El universo es de color café con leche

Unos astrónomos han determinado cuál es el color del universo promediando toda la luz que emiten las estrellas y galaxias. Y les ha salido que es de color café con leche.
El universo es de color café con leche

El miércoles 12 de abril de 1961, desde Bajkonur, el puerto espacial ruso, se lanzó el cohete que puso por primera vez a un ser humano en órbita. El comandante de la fuerza aérea soviética Yuri Gagarin. Gagarin, de unos luminosos ojos azules, no fue escogido ni por su especial inteligencia ni por su disposición física, que sí importaban. La característica determinante fue su altura: tenía que caber en la caja de sardinas que era la cápsula espacial. Cuando se encontraba orbitando alrededor de la Tierra, al mirar por la escotilla escribió en su libro de bitácora: «La Tierra es bellísima. La veo rodeada de una aureola azulada, y dejando vagar la mirada por el cielo la veo pasar del azul al turquesa, de éste al violeta y a la oscuridad de la noche». Poco podía imaginar que 50 años después dos astrónomos norteamericanos iban a describir de manera parecida a todo el universo.

Un primer intento: el color del océano

«El color es bastante cercano al estándar turquesa pálido, aunque tiene un cierto porcentaje de verde». Así lo describió en 2002 Karl Glazebrook, que junto con Ivan Baldry de la Universidad Johns Hopkins son lo que quisieron saber cuál era “el color del universo”: a nuestros ojos se encuentra entre el aguamarina medio y el turquesa pálido. Esto fue hecho a partir del 2dF Galaxy Redshift Survey, un programa de observación de más de 200 000 galaxias repartidas de 2000 a 3000 millones de años-luz. Con él los astrónomos construyeron lo que llamaron El Espectro Cósmico, que representa toda la energía emitida por estas galaxias en cada color del espectro de luz visible. Teniendo en cuenta la intensidad luminosa de cada uno de ellos, el turquesa pálido sería el color que veríamos si mezcláramos toda la luz del universo.

El color del universo es el promedio de toda la luz que contiene. Foto: Istock

Realmente no resultaba un color extraño, quizá porque nos trae borrosos recuerdos de un hogar que abandonamos hace mucho tiempo, pues era un color similar al del lugar del que surgimos hace 600 millones de años y a donde la mayoría regresamos casi todos los veranos: el océano.

Determinar el color del universo es tan complicado como hacer lo propio con el del océano. En contra de lo que podamos pensar el mar es azul… a veces. Cualquiera que haya estado sentado en una playa sabrá que también tiene tonalidades verdosas e incluso puede descubrir el púrpura o el glauco. El color del mar es indefinible. Sin embargo, sucede algo curioso: a medida que lo observamos con un ángulo más vertical, el azul se va haciendo más intenso. Por eso, desde la ventanilla de un avión lo vemos de un azul purísimo. Con la superficie de las olas pasa lo mismo: las zonas con oleaje son de un azul mucho más acentuado.

La ciencia ha demostrado que la imagen de un arco iris uniendo el mar con el cielo es algo más que una hermosa, o cursi, metáfora poética. Quien da el color al océano es el cielo: el mar es azul porque el cielo es azul. La superficie del mar refleja la luz dispersada por la atmósfera, que le confiere su color característico. A todo esto hay que añadir el hecho de que el agua absorbe más el color rojo que el azul y que, de igual modo, dispersa más el azul que el rojo: la conjunción de ambos fenómenos -junto con los barros, algas y aceites que contiene en suspensión- contribuyen a crear ese color indefinido, cercano al turquesa, que posee el mar.

No hay estrellas verdes

Por su parte, resulta curioso que los científicos dijeran que el universo tiene una tonalidad azul verdosa es sorprendente, pues no existen estrellas verdes. Lo que sí hay en abundancia son viejas estrellas rojas y jóvenes azules, inundando el cosmos de luz azulverdosa. Esto es algo que puede parecer extraño, pues en nuestros tiempos de escuela estábamos acostumbrados a obtener el verde mezclando el azul con el amarillo. Pero no tiene nada de extraordinario: la mezcla de colores es distinta si usamos luz a si usamos óleo. Así, los colores que vemos en nuestro televisor, o en la pantalla del ordenador, se obtienen a partir de los tres primarios: rojo, verde y azul (esa tecnología recibe el nombre de RGB, las siglas en inglés de esos tres colores).

Ahora bien, el poético turquesa no vivió demasiado tiempo pues al año siguiente los investigadores corrigieron su análisis e informaron que se habían equivocado: el color del universo es de un blanco ligeramente beis. En definitiva, que del bonito turquesa hemos pasado al color café con leche. Si quieres ver cuál es, esta es la tonalidad en el espacio de color RBG: R = 255, G = 248 y B = 231. El nombre que le han dado este poco atractivo color es “café con leche cósmico o cosmic latte. Todo por no llamarlo beis.

El color del universo es cosmic latte. Foto: Istock

¿Cómo han conseguido obtener esta tonalidad los astrónomos de la Johns Hopkins? Para ello han recogido la luz proveniente de más de 200.000 galaxias y la han promediado. Es como si hubiesen cogido una fracción representativa de todos los botes de pintura que existen sobre la Tierra, los hubieran vertido en un contenedor y, tras remover su contenido cuidadosamente, hubiesen metido un bote de cristal y sacado una muestra. El color promedio de todos esos botes de pintura es, en buena aproximación, el color del universo.

Por supuesto, a lo largo de la historia no ha sido siempre el mismo. Al igual que en determinados momentos se pone de moda el azul o el amarillo, la propia evolución de las estrellas -que son, en definitiva, los botes de pintura del universo- ha definido la moda del cosmos. Cuando el universo era joven e iban apareciendo las primeras estrellas, el azul era el color en boga. Poco a poco, las estrellas iban envejeciendo y convirtiéndose en gigantes rojas. Esta nueva luz inundó el cielo y el azul fue haciéndose cada vez más verdoso. El ritmo de formación de estrellas jóvenes, que contribuyen con su luz al turquesa, ha descendido rápidamente en los últimos 6.000 millones de años debido a la escasez de la materia prima con que se construyen, el gas interestelar. Si esto sigue así, y no hay motivos para pensar lo contrario, la población estelar del universo irá envejeciendo -en un proceso parecido a lo que está sucediendo con la población europea- y la luz se irá enrojeciendo paulatinamente hasta que llegará un día en que astrónomos de una lejana galaxia descubrirán que hubo un tiempo en que el color del universo era un todo café con leche pero que en ese momento es rojizo: nuestro universo será un anciano.

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  • Eugenio M. Fernández Aguilar