La etimología puede aportarnos algunas claves sobre la consideración cultural del clítoris, órgano femenino del placer. Los lingüistas no se ponen de acuerdo sobre si este término de origen griego –kleitoris– está emparentado con la familia semántica de colina –podría significar algo así como ‘montículo’– o con la de llave. Lo que sí sabemos es que los antiguos helenos lo llamaban así, y que además tenían una palabra específica para designar la estimulación de esa zona: kleitoriazein.
El lenguaje sexual heredado del modelo que convierte lo femenino en subsidiario de lo masculino usa el verbo de origen latino masturbarse, que puede significar tanto turbarse con la mano como violentarse con la mano, en función del criterio moral del lingüista. De cualquier modo, lo que es útil para estimular un pene no sirve para un clítoris: en este caso, sería más apropiado emplear, por ejemplo, digiturbarse. Esa carencia léxica no la tenían, como hemos dicho, los griegos.
Más información en el artículo Clítoris: el botón del placer, escrito por Valérie Tasso, en el número 384 de MUY INTERESANTE.
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