Un cuadro no cura una herida ni elimina una enfermedad. Sin embargo, detenerse a observar una obra de arte puede tener efectos profundos en cómo nos sentimos. ¿Puede esa experiencia silenciosa cambiar algo en nuestro bienestar mental? Esa fue la pregunta que un equipo internacional de psicólogos, neurocientíficos y filósofos se propuso responder. Su revisión sistemática, publicada en The Journal of Positive Psychology en abril de 2025, analizó 38 estudios con más de 6.800 participantes y concluye que mirar arte, en algunos contextos, puede ser beneficioso. Pero no de cualquier manera.
El arte visual, especialmente cuando se contempla en museos, hospitales o incluso en línea, puede activar mecanismos que regulan las emociones, fortalecen la identidad y favorecen el sentido de propósito.
La investigación fue liderada por científicos de la Universidad de Viena, la Universidad de Cambridge, el Radboud University Medical Center, Trinity College Dublin y otras instituciones europeas. El equipo revisó más de 3.800 artículos y seleccionó aquellos que examinaban cómo el acto de ver arte —sin crearlo— influye en distintos aspectos del bienestar.

Lo que ya sabíamos… y lo que faltaba por explorar
Desde hace décadas, estudios han mostrado que participar en actividades artísticas —como pintar, cantar o bailar— tiene efectos positivos sobre la salud. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud reconoció a las artes como un factor social clave para la salud en su informe de 2019.
Pero pocas investigaciones se habían concentrado exclusivamente en los efectos de contemplar arte visual, una actividad cotidiana, accesible y silenciosa.
La revisión se centró en experiencias “receptivas”, es decir, aquellas donde la persona se enfrenta al arte como espectador. Se incluyeron estudios en museos, hospitales, entornos virtuales y laboratorios. Algunos participantes miraban obras individuales, otros recorrían exposiciones guiadas o participaban en sesiones con discusión grupal. La variedad fue enorme.
Lo más relevante es que, pese a la diversidad de enfoques, ciertos resultados se repiten: el arte puede inducir placer, reducir el estrés, provocar reflexión personal e incluso favorecer la resiliencia emocional.
Eudaimonía: más allá de sentirse bien
Uno de los hallazgos más sólidos fue el vínculo entre el arte y la llamada “eudaimonía”, un tipo de bienestar más profundo que va más allá de la simple felicidad.
La eudaimonía se relaciona con tener un propósito en la vida, desarrollar la identidad y experimentar crecimiento personal, y fue el dominio del bienestar con resultados más consistentes.
Los investigadores encontraron que mirar arte puede facilitar experiencias de sentido, reflexión sobre uno mismo e incluso momentos de transformación personal. A diferencia del bienestar hedónico, que se basa en emociones placenteras momentáneas, la eudaimonía está ligada a procesos más duraderos.
Los efectos más débiles se registraron en dominios como el alivio del dolor o el bienestar social, donde la evidencia fue menos concluyente o nula. También se destacó la necesidad urgente de estudios con mejores controles y diseños más sólidos.

Cinco caminos por los que el arte puede influir en tu bienestar
La revisión propone cinco mecanismos principales a través de los cuales mirar arte podría generar beneficios:
- Procesos afectivos, como la regulación emocional, la distracción positiva o la evocación de placer.
- Procesos cognitivos, incluyendo la estimulación mental, la reinterpretación y la exploración de nuevas perspectivas.
- Procesos sociales, que aparecen especialmente en contextos grupales, fomentando la conexión y la empatía.
- Transformación del yo, como la afirmación de la identidad o la reconstrucción del sentido personal.
- Fomento de la resiliencia, incluyendo la restauración psicológica o la adopción de comportamientos saludables.
Estos caminos no son independientes: pueden reforzarse entre sí dependiendo del contexto, el tipo de arte y la persona que lo contempla.
Los autores destacan que no basta con decir que el arte “hace bien”. Es necesario entender cómo, cuándo y para quién lo hace. Y esa comprensión depende de observar los ingredientes específicos de cada experiencia artística.
¿Importa el lugar y la forma en que vemos arte?
Sí. La evidencia muestra que el contexto donde se contempla una obra influye directamente en los efectos. Ver arte en un museo, en una pantalla o en una habitación de hospital puede provocar respuestas muy distintas.
En ambientes clínicos, por ejemplo, se observó que el arte podía suavizar la experiencia hospitalaria y fomentar la autonomía del paciente.
También se comprobó que caminar por pasillos con arte expuesto aumentaba el tiempo de deambulación de los pacientes, lo que contribuye a la recuperación física.
Por otro lado, el arte visto en grupo puede provocar mayor interacción social, mientras que el arte en soledad puede favorecer la introspección.
Sin embargo, muchas intervenciones carecen de descripciones detalladas. Por eso, los autores proponen un conjunto de guías llamado RAARR (Receptive Art Activity Research Reporting Guidelines) para estandarizar cómo se reportan las experiencias de contemplación artística.

La importancia del tipo de arte y la experiencia emocional
No todas las obras generan los mismos efectos. Las pinturas figurativas, las escenas naturales y las obras clásicas tienden a provocar respuestas positivas más frecuentes.
Sin embargo, el arte contemporáneo, más abstracto o desafiante, puede tener un valor único al activar procesos reflexivos e invitar a la reinterpretación.
Muchos estudios también apuntan a que el arte puede provocar emociones complejas, mezcladas, y que incluso el arte triste o inquietante puede cumplir una función terapéutica cuando permite procesar emociones difíciles en un entorno seguro.
La clave parece estar en permitir que el espectador conecte de forma significativa con la obra, sin imponer una forma específica de sentir o entender lo que ve.
Un recurso cotidiano, aún poco aprovechado
Una de las ventajas más destacadas del arte visual es su accesibilidad. A diferencia de otras actividades que requieren habilidades o recursos, mirar arte puede hacerse con bajo costo, desde casa o en espacios públicos.
Ver arte es una forma de autocuidado que puede integrarse fácilmente en la vida diaria y que, según este estudio, tiene potencial para apoyar la salud emocional y mental.
Los autores del estudio llaman a considerar el arte no solo como entretenimiento o lujo cultural, sino como una herramienta de salud pública.
Para eso, proponen más estudios rigurosos, con mejores controles y medidas objetivas, que permitan diseñar programas efectivos para diversos grupos poblacionales.

Mirar arte es algo más que mirar
Este análisis sistemático ofrece la evidencia más completa hasta la fecha sobre los efectos del arte visual en el bienestar humano.
Aunque aún quedan vacíos por llenar, el mensaje es claro: mirar arte puede ser una experiencia transformadora, siempre que se diseñe y se comprenda con intención.
Frente a un mundo que exige productividad constante, detenerse a contemplar una obra puede ser una pequeña revolución interior. Quizás por eso, en esa pausa, habite la posibilidad de sentirnos más humanos.
Referencias
- Trupp MD, Howlin C, Fekete A, Kutsche J, Fingerhut J, Pelowski M. The impact of viewing art on well-being: a systematic review of the evidence base and suggested mechanisms. J Posit Psychol. (2025). doi:10.1080/17439760.2025.2481041