Descubren que las vacunas de ARNm contra la COVID-19 alargan la vida de pacientes con cáncer: mejoran la respuesta a la inmunoterapia y duplican la supervivencia en tumores avanzados

Un análisis en más de 1.000 pacientes con cáncer de pulmón y melanoma sugiere que las vacunas de ARNm contra el coronavirus podrían potenciar el sistema inmunitario y mejorar drásticamente la eficacia de la inmunoterapia.
Las vacunas de ARNm contra la COVID-19 podrían ser la clave para una nueva revolución en el tratamiento del cáncer
Las vacunas de ARNm contra la COVID-19 podrían ser la clave para una nueva revolución en el tratamiento del cáncer. Foto: Istock/Christian Pérez

Durante la pandemia de COVID-19, las vacunas de ARNm se convirtieron en una de las armas más eficaces contra el coronavirus. Sin embargo, un hallazgo reciente sugiere que su impacto va mucho más allá de la protección frente a enfermedades infecciosas. Según un estudio publicado en Nature y presentado en el Congreso ESMO 2025, estas vacunas podrían mejorar notablemente la eficacia de la inmunoterapia en pacientes con cáncer avanzado de pulmón y melanoma.

El descubrimiento ha desatado un torbellino de entusiasmo entre la comunidad científica, no solo por lo inesperado, sino por las implicaciones que conlleva: si se confirma en ensayos clínicos más amplios, este hallazgo podría cambiar para siempre la forma en que se trata el cáncer, especialmente en pacientes que hasta ahora no respondían bien a la inmunoterapia.

Un hallazgo que nadie vio venir

La investigación, liderada por un equipo del MD Anderson Cancer Center y la Universidad de Florida, nació de una simple curiosidad: ¿podría el impulso inmunológico provocado por las vacunas de ARNm contra la COVID-19 también ayudar al organismo a combatir tumores?

Los datos recogidos no solo respondieron afirmativamente, sino que sorprendieron por la magnitud del efecto. En pacientes con cáncer de pulmón en estadio avanzado que iniciaron tratamiento con inmunoterapia y recibieron una vacuna de ARNm (Pfizer o Moderna) dentro de los 100 días siguientes, la supervivencia media pasó de 20,6 a 37,3 meses. En melanoma metastásico, la mejora fue aún más marcada: mientras que los pacientes no vacunados vivieron en promedio 26,7 meses, muchos de los vacunados seguían vivos al cierre del estudio, impidiendo incluso calcular una media definitiva.

Estos datos se extrajeron de registros clínicos de más de mil pacientes tratados entre 2019 y 2023. Aunque se trata de un estudio retrospectivo —lo que implica ciertas limitaciones— los resultados se mantuvieron sólidos incluso tras controlar por decenas de variables como edad, estadio del cáncer, comorbilidades y año de tratamiento.

Con el impulso adecuado, tus células inmunes pueden convertirse en asesinas implacables de tumores
Con el impulso adecuado, tus células inmunes pueden convertirse en asesinas implacables de tumores. Foto: Steve Gschmeissner/Science Photo Library

Un mecanismo tan lógico como fascinante

¿Por qué una vacuna contra un virus podría mejorar el resultado de un tratamiento contra el cáncer? La clave parece estar en el tipo de respuesta inmunitaria que desencadenan las vacunas de ARNm. A diferencia de otras vacunas más tradicionales —como las de la gripe o la neumonía, que no mostraron ningún efecto similar en este estudio— las de ARNm actúan como una especie de alarma que pone al sistema inmunitario en estado de máxima alerta.

Este estado de hiperactivación inmunológica facilita que las terapias con inhibidores de puntos de control (una clase de inmunoterapia) actúen con mayor eficacia. Estas terapias funcionan desbloqueando los frenos del sistema inmune, que los tumores suelen aprovechar para evadir la destrucción. Sin embargo, para que el sistema inmune pueda responder, primero debe estar despierto y activo. Las vacunas de ARNm parecen desempeñar justo ese papel: activar, despertar, “desenmascarar” el tumor ante las células defensoras.

