrestre, no hay aún una certeza absoluta. Como en toda ciencia de frontera, cada respuesta abre nuevas preguntas.

¿Qué procesos permitieron que estos fragmentos sobrevivieran? ¿Están asociados a estructuras específicas del manto? ¿Podría haber incluso más “islas” químicas primitivas aún no descubiertas? Y lo más intrigante: ¿qué otras firmas ocultas podrían estar esperando ser encontradas en los elementos que damos por sentados?

La Tierra, más misteriosa de lo que pensábamos

Esta historia no es solo sobre geología o química. Es una ventana a un pasado que creíamos perdido. Un recordatorio de que, incluso después de milenios de estudios, la Tierra aún guarda secretos profundos, incrustados en su propio cuerpo.

Los investigadores no han desenterrado un fósil, ni una estructura antigua. Han encontrado algo más radical: una señal microscópica de una Tierra que ya no existe, pero que de alguna forma sigue hablándonos.

El estudio ha sido publicado en Nature Geoscience.

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