Arqueólogos descubren en textos milenarios que el hijo mayor tenía el control total de la familia en el Antiguo Egipto

Un nuevo análisis de antiguos contratos matrimoniales revela que la familia egipcia se organizaba en torno al hijo mayor, quien concentraba el poder en un sistema clánico y patriarcal.
Un hallazgo en antiguos contratos matrimoniales revela que la vida familiar egipcia se organizaba más como un clan que como una familia moderna
Un hallazgo en antiguos contratos matrimoniales revela que la vida familiar egipcia se organizaba más como un clan que como una familia moderna. Representación fantasiosa de una familia en el Antiguo Egipto. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez

Hechos clave:

  • Un nuevo estudio revela que la familia en el antiguo Egipto no era nuclear, sino jerárquica y centrada en el hijo mayor.
  • Contratos matrimoniales de hace 2.000 años muestran que el primogénito vivía en casa y controlaba la herencia y las decisiones familiares.
  • Esta estructura rompe con la idea moderna de igualdad y reinterpreta el papel de la mujer egipcia dentro de un sistema patriarcal.

Durante décadas, la imagen que se ha difundido sobre la familia en el antiguo Egipto ha estado marcada por una percepción cercana a la del modelo nuclear moderno: padre, madre e hijos que, al crecer, formaban sus propios hogares independientes. Esta visión, repetida en manuales escolares y documentales, ha comenzado a desmoronarse gracias a un estudio reciente que reinterpreta una fuente ya conocida: los contratos matrimoniales egipcios.

La investigadora Steffie van Gompel, candidata a doctora en Egiptología por la Universidad de Leiden, ha lanzado una nueva hipótesis basada en el análisis de estos documentos, según la cual la familia egipcia funcionaba en realidad como un sistema de clanes, en el que el primogénito —y no cualquier hijo— tenía un papel central y dominante. Esta interpretación, que combina la filología egipcia con la demografía histórica comparada, obliga a repensar muchas ideas asentadas sobre la estructura social del Nilo.

Más allá del matrimonio: el poder estaba en casa

Los contratos matrimoniales en Egipto no eran meras formalidades legales, sino documentos con implicaciones profundas sobre la dinámica familiar. Es cierto que ofrecían cierta protección a las mujeres, permitiéndoles tener propiedades, y establecían con claridad qué aportaba cada cónyuge a la unión. Sin embargo, estos textos también contenían pistas valiosas sobre la manera en que se organizaban los hogares, quién tomaba las decisiones y cómo se distribuían las herencias.

Lo más revelador es que, según estos documentos, la familia no se disolvía cuando los hijos alcanzaban la edad adulta. Al contrario, uno de ellos —el hijo mayor en la mayoría de los casos— se quedaba en la casa paterna, se casaba, y formaba una nueva célula familiar dentro del mismo hogar. Así, tres generaciones podían convivir bajo un mismo techo, al menos temporalmente. Esta práctica se aparta claramente del modelo familiar occidental contemporáneo y se asemeja más a una estructura clánica en la que la continuidad del linaje recaía en un único descendiente.

Nuevas investigaciones revelan que la estructura familiar egipcia era más parecida a un clan que a una familia moderna
Nuevas investigaciones revelan que la estructura familiar egipcia era más parecida a un clan que a una familia moderna. Foto: Istock

El patriarcado al pie del Nilo

Este esquema organizativo tenía consecuencias directas en la distribución del poder dentro de la familia. Los hombres mayores, y en particular los primogénitos, concentraban gran parte del control sobre la propiedad, las decisiones matrimoniales y la vida doméstica. Incluso después del matrimonio, los bienes seguían perteneciendo al grupo familiar liderado por estos varones. La imagen que emerge es la de un patriarcado intensamente jerarquizado, en el que los padres —y posteriormente los hijos mayores— actuaban como guardianes del legado familiar.

Aunque las mujeres gozaban de ciertos derechos, como poseer bienes o heredar propiedades, su papel se mantenía dentro de este marco profundamente masculino. El poder femenino, cuando existía, era más el resultado de la coyuntura familiar que de una verdadera equidad institucional. De ahí que la idea popular de la mujer egipcia como un icono feminista de la Antigüedad deba matizarse a la luz de este nuevo enfoque.

Rivalidades familiares y oportunidades para las hijas

Uno de los aspectos más llamativos del modelo clánico egipcio es la tensión que generaba dentro de la propia familia. El hijo mayor no sólo tenía privilegios, sino también la responsabilidad de continuar con la línea familiar. Esto generaba una división natural entre él y sus hermanos, quienes debían buscar otros caminos fuera del hogar principal. Paradójicamente, esta competencia interna entre hermanos reducía las tensiones basadas exclusivamente en el género.

En efecto, las hijas podían, en ciertas circunstancias, asumir el papel de herederas principales si no había un hijo mayor disponible. Esta flexibilidad permitió que algunas mujeres ocuparan posiciones de responsabilidad dentro del hogar, aunque siempre como una solución secundaria y no como norma. En este contexto, las mujeres sí podían tener una cierta autonomía, pero en ningún caso se las puede considerar pioneras del feminismo tal como lo entendemos hoy.

Aunque las mujeres podían heredar bienes, el control del hogar recaía principalmente en los hombres mayores
Aunque las mujeres podían heredar bienes, el control del hogar recaía principalmente en los hombres mayores. Foto: Istock/Christian Pérez

El legado del clan en la historia egipcia

El descubrimiento de este modelo clánico no solo aporta una nueva perspectiva sobre las relaciones familiares en el Egipto faraónico, sino que también permite entender mejor la estabilidad social de esta civilización. La transmisión intergeneracional de poder, la permanencia del núcleo doméstico y el papel dominante del primogénito contribuyeron a fortalecer la continuidad de linajes, propiedades y tradiciones religiosas y sociales.

Este patrón también explica por qué el concepto de familia en Egipto no se disolvía tras la muerte de los padres. Al contrario, el hogar se perpetuaba a través del hijo elegido, lo que refuerza la noción de familia como institución colectiva más allá de los individuos que la componían. Este sistema generaba estabilidad, pero también rigidez, y fue un elemento clave en la formación de las élites egipcias a lo largo de los siglos.

Van Gompel ha puesto sobre la mesa una interpretación que, sin descubrir documentos nuevos, ofrece una lectura revolucionaria de los ya conocidos. Con ello, demuestra cómo, incluso en la Egiptología, todavía quedan muchos mitos por desmontar y estructuras sociales por comprender.

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  • Laura Chaparro