"Los divulgadores repartimos bocaditos de felicidad"

Lluís Montoliu, galardonado con el Primer premio de la Fundación Muy Interesante se centra en la necesidad y obligación de transferencia social del conocimiento de quienes construyen la ciencia.
Lluis Monteliu ha recibido el Primer Premio de la transferencia social del conocimiento de la Fundación Muy Interesante.

El genetista Lluís Montoliu, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), ha sido galardonado por su destacada trayectoria en el campo de la genética y su incansable divulgación científica. Hoy, responde una entrevista para Muy Interesante y comparto las extraordinarias palabras que pronunció durante la entrega del premio otorgado por la Fundación Muy Interesante.

¿Cuál cree que ha sido el mayor avance en el uso de CRISPR en la investigación biomédica y qué desafíos éticos ha encontrado en su implementación?

Son muchas las aplicaciones de modificación genética que hasta ahora eran muy difíciles o prácticamente imposibles de realizar y ahora son posibles gracias a CRISPR. Yo destacaría la creación de modelos animales y celulares "avatar", es decir, modelos que replican exactamente las mismas mutaciones que detectamos en personas y que ahora podemos trasladar a un ratón, un pez cebra o a células en cultivo, para poder investigarlas. Tal precisión en la creación de mutaciones (sobre todo puntuales, que involucran una o pocas letras del genoma) era impensable antes de las CRISPR.

Lluís Montoliu

¿Cuáles han sido los descubrimientos más importantes el campo de las enfermedades raras y cómo espera que estos avances impacten el tratamiento de pacientes en el futuro?

Llevamos más de 30 años investigando sobre albinismo. Cuando empecé apenas había un gen y un tipo de albinismo conocido, ahora conocemos 22 tipos distintos de albinismos asociados a 21 genes (nos falta detectar qué gen está asociado a uno de los tipos de albinismo). Hemos podido crear modelos animales (ratones editados con CRISPR) de la mayoría de estos tipos de albinismos no sindrómicos, oculocutáneos u oculares, esto ya es de por sí un gran avance, pero seguramente la contribución más importante que realizamos en este campo fue descubrir, en 2006, hace 18 años, con la ayuda de ratones transgénicos, que las alteraciones visuales que son características del albinismo no estaban relacionadas con la falta del pigmento melanina, habitualmente ausente o reducido en personas con albinismo, sino a la falta de un metabolito intermediario en la síntesis de la melanina: la L-DOPA (L-dihidroxifenilalanina). Ese descubrimiento abrió el campo a los ensayos clínicos y propuestas terapéuticas de administración de L-DOPA en las etapas tempranas del desarrollo postnatal para contrarrestar o corregir, total o parcialmente, la alteración visual de estas personas. Curiosamente nuestro resultado más importante fue uno de los pocos a lo largo de mi carrera que no obtuvo financiación, nadie se creyó nuestra hipótesis experimental y no apoyaron financiar este proyecto. Sin embargo nosotros estábamos convencidos de que podía ser relevante y abordamos los experimentos, y acabamos confirmando que teníamos razón. Un ejemplo de perserverancia en ciencia.

Persona albina. Fuente: iStock Prostock-Studio

¿Cómo valora la colaboración global en el ámbito de la genética y la biotecnología, y qué considera fundamental para fomentar una mayor cooperación entre países en estas áreas?

A los científicos y científicas en general nos encanta compartir resultados y progresar de forma colaborativa para resolver preguntas del mundo que nos rodea. Estas colaboraciones científicas son las que se fomentan en las reuniones periódicas de las sociedades nacionales o internacionales. En particular esto es cierto en campos como la genética y la biotecnología, muy interrelacionados.

Divulgar y compartir nuestro conocimiento con los demás permite que la sociedad sea más justa, más libre y también más feliz

Lluís Montoliu

¿Qué estrategias considera más efectivas para acercar la ciencia al gran público y fomentar una mayor confianza en los avances científicos?

Lo más importante, siempre, es hablar (o divulgar) desde el conocimiento. Uno divulga sobre lo que sabe, no sobre lo que ha leído o escuchado por ahí. Los científicos tenemos la responsabilidad de transmitir en palabras entendibles todo aquello en lo que trabajamos, cada uno desde su temática, simplificando, seleccionando lo relevante y dejando a parte lo superfluo, sin perder un ápice de rigor. Hay que huir en ciencia de los científicos que opinan sobre cualquier tema, especialmente sobre aquello que no conocen en profundidad. Cuando a un científico se le pregunta algo no se le está pidiendo su opinión, sino su conocimiento sobre ese tema. Si declinamos hablar de lo que no conocemos trasladaremos a la sociedad el mensaje correcto, de que cada científico habla y divulga sobre lo que conoce, que para mí es lo más relevante.

¿Qué aspectos considera esenciales para garantizar que las nuevas tecnologías genéticas se desarrollen de manera responsable y ética en la sociedad actual?

