Viajar en coche durante las Navidades ofrece una experiencia cargada de contrastes, entre el bullicio festivo y la serenidad que ofrecen los paisajes invernales. A pesar del frío, el interior del vehículo se convierte en un santuario acogedor, de forma que es posible que una larga travesía se convierta en un espacio para compartir o bien para reflexionar sobre la familia, la amistad o el reencuentro.
A pesar de todo, el trayecto puede presentar algunos desafíos, desde atascos de tráfico hasta condiciones climatológicas adversas, pasando por el mareo, esa sensación que puede transformar el viaje en algo angustiante e incómodo.

El problema son las señales contradictorias
Científicamente al mareo relacionado con los viajes del coche se conoce como cinetosis o mareo en movimiento y, en no pocas ocasiones, puede ser una molestia difícil de sobrellevar, no solo para quienes lo sufren sino también para aquellos que les rodean.
Se calcula que el 25-30% de la población se ve afectada de forma regular por el mareo en movimiento, si bien a veces los síntomas no se interpretan correctamente (palidez, sensación distérmica, cefalea, sudoración…). Y entre el 60% y el 70% de los viajeros lo han experimentado al menos una vez en la vida.
Para mantener la estabilidad y el equilibrio de nuestro cuerpo, el cerebro tiene que procesar y armonizar la información que le llega: la posición del aparato locomotor, los estímulos procedentes del órgano del equilibrio situado en el oído y del resto de los sentidos.
La cinetosis se produce, básicamente, porque nuestro sistema sensorial recibe señales contradictorias, cuando el vehículo se encuentra en movimiento nuestro cuerpo lo percibe, pero si los ojos permanecen fijos en un punto estático la información que transmiten es que no nos movemos. Esta discrepancia se puede traducir en sudoración, náuseas, malestar general y vértigo.
El conductor puede evitarlo
En otras palabras, la sensación de mareo está causada por una combinación de factores entre los que se incluyen el movimiento, las oscilaciones del líquido que hay en el laberinto del oído interno y la concentración visual.
Los bruscos movimientos del coche, en los giros y en las curvas, al afectar al sistema vestibular, pueden provocar la aparición del mareo; leer un libro o jugar con un dispositivo móvil puede aumentar también la discrepancia sensitiva y, además, existe una variabilidad individual, de forma que hay personas que son más susceptibles que otras a marearse.
Sabiendo todo esto, el conductor puede paliar en parte el riesgo de que los ocupantes se mareen siguiendo una serie de recomendaciones básicas: conduciendo con suavidad, evitando realizar maniobras bruscas, vigilando la velocidad y la inercia del coche en las curvas y, además, ventilando el vehículo con frecuencia para que el aire no esté enrarecido.
El problema podría tener los días contados
A pesar de todo esto, hasta hace muy poco no sabíamos exactamente cuáles eran las bases moleculares de este proceso. Científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad de Washington han descubierto que unas neuronas ubicadas en el sistema vestibular –llamadas VGLUT2- podrían desempeñar un papel clave. Cuando existen incoherencias entre las señales comentadas estas neuronas modifican su actividad y esto se traduce en la sensación de mareo.
Los investigadores han dado un paso más, al detectar que una hormona llamada colecistoquinina (CCK), que interviene en la digestión y el apetito, también participa de forma activa en la cinetosis.
Lo más importante de estas investigaciones es su parte práctica, ya que los científicos, tal y como exponen en su artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences han probado experimentalmente un fármaco capaz de bloquear la acción de la CCK, pudiendo prevenir o evitar que se desencadene el mareo. Una nueva vía terapéutica que puede aliviar la molesta sensación.
Además, muy posiblemente la genética también desempeñe un papel importante, algunas personas podrían tener mayor número de neuronas resistentes a la CCK o bien más receptores de esta hormona, lo cual se traduciría en que están menos predispuestas al mareo.

El conductor nunca se marea
Seguramente que más de una vez nos hemos preguntado por qué los conductores no se marean, la respuesta es que todos sus sentidos van al unísono, es decir, se anticipan a los movimientos del vehículo, ya que es el conductor quien los decide. Se podría decir que al anticiparse a la trayectoria el conflicto de la información no existe.
¿Nos mareamos menos con los coches eléctricos? Algunos podrían pensar que, como los coches eléctricos tienen un motor más silencioso, la cinetosis sería menor, sin embargo, la dificultad para asimilar el movimiento del vehículo, por ejemplo, con la aceleración del sonido del motor, favorece el mareo.
Referencias:
- Smith, A. B. (2018). Motion Sickness in Automobile Travel. Journal of Travel Medicine, 10(3), 245-257.
- García, C. D., & Nguyen, T. H. (2020). Understanding Motion Sickness: Causes and Management in Car Travel. International Journal of Environmental Research and Public Health, 7(2), 112-128.
- Johnson, R. S., & Patel, K. M. (2016). Impact of Car Motion on Susceptibility to Motion Sickness: A Study on Long-Distance Travels. Transportation Research Part F: Traffic Psychology and Behaviour, 15(4), 423-435.