Sale a la luz un retrato desconocido de Picasso oculto durante 80 años: así es la pintura olvidada de Dora Maar que casi nadie había visto en color hasta ahora

Un retrato inédito de Dora Maar pintado por Picasso durante la ocupación nazi sale a la luz tras 80 años oculto, con una historia que cambia la mirada sobre el artista y su musa.
Una pintura olvidada de Picasso reaparece por primera vez desde 1944, tras décadas en el anonimato
Una pintura olvidada de Picasso reaparece por primera vez desde 1944, tras décadas en el anonimato. Foto: Stephane de Sakutin

Durante más de ocho décadas, un retrato de Pablo Picasso permaneció oculto en una colección privada, lejos de los focos de museos, exposiciones y expertos. Una obra silenciosa, desconocida incluso para muchos historiadores del arte, y que ahora emerge como uno de los hallazgos más importantes del mercado artístico contemporáneo. No se trata de una pintura menor ni de una anécdota más en la extensa producción del genio malagueño. Es el retrato de una mujer que marcó profundamente su vida y su obra: Dora Maar.

El lienzo, titulado Busto de mujer con sombrero de flores, fue pintado en julio de 1943, en plena ocupación nazi de París. Un momento histórico de tensiones políticas, miedo e incertidumbre, que también coincidía con una etapa convulsa en la vida personal del artista. Dora Maar, musa, fotógrafa y artista por derecho propio, aún ocupaba el centro de su mundo íntimo, aunque las sombras del final ya se cernían sobre su relación.

Una obra escondida en el tiempo

La historia de este cuadro parece sacada de una novela: adquirido discretamente en 1944, poco después de la liberación de París, por un coleccionista anónimo, desapareció del circuito artístico y quedó en manos privadas durante generaciones. Solo existía constancia de su existencia gracias a una fotografía en blanco y negro conservada en un catálogo especializado. Nadie, ni siquiera los más reputados expertos en Picasso, había tenido la oportunidad de ver el lienzo en persona.

Su reciente reaparición en una subasta organizada en París ha desatado una ola de expectación. No solo por su valor económico, que podría superar los nueve millones de dólares, sino por lo que representa desde un punto de vista histórico y artístico. Estamos ante un testimonio único de un momento de transición en la vida del artista, un retrato íntimo que mezcla angustia, belleza y despedida.

La pintura redescubierta, de Pablo Picasso, tras su presentación en el Hôtel Drouot de París
La pintura redescubierta, de Pablo Picasso, tras su presentación en el Hôtel Drouot de París. Foto: Stephane de Sakutin

Dora Maar: más que una musa

Reducir a Dora Maar al papel de musa sería injusto. Nacida como Henriette Theodora Markovitch en 1907, fue una figura central del surrealismo francés, una fotógrafa innovadora y una artista con voz propia. Su relación con Picasso fue intensa, compleja y, según algunos biógrafos, marcada por episodios de abuso emocional. Sin embargo, durante años, compartieron una simbiosis creativa que dio lugar a algunas de las obras más potentes del periodo.

Maar no solo fue retratada por Picasso. También documentó el proceso de creación de Guernica, con una serie de fotografías que hoy son claves para entender la evolución del cuadro. Pero con el tiempo, como tantas otras figuras femeninas en la historia del arte, su identidad quedó eclipsada por el brillo del artista que la pintó.

En este nuevo retrato, lejos del dolor desgarrador de La mujer que llora, Picasso muestra a Maar con una expresión más contenida. Los colores —verdes, azules, rojos intensos— vibran sobre una estructura fragmentada, pero no caótica. Hay una especie de serenidad melancólica en su rostro, una tristeza aceptada, como si la despedida ya estuviese asumida, aunque no dicha.

París en guerra y el arte en resistencia

El contexto en el que Picasso creó esta obra no puede ignorarse. En 1943, París estaba bajo control nazi. Los artistas, especialmente aquellos con tendencias vanguardistas, eran vigilados y censurados. Las visitas a su taller eran frecuentes, y su arte, calificado de “degenerado” por el régimen, estaba constantemente amenazado.

Aun así, Picasso no dejó de pintar. Su taller en la rue des Grands Augustins fue un refugio creativo en tiempos de oscuridad. La realización de este retrato durante ese año concreto, cuando la ciudad vivía uno de sus momentos más críticos, es también un acto de resistencia. Mientras el mundo se derrumbaba fuera, dentro del taller nacía una imagen íntima, colorida y compleja de una mujer que lo era todo y a la vez ya no lo era tanto.

Tropas alemanas desfilan por los Campos Elíseos de París, pasando junto al Arco del Triunfo, en junio de 1940
Tropas alemanas desfilan por los Campos Elíseos de París, pasando junto al Arco del Triunfo, en junio de 1940. Foto: Wikimedia/Christian Pérez

Más que una subasta: un pedazo de Historia

La salida a subasta de este cuadro no es solo un evento para coleccionistas. Es una oportunidad para reescribir un pequeño capítulo de la historia del arte del siglo XX. Con este redescubrimiento, los expertos podrán revisar cronologías, estilos y conexiones emocionales en la obra de Picasso. También se abre la puerta para que el público contemple una pintura que, hasta ahora, solo existía como rumor.

Hay quienes se preguntan por qué esta obra permaneció oculta tanto tiempo. Quizás por decisión del coleccionista, quizás por las circunstancias de la posguerra, o simplemente por el deseo de mantener el arte como algo íntimo, alejado de los reflectores. Sea cual sea la razón, su aparición pública revaloriza no solo la pintura, sino el legado de Dora Maar como figura central de esa época.

En tiempos donde la historia del arte sigue descubriendo voces silenciadas, la reapertura de este retrato es también un recordatorio de cuánto aún queda por revelar. No todo está dicho en los museos ni en los libros. Algunas obras, como esta, descansan en la penumbra hasta que el tiempo decide sacarlas a la luz.

Ahora, cuando el martillo de la subasta caiga el próximo 24 de octubre, no solo cambiará de manos un lienzo. Cambiará también nuestra forma de mirar a Dora, a Picasso y a aquel París que resistía entre sombras y colores.

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