En modelos animales, los investigadores confirmaron que la administración de estas vacunas provocaba una liberación masiva de interferones tipo I —potentes moléculas inmunoestimuladoras— y una activación generalizada de células presentadoras de antígenos, como las dendríticas y los macrófagos. El resultado: una mejora sustancial en la presentación de antígenos tumorales y una expansión más efectiva de linfocitos T citotóxicos, los principales responsables de eliminar células cancerosas.

Esperanza para los tumores considerados inmunológicamente “fríos”

Una de las partes más reveladoras del estudio fue que los mayores beneficios se observaron en pacientes con tumores considerados inmunológicamente “fríos”. Estos son cánceres que no presentan altos niveles de proteínas como PD-L1, lo que normalmente los hace poco propensos a responder a inmunoterapia. Sin embargo, con la ayuda de la vacuna de ARNm, incluso estos tumores comenzaron a expresar más PD-L1, permitiendo que los fármacos inmunoterapéuticos hicieran su trabajo.

De confirmarse, esto supondría una revolución en la práctica clínica. Muchos pacientes con cáncer son excluidos de recibir inmunoterapia porque sus tumores no parecen compatibles con este tratamiento. Pero si una simple vacuna puede transformar esos tumores en objetivos válidos, la cantidad de personas que podrían beneficiarse de la inmunoterapia aumentaría de forma espectacular.

Combinar inmunoterapia con vacunas de ARNm podría ampliar el número de pacientes que se benefician de este tratamiento
Combinar inmunoterapia con vacunas de ARNm podría ampliar el número de pacientes que se benefician de este tratamiento. Foto: Istock

¿Una nueva estrategia terapéutica universal?

Uno de los aspectos más emocionantes del hallazgo es su potencial escalabilidad. Las vacunas personalizadas de ARNm contra el cáncer, que están en desarrollo desde hace años, requieren secuenciar el tumor de cada paciente y diseñar una vacuna a medida, un proceso costoso y laborioso. En cambio, las vacunas de ARNm desarrolladas contra la COVID-19 ya están disponibles en todo el mundo, son baratas, seguras y se pueden administrar de inmediato.

Los investigadores están preparando un ensayo clínico fase III en pacientes con cáncer de pulmón para validar estos resultados en un entorno controlado. En él, los pacientes serán asignados aleatoriamente a recibir inmunoterapia sola o en combinación con una vacuna de ARNm.

Si el ensayo confirma lo observado, no solo cambiaría el protocolo de tratamiento estándar en oncología, sino que abriría la puerta a usar las vacunas de ARNm como potenciadores inmunitarios en otras enfermedades.

Implicaciones más allá de la oncología

El estudio también pone en relieve un aspecto más profundo de la inmunología: el poder del sistema inmune no solo para defendernos de agentes externos, sino para reescribir el destino de enfermedades complejas como el cáncer. El hecho de que una tecnología nacida de la urgencia de una pandemia pueda encontrar su lugar en la lucha contra el cáncer es una muestra poderosa de la flexibilidad del conocimiento científico.

En un contexto en el que las vacunas de ARNm han sido objeto de escepticismo, especialmente en el terreno político, este hallazgo ofrece una narrativa completamente diferente. Muestra cómo una plataforma terapéutica puede evolucionar desde una emergencia sanitaria global a un tratamiento prometedor contra uno de los mayores desafíos médicos de nuestro tiempo.

Aunque se necesita cautela —los estudios observacionales no prueban causalidad—, la fuerza de los datos y la coherencia entre los modelos animales y los resultados clínicos hacen que muchos expertos vean este descubrimiento como algo más que una simple coincidencia. Si el ensayo clínico confirma los resultados, podríamos estar ante un nuevo paradigma: no vacunar solo para prevenir enfermedades, sino también para tratar una ya existente.

El cáncer, que tantas veces ha sido descrito como el enemigo silencioso, podría encontrar en estas vacunas un aliado inesperado. Uno que, sin buscarlo, podría estar cambiando la historia de la medicina.

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