Correr detrás del autobús, levantar pesas en el gimnasio o simplemente subir las escaleras de dos en dos. Hay quien lo hace con agilidad, como si tuviera un motor oculto, y quien se queda sin aliento a medio camino. ¿Y si parte de esa diferencia estuviera escrita en los genes? ¿Y si, más aún, tuviera que ver con los neandertales?
Un estudio publicado en Nature Communications ha descubierto que muchas personas de origen no africano portan una variante genética heredada directamente de los neandertales que afecta al funcionamiento muscular. Esta mutación reduce la actividad de una enzima esencial en el músculo, llamada AMPD1, y aunque no suele provocar enfermedades, sí parece tener consecuencias en el rendimiento físico, especialmente en situaciones exigentes. El hallazgo permite entender mejor cómo nuestro pasado evolutivo sigue influyendo en el cuerpo humano actual.
El legado genético de nuestros parientes extintos
La especie humana actual no es genéticamente “pura”. Los humanos modernos que abandonaron África hace unos 60.000 años se cruzaron con los neandertales, una especie emparentada que ya habitaba Europa y parte de Asia. Como resultado de ese mestizaje, entre el 1 % y el 2 % del ADN de las personas no africanas proviene de los neandertales. Lo que hasta hace poco parecía una curiosidad evolutiva, hoy se revela como una influencia directa en nuestra fisiología.
El estudio dirigido por Dominik Macak y Hugo Zeberg ha identificado una variante genética en el gen AMPD1 que estaba presente en todos los genomas neandertales analizados. Esta variante produce un cambio en un aminoácido específico de la proteína, sustituyendo una lisina por una isoleucina en la posición 287. Esta modificación altera el funcionamiento de la enzima en la que se expresa ese gen, que está activa principalmente en el tejido muscular.

¿Para qué sirve AMPD1 y por qué importa?
La enzima AMPD1 desempeña un papel clave en el metabolismo energético del músculo esquelético. Actúa en el llamado ciclo de nucleótidos de purina, ayudando a mantener el equilibrio energético durante esfuerzos físicos intensos. En concreto, transforma adenosina monofosfato (AMP) en inosina monofosfato (IMP), un paso que permite conservar ATP, la molécula energética por excelencia del cuerpo.
Cuando esta enzima no funciona correctamente —por una mutación o por baja actividad—, se pueden presentar síntomas de miopatía metabólica, como fatiga muscular o intolerancia al ejercicio. Aunque estas manifestaciones clínicas son poco frecuentes, hasta el 14 % de los europeos porta una versión del gen AMPD1 que reduce su función, lo que representa la causa más común de este tipo de deficiencia metabólica en esa población.
En el caso de la variante neandertal, los investigadores comprobaron en el laboratorio que la actividad enzimática era aproximadamente un 25 % menor en comparación con la forma ancestral del gen. Pero los efectos eran aún más drásticos cuando se introducía esta variante en ratones genéticamente modificados: la actividad de AMPD1 en el músculo bajaba hasta un 80 %.

Un freno oculto al rendimiento físico
Aunque la mayoría de las personas que portan esta variante no presentan enfermedades musculares, el estudio halló un vínculo sorprendente entre el gen neandertal y el desempeño físico. Las personas con una forma no funcional del gen AMPD1 tienen menos probabilidades de llegar a ser atletas de élite. Así lo demostró un análisis realizado con más de mil deportistas de alto nivel en disciplinas de resistencia y potencia.
En palabras literales del artículo científico: "llevar una enzima AMPD1 defectuosa reduce a la mitad las probabilidades de alcanzar un rendimiento atlético".
Este efecto no implica que una persona con esa mutación no pueda estar en forma o entrenar con éxito, pero sí sugiere que, en condiciones extremas, como las que enfrentan los deportistas profesionales, contar con una AMPD1 plenamente funcional puede marcar la diferencia entre ser bueno y ser excepcional.

Tolerado por la evolución, aunque no ideal
Una de las grandes preguntas es por qué esta variante, que claramente reduce el rendimiento muscular, se mantuvo en los neandertales y se transmitió a los humanos modernos. En otras especies, el gen AMPD1 está altamente conservado, lo que indica que su función ha sido importante durante millones de años. Sin embargo, en los neandertales, esta mutación parece haber sido fijada en toda su población, lo que sugiere una relajación de la presión evolutiva.
Los autores plantean que “es posible que los avances culturales y tecnológicos redujeran la necesidad de una función muscular extrema”. Es decir, la caza con herramientas, el uso del fuego o la vida en grupos sociales pudieron hacer que la fuerza bruta dejara de ser una prioridad evolutiva tanto para neandertales como para humanos modernos.
Actualmente, entre el 2 % y el 8 % de los europeos porta la versión neandertal de AMPD1, lo que sugiere que la mayoría de los portadores la toleran bien en contextos de vida sedentaria o con esfuerzo físico moderado.
¿Qué consecuencias tiene hoy?
Aunque la enzima AMPD1 no parece crucial para la vida cotidiana en sociedades industrializadas, su deficiencia sí puede tener efectos concretos. En estudios genéticos recientes, las variantes que reducen su actividad se han relacionado con un ligero aumento del riesgo de padecer varices, lo que podría tener que ver con la función muscular en el retorno venoso.
También se ha observado que estas variantes están asociadas con mayor porcentaje de grasa corporal y menor masa muscular magra en modelos animales, y en algunos estudios con humanos. Sin embargo, los efectos son moderados y no afectan a todas las personas por igual. Esto refleja lo que los científicos llaman penetrancia incompleta, es decir, no todos los portadores de una mutación experimentan sus efectos de forma notable.
Por tanto, aunque la herencia neandertal en AMPD1 no es un problema médico en sí mismo, sí puede explicar diferencias sutiles pero significativas en la fisiología muscular, especialmente cuando se exige al cuerpo más allá de lo normal.
Referencias
- Dominik Macak, Shin-Yu Lee, Tomas Nyman, Henry Ampah-Korsah, Emilia Strandback, Svante Pääbo, Hugo Zeberg. Muscle AMP deaminase activity was lower in Neandertals than in modern humans. Nature Communications (2025). DOI: 10.1038/s41467-025-61605-4.