La bioética no es una disciplina estática, sino dinámica, que debe ir incorporando las nuevas técnicas y métodos que van apareciendo en una área determinada. Debe aprender de los expertos en esos nuevos protocolos y dilucidar cuáles son los elementos éticos a considerar, como por ejemplo si esos experimentos afectan a personas, a células de personas, a animales, al medio ambiente.... para luego obrar en consecuencia. Este es el caso de la edición genética, una técnica poderosísima pero no exenta de riesgos y problemas. Hay que valorar en cada experimento si los potenciales beneficios compensan y superan ampliamente los riesgos inherentes asociados a estos métodos. Y en función del análisis decidir si se aprueba o no la realización de dichos experimentos.

Son muchas las aplicaciones de modificación genética que hasta ahora eran muy difíciles o prácticamente imposibles de realizar y ahora son posibles gracias a CRISPR. Fuente: iStock / Bill Oxford

¿Qué ha significado para usted recibir el premio en la categoría individual de la Fundación Muy Interesante, y cómo cree que este tipo de reconocimientos puede contribuir a visibilizar aún más la importancia de la divulgación científica?

Estoy tremendamente agradecido a la Fundación Muy Interesante por esta distinción, que creo viene a subrayar la relevancia de la divulgación científica a la sociedad, tan necesaria, y dignifica nuestro trabajo de divulgación realizado durante muchos años. Que la fundación asociada a una revista científica de divulgación que lleva muchos años proporcionando cultura y conocimiento a la sociedad de forma asequible nos premie es un honor inmenso, un privilegio del que me enorgullezco como divulgador.

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Discurso de recepción del Premio

«Queridos colegas, amigos y amigas, para empezar quisiera agradecer sinceramente este premio de transferencia del conocimiento a la Presidenta de la Fundación Muy Interesante, Marta Ariño, y a la directora de la revista Muy Interesante, Carmen Sabalete. También a los miembros del patronato de la fundación, entre los que se encuentran Eugenio Manuel Fernández, José Pardina y otros.

Quiero igualmente resaltar que me encanta compartir este premio a un investigador/divulgador con el premio a una institución, en este caso el Museo de Evolución Humana de Burgos, representado por su directora, Aurora Martín Nájera, museo en el que he tenido ocasión de divulgar y al que felicito por esta distinción que también ha conseguido.

Divulgar es esencial en ciencia, parte de nuestro trabajo como investigadores. Ayudar a entender el mundo que nos rodea a la sociedad es algo que debemos asumir los investigadores, que tenemos el privilegio de conocer una parte de ese mundo y la obligación de hacerlo entendible a los demás, destacando lo relevante y eliminando lo superfluo. Por eso hay que divulgar desde el conocimiento. Uno divulga sobre lo que sabe, y cuanto más se conoce un tema más sencillo es divulgar sobre él.

La divulgación proporciona felicidad a quien nos escucha. No hay nada más gratificante que ver como la audiencia que te escucha en una conferencia está entendiendo por vez primera algo que hasta el momento le resultaba complicado y difícil de entender. Lograr que las personas a nuestro alrededor comprendan lo que explicamos es emocionante. Suelo decir que los divulgadores repartimos bocaditos de felicidad que llegan a quienes nos escuchan y satisfacen ese deseo interior que tenemos la mayoría de las personas por entender lo que sucede en este mundo y por qué suceden las cosas de una determinada manera.

En mi carrera divulgadora, en la que he tenido ocasión de divulgar ante todo tipo de audiencias, reconozco que han sido dos los grupos de la sociedad a quienes me he dedicado con mayor intensidad. En primer lugar los estudiantes de institutos de educación secundaria, entre 3º de la ESO y 2º de bachillerato, los ciudadanos del mañana, un grupo sobre el que podemos influir, en el mejor sentido de la palabra, dotándolos de conocimiento y de herramientas para que puedan desarrollar criterio propio sobre muchos temas, basado en las evidencias experimentales.

El segundo grupo son los pacientes y las asociaciones de pacientes, en especial de enfermedades raras, que afectan cada una de ellas a muy pocas personas pero que, al existir miles de ellas, acaban afectando a millones de ciudadanos en la población, una de cada quince personas, aproximadamente. Los pacientes de estas enfermedades raras demandan que el sistema nacional de salud se interese por ellos, que logre desarrollar terapias que puedan aliviar o hasta curar dichas patologías. Pero adicionalmente, lo que piden los pacientes es información, que les cuenten por qué su hijo ha nacido con esa enfermedad congénita, qué pueden haber mal, si es que han algo mal (que no es el caso), quién de los dos miembros de la pareja tiene la culpa de ello (nadie, es el azar de la genética). En definitiva agradecen enormemente que alguien se tome la molestia de explicarles, en palabras llanas, qué es lo que les pasa, a ellos o a sus hijos. Como investigador especialista en una enfermedad podemos creer saber mucho sobre una patología, pero quien convive con esta enfermedad siempre sabrá mucho más. Por ello hay que acercarse a explicar lo que sabemos con honestidad y humildad, explicando claramente lo que sabemos y lo que todavía ignoramos. Siempre lo agradecen. No se me ocurre una mejor actividad ni un mejor grupo social al que destinar mis iniciativas divulgadoras.

En resumen, divulgar y compartir nuestro conocimiento con los demás permite que la sociedad sea más justa, más libre y también más feliz. Muchas gracias».

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  • Miguel Pita