Hoy, este modismo tiene el significado de por unas cosas o por otras, e incluye la necesidad de actuar sea o no el momento más propicio. En un principio, la expresión por fas o por nefas se usaba como sinónimo de por bien o por mal, o por medios justos o injustos. Tiene su origen en la antigua Roma, donde los días se dividían en fastos y nefastos. Los primeros se consideraban días memorables y de ventura, lo que explica que se señalaran en el calendario para celebrar los actos públicos de las diversas colectividades romanas. Por el contario, los días nefastos eran considerados funestos y desastrosos. En estas fechas no se celebraban juicios ni se programaban negocios públicos.
De forma general, el adjetivo "nefasto" ha perdurado en la comprensión común como un período triste o de mal agüero. Aplicado a días o cualquier otra división de tiempo, connota una experiencia negativa o un balance desfavorable. La herencia de esta noción se remonta a la antigua Roma, donde los días se clasificaban como "fastos" o "ne fastos". La designación de los días como "fastos" los consideraba apropiados para la actividad humana, especialmente para asuntos públicos y jurídicos, mientras que los "ne fastos" eran considerados inapropiados y desfavorables. Esta división se basaba en tradiciones, leyes divinas y augurios. Incluso había días "mixtos" cuya condición podía cambiar mediante rituales específicos. La marcación de días especiales, ya sea de inactividad o festividad, ha sido una constante en las civilizaciones del Mediterráneo, moldeando la configuración de nuestras festividades actuales. En el contexto romano, festividades como la inauguración del Coliseo, que duró 100 días, dejaron una profunda impresión cultural. La transformación y adaptación de estas prácticas a través del tiempo han influido en nuestras festividades actuales y reflejan la mezcla de herencias culturales, siendo, en ese sentido, Roma y cruz.
El término "fasto" en el castellano, evolucionó hacia el campo semántico de la fiesta y la celebración. Los "fasti" eran los registros de días en los que ocurrían eventos notables, generalmente celebrados como "días fastos". En el siglo XVIII, la voz "fastos" se utilizó por primera vez como sinónimo de "fiestas" o "celebraciones". Además, la expresión "por fas o por nefas", que solía significar "de cualquier modo", es una adaptación vulgar del original latino "fas atque nefas", que se traduce como "lo lícito y lo ilícito". Incluso en la actualidad, aunque en desuso, la expresión sigue siendo un vestigio de la lengua que refleja el legado cultural y lingüístico de la antigua Roma en nuestra vida cotidiana. En cuanto al término "fausto", existen dos acepciones en el DRAE, una relacionada con la riqueza y pompa exterior, y la otra con la fortuna y felicidad, ambas con influencia etimológica de "fasto".