La fertilidad es un campo de la medicina que combina ciencia de vanguardia con una profunda sensibilidad humana. Los avances en inteligencia artificial, big data y biotecnología han transformado las posibilidades para quienes enfrentan el reto de formar una familia, pero los tratamientos siguen siendo un proceso cargado de emociones, decisiones difíciles y expectativas personales. Para entender mejor cómo la innovación está cambiando este terreno, hablamos con el doctor Eduardo Hariton.
El Dr. Hariton es especialista en fertilidad y endocrinología reproductiva, formado en la Escuela de Medicina y en la Escuela de Negocios de Harvard, con residencia en los hospitales Brigham and Women’s y Massachusetts General, y un fellowship en la Universidad de California en San Francisco. Actualmente, combina su práctica clínica en el Área de la Bahía de San Francisco con su rol como Managing Director del US Fertility Innovation Fund, desde donde impulsa proyectos que integran la medicina reproductiva con nuevas tecnologías. Además, es investigador con más de 70 publicaciones y asesor de startups en salud.
En esta conversación, el Dr. Hariton habló sobre el potencial de la inteligencia artificial para mejorar los tratamientos de fertilidad, el valor de la empatía en la relación médico-paciente y el rol de los datos clínicos en la toma de decisiones. También compartió consejos para jóvenes estudiantes que sueñan con ingresar a instituciones de prestigio como Harvard, y un mensaje esperanzador para quienes atraviesan procesos de infertilidad.
"La fertilidad es medicina, sí, pero también es humanidad".

Doctor Hariton, su camino académico lo llevó de Caracas a Florida, luego a Harvard y después a la Costa Oeste de Estados Unidos. ¿Cómo han influido esas transiciones en su visión de la medicina y lo que requiere el paciente?
Nací en Caracas, y desde temprano viví una medicina muy humana, centrada en la relación cercana con el paciente. Al mudarme a Florida, entré en contacto con un sistema más estructurado, donde aprendí a valorar la medicina basada en evidencia y a identificar las brechas en el acceso a la salud. Luego, en Harvard —tanto en la Escuela de Medicina como en la Escuela de Negocios— desarrollé una mirada crítica, con herramientas para analizar y rediseñar sistemas de salud. Finalmente, en la Costa Oeste encontré un ecosistema de innovación que me inspira a pensar en cómo escalar soluciones sin perder de vista a la persona.
Todo ese recorrido me enseñó que la medicina no es solo una ciencia exacta, sino también una práctica profundamente contextual, humana y en constante evolución. Y, además, haber vivido y entrenado en diferentes regiones del país, ser un médico hispano y estar casado con una mujer asiática me ha dado una sensibilidad cultural real. Atender pacientes de distintas nacionalidades y contextos me ha enseñado que la atención verdaderamente personalizada también empieza por entender el trasfondo cultural de cada persona.
Usted estudió Medicina y un MBA en paralelo. ¿Cómo se combinan el rigor clínico y la visión empresarial en su día a día?
Al principio, la medicina y el MBA parecían dos mundos distintos. Pero pronto entendí que se complementan. Mi formación empresarial me ayuda a pensar en eficiencia, liderazgo y sostenibilidad, mientras que mi práctica clínica me mantiene anclado a lo más importante: el bienestar del paciente. En la práctica, eso significa buscar formas de hacer que los tratamientos sean más accesibles, que la experiencia del paciente sea más fluida y que el sistema funcione mejor para todos los involucrados.
Con el tiempo, me di cuenta de que ser médico me convierte en mejor gestor, porque entiendo de cerca los desafíos reales que viven los pacientes y los equipos clínicos. Y al mismo tiempo, ser gestor me convierte en mejor médico, porque tengo herramientas para pensar en el largo plazo, en cómo construir sistemas de salud más humanos y sostenibles. Para mí, no hay contradicción entre la clínica y la estrategia: se nutren mutuamente.
Además de su rol clínico, como Managing Director del US Fertility Innovation Fund, usted interactúa con startups y nuevas tecnologías. ¿Cuáles son los mayores focos de interés actualmente y qué podríamos esperar para los próximos años?
Desde mi rol en el US Fertility Innovation Fund tengo la suerte de trabajar con emprendedores brillantes que están tratando de resolver problemas reales. Los focos principales hoy están en tres áreas: la inteligencia artificial para apoyar decisiones clínicas, plataformas digitales que transforman la experiencia del paciente y modelos virtuales o híbridos que amplían el acceso a tratamientos de fertilidad.
Personalmente, me encanta colaborar con fundadores apasionados que quieren hacer una diferencia real en la vida de los pacientes. Esa pasión es contagiosa. A mí me toca ayudarlos a pensar cómo escalar, cómo integrarse en un sistema de salud complejo, pero sin perder la esencia de lo que los motivó a empezar. Y lo que viene será todavía más emocionante: tratamientos más personalizados, decisiones clínicas basadas en millones de datos, y experiencias más humanas gracias a la tecnología bien aplicada.
¿Cuáles son las principales áreas de la fertilidad que se están beneficiando ahora mismo de la inteligencia artificial?
La IA ya está cambiando la forma en que practicamos medicina reproductiva. Hoy la podemos usar para predecir la respuesta ovárica de una paciente y ajustar su dosis de medicación, para seleccionar embriones con mayor potencial de implantación y para interpretar historiales médicos complejos. Son herramientas que nos permiten personalizar tratamientos de forma más rápida y precisa.
Y lo más importante: son clave para mejorar el acceso a la atención sin sacrificar los resultados. Porque permiten que más médicos —incluso en lugares con menos recursos— puedan ofrecer tratamientos avanzados con base en modelos entrenados con millones de datos. Así, la calidad deja de depender exclusivamente de la experiencia individual, y se vuelve más equitativa.
"La IA ya está cambiando la forma en que practicamos medicina reproductiva".

En su campo deben trabajar con grandes volúmenes de datos clínicos. ¿Qué papel juega la calidad y la cantidad de datos del paciente en la toma de decisiones durante un tratamiento de fertilidad?
La calidad y la cantidad de los datos son igual de importantes. Un historial bien documentado y accesible permite diseñar un tratamiento más preciso, anticipar riesgos y ofrecer mejores resultados. Pero si esos datos están desorganizados o incompletos, incluso el mejor médico puede perder información crítica.
Hoy, la diferencia la hace cómo usamos esos datos. Cuando están bien estructurados y contextualizados, nos permiten ver patrones que antes pasaban desapercibidos. Por eso trabajamos constantemente en mejorar los sistemas de recolección y análisis de datos, para tomar decisiones clínicas con más respaldo y menos incertidumbre.
El uso de big data y algoritmos en medicina depende de la confianza del paciente al compartir su información. ¿Cómo se equilibra la protección de la privacidad con la necesidad de datos para mejorar los resultados?
La confianza del paciente es la base de todo. Para que podamos usar sus datos, tiene que tener la seguridad de que estarán protegidos y que se utilizarán de forma ética, transparente y con fines médicos legítimos.
Una estrategia clave que usamos es la desidentificación de los datos. Es decir, eliminamos cualquier información que permita identificar al paciente antes de analizarlos. Así protegemos su privacidad mientras conservamos el valor clínico de esos datos. La combinación de transparencia, seguridad tecnológica y educación al paciente es lo que nos permite avanzar sin perder la confianza de quienes atendemos.
Tradicionalmente, revisar el historial de un paciente podía ser un proceso largo y manual. Actualmente, la IA puede ayudar a interpretar estos historiales médicos. ¿Cómo está cambiando esto a la medicina?
La diferencia es enorme. Antes, cuando un paciente nuevo llegaba a consulta, muchas veces traía 500 o incluso 1000 páginas de registros médicos. Y entre todas esas hojas había consultas de urgencias por resfriados, radiografías de rodilla, recetas de hace años… mucho ruido, poca señal. Me tocaba “pescar” lo que realmente importaba para su fertilidad. Eso era ineficiente y, en ocasiones, podía llevar a omisiones involuntarias.
Hoy, gracias a la inteligencia artificial, tenemos la oportunidad de filtrar y resaltar automáticamente lo relevante: los antecedentes ginecológicos, los tratamientos hormonales previos, las cirugías reproductivas, los valores clave. Esto no solo mejora mi eficiencia como médico y la de mi equipo, sino que también me permite llegar más rápido al diagnóstico y enfocarme en lo que realmente necesita el paciente. Espero que esta tecnología sea adoptada más ampliamente por clínicas y médicos alrededor del mundo.
"La fertilidad es medicina, sí, pero también es humanidad".

En un campo tan sensible como la fertilidad, ¿qué rol juega la empatía? ¿Qué debería esperar un paciente de su médico y qué debería importar al médico en cada historia?
La empatía es parte del tratamiento. No es algo accesorio. El camino de la fertilidad está lleno de incertidumbre, de emociones intensas, de momentos duros. Por eso siempre digo que, si un médico no te está escuchando, cámbialo. Te mereces uno que sí lo haga.
En lo personal, hago un esfuerzo consciente por no interrumpir a mis pacientes. A veces en la medicina estamos tan enfocados en encontrar respuestas rápidas que olvidamos que escuchar ya es parte de la solución. Es importante dejar que la paciente cuente su historia completa antes de hablar. Que sienta que hay espacio para ser vulnerable. Porque una buena comunicación —basada en respeto y en presencia real— puede cambiar completamente la experiencia de un tratamiento.
Desde el punto de vista académico, ¿qué consejo daría a estudiantes latinoamericanos que aspiran a entrar a instituciones como Harvard?
Como dice mi amiga Michelle Poler: "El primer paso es creérselo". Muchas veces creemos que esas puertas están cerradas para nosotros, pero no es así. Cuando formaba parte del comité de admisiones de la escuela de medicina en Harvard, recuerdo que me dijeron: "Harvard no busca a quienes han logrado más y tienen las mejores notas, sino a quienes han hecho más con menos". Al pasar un par de años ahí, entendí que es una estrategia muy sabia, ya que esas personas, cuando se les da una oportunidad como estudiar en Harvard, la aprovechan al máximo y logran cambiar el mundo. Mi consejo es que cuenten su historia con honestidad, que busquen mentores que los impulsen, y que no se queden con la duda de lo que podría haber sido. Intentarlo ya es un paso de éxito.
"Harvard no busca a quienes han logrado más y tienen las mejores notas, sino a quienes han hecho más con menos".
¿Y qué mensaje final le dejaría a quienes están atravesando un proceso de tratamientos de fertilidad?
Mi mensaje es sencillo: no están solos. Este camino puede ser largo, frustrante y emocionalmente agotador, pero hay opciones. Hay avances médicos reales. Y hay profesionales que de verdad están comprometidos con acompañarlos.
Y también quiero decir algo muy simple pero poderoso: si sienten que no los están escuchando, que su caso no importa, busquen otro médico. Se merecen uno que sí los escuche, que los mire a los ojos y los acompañe de verdad. La fertilidad es medicina, sí, pero también es humanidad. Y eso no lo podemos perder de vista.
"Si un médico no te está escuchando, cámbialo".