¿Cómo se identifica una serpiente venenosa?

Hay algunos aspectos anatómicos que nos permite identificar las especies venenosas, pero lo mejor es evitar acercarnos a ellas.
Víbora hocicuda.

Muestra de la biodiversidad que atesora la geografía española es la, para algunos, impensable presencia de serpientes venenosas en su territorio. Sin que resulten abundantes, su distribución y hábitos exige ser cuidadosos para no tener un encuentro desagradable. Pertenecientes a la familia de los vivérridos, estos reptiles cuentan con un sistema inoculador donde se integran dos grandes colmillos huecos y abatibles. Están situados en posición adelantada y se conectan de manera directa con la glándula del veneno. ¿Pero tenemos serpientes venenosas en la Península Ibérica? La respuesta puede dar un poco de miedo: sí. Pero tranquilidad, podemos intentar identificarlas.

Existen varias claves para identificar a los ofidios venenosos españoles, sólo presentes en la zona peninsular. El rasgo más llamativo de su anatomía es la cabeza. Por lo general, ésta es muy marcada y de forma triangular, con la parte superior recubierta de escamas pequeñas y numerosas. Los inofensivos colúbridos, con quienes pueden confundirse, tienen esa zona frontal cubierta por grandes escamas. Los ojos de las venenosas son más pequeños que los de otras serpientes y su pupila es vertical. Además, el cuerpo de los vivérridos aparece recubierto por fuertes escamas romboidales que componen llamativos dibujos.

Las más peligrosas son las tres especies nativas de víboras de la Península: víbora hocicuda (Vipera latasei), víbora áspid (Vipera aspis) y víbora de Seoane (Vipera seoanei). Si se encuentra a una, no se haga el héroe e intente evitarla.

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  • Eugenio M. Fernández Aguilar