Durante generaciones, los gatos naranjas —esos peludos carismáticos y frecuentemente caóticos que llenan nuestras redes sociales con sus travesuras— han despertado tanto cariño como misterio. ¿Por qué la mayoría de ellos son machos? ¿Qué es lo que determina ese color tan particular en su pelaje? Y, sobre todo, ¿por qué parecía no haber una explicación clara en términos genéticos?
Hoy, la ciencia ha logrado resolver una de las grandes incógnitas de la genética felina con un hallazgo que, según los investigadores, no solo reescribe lo que sabíamos sobre la coloración en los mamíferos, sino que también revela un mecanismo biológico completamente nuevo. Dos equipos de científicos, trabajando de forma independiente en Estados Unidos y Japón, han identificado una mutación única, exclusivamente presente en los gatos domésticos, que explica de forma definitiva el enigma del pelaje naranja.
Un camino genético inesperado
Hasta ahora, se sabía que el color anaranjado de los gatos estaba vinculado al cromosoma X, lo cual explicaba por qué la mayoría de estos felinos eran machos: al tener un solo cromosoma X, basta con que contengan el gen del naranja para que toda su piel lo exprese. En cambio, las hembras, con dos cromosomas X, solo son completamente naranjas si ambos lo poseen. Si solo uno lo tiene, el resultado es un patrón “calico” o “tortuga”, donde parches naranjas se alternan con negro o marrón.
Lo que no se conocía era la identidad exacta del gen responsable de esta coloración. Tras décadas de especulaciones y búsquedas infructuosas, ahora sabemos que el responsable no es un “gen naranja” como tal, sino una mutación sutil: una pequeña supresión de ADN en una región no codificante —es decir, que no produce proteínas directamente— cerca de un gen llamado Arhgap36.
Este descubrimiento sorprende por varios motivos. El primero: Arhgap36 jamás había estado asociado con pigmentación en ningún mamífero. Su función conocida hasta ahora se limitaba a glándulas como la hipófisis y ciertos tejidos cerebrales. El segundo: la mutación no ocurre dentro del propio gen, sino en un fragmento adyacente, lo que sugiere un mecanismo de activación muy fino y especializado.

Cómo un error genético activa un nuevo color
La clave está en lo que esta mutación provoca: hace que Arhgap36 se active en las células responsables de la pigmentación del pelaje, algo que no sucede en gatos sin la mutación. Al activarse, este gen bloquea los procesos que normalmente producen eumelanina (el pigmento responsable de los colores marrones y negros), lo que permite que predomine la feomelanina, responsable de los tonos rojizos y anaranjados.
Este mecanismo es tan inusual que no tiene parangón en otros animales, ni siquiera en grandes felinos como los tigres, que también presentan coloraciones similares. En otras palabras: los gatos domésticos han desarrollado, de forma independiente, una vía genética única para producir su color naranja, distinta a la de cualquier otro mamífero.
Además, los análisis genéticos sugieren que todos los gatos naranjas del mundo descienden de un único antepasado que vivió hace unos 900 años. Esta conclusión se basa en que todos los ejemplares analizados que presentaban pelaje naranja compartían exactamente la misma mutación, mientras que ninguno de los gatos sin pelaje naranja la tenía. Las representaciones artísticas más antiguas de gatos calico, halladas en pinturas históricas, parecen coincidir con esta cronología.
¿Influye el color en su personalidad?
El estereotipo del “gato naranja tonto pero adorable” se ha popularizado tanto que muchos creen que estos felinos tienen una personalidad propia. Aunque no hay evidencias científicas claras que vinculen el color del pelaje con el comportamiento, algunos científicos se preguntan si la expresión anómala del gen Arhgap36 podría tener efectos secundarios en el sistema nervioso, dado que este gen también se expresa en el cerebro.
Por ahora, los estudios indican que la activación de Arhgap36 inducida por la mutación ocurre exclusivamente en células pigmentarias, sin afectar otras partes del organismo. Sin embargo, los investigadores no descartan que futuras investigaciones puedan encontrar conexiones más sutiles. ¿Podría haber una razón genética detrás de la fama de traviesos que tienen los gatos naranjas? La ciencia aún no ha dado una respuesta definitiva, pero el interrogante está sobre la mesa.

Más allá del color: implicaciones para la genética
Este descubrimiento no solo cierra un capítulo fascinante de la biología felina, sino que también abre la puerta a nuevas líneas de investigación en genética. Entender cómo una mutación en una zona no codificante puede tener un efecto tan específico y potente sobre la expresión génica podría ser clave para comprender otros rasgos en animales —incluidos los humanos— donde aún no se ha identificado el gen causante.
Además, revela cómo la domesticación puede dar lugar a mutaciones estéticamente atractivas que se conservan por selección artificial. En este caso, el color naranja, percibido como atractivo por los humanos, fue conservado y propagado generación tras generación, probablemente sin que nadie supiera exactamente cómo o por qué.
En el fondo, este hallazgo es una celebración del papel que los animales domésticos siguen teniendo en la ciencia. Los gatos, tan comunes en nuestros hogares, aún pueden enseñarnos cosas insospechadas sobre la evolución, la genética y la belleza de los mecanismos biológicos que rigen la vida.
Referencias
- Molecular and genetic characterization of sex-linked orange coat color in the domestic cat, Current Biology (2025). DOI: 10.1016/j.cub.2025.04.055