Shakespeare desenmascarado

La autoría de William Shakespeare se ha puesto en duda por dos motivos: porque fue un provinciano sin mucha educación y porque no existen diarios o cartas que la prueben.
Retrato de Shakespeare

 

 

El misterio en torno a Shakespeare no se centra en su existencia. Ciertamente existió. Hubo un William Shakespeare real, nacido en Stratford-upon-Avon en 1564, del que se conocen su partida de bautismo y las de su familia, su acta matrimonial, disposiciones de tierras a su nombre y otros documentos. Tercero de ocho hermanos, William fue el primer hijo varón de un comerciante y de Mary Arden, hija a su vez de un terrateniente católico. Probablemente estudió en la escuela de su localidad y tuvo que ponerse a trabajar como aprendiz de carnicero por la difícil situación económica que atravesaba su padre. En 1582 se casó con Anne Hathaway, hija de un granjero, con la que tuvo dos niñas y un niño. Se supone que hacia 1588 llegó a Londres, donde pocos años después ya habría logrado éxito teatral como dramaturgo y actor, y que llegó a ser copropietario de la compañía Chamberlain’s y del teatro Globe. También consta la fecha de su muerte, el 23 de abril de 1616, y que fue enterrado en la iglesia de Stratford. Hasta aquí lo que conocemos de su vida. Lo que no está claro es que esa persona fuera el autor de los 154 sonetos y 37 dramas atribuidos a Shakespeare.

La controversia viene del siglo XIX y desde entonces no hay año en que no aparezca alguna teoría tratando de demostrar que aquel hombre de Stratford no era lo suficientemente culto ni había recibido la educación necesaria como para escribir obras de tanta profundidad, ni había viajado a muchos de los lugares descritos con detalle en ellas, ni poseía la formación política y las habilidades cortesanas reflejadas en sus libros. Además, no existen cartas o diarios que revelen sus sentimientos personales, y de su puño y letra sólo hay unas cuantas firmas garabateadas. Por tanto Shakespeare tenía que ser un seudónimo, un hombre de paja bajo el que se escondía tal o cual aristócrata, otro escritor, un gran personaje que deseaba pasar inadvertido o incluso varias personas distintas.

La primera de las teorías propuestas la lanzó en 1856 William H. Smith, según el cual el autor de la obra shakespeariana habría sido el filósofo y estadista del siglo XVI Francis Bacon, basándose en la comparación entre aquélla y los textos conocidos de éste. Otras propuestas han apuntado al escritor y cortesano Edward de Vere, 17º conde de Oxford, obligado a esconderse bajo un seudónimo para proteger a su familia de la vergüenza de verse relacionado con el mundo de la escena; al dramaturgo Christopher Marlowe, que no habría muerto asesinado en una pelea de taberna en 1593, sino que habría escapado a Francia e Italia, donde escribió las obras y pagó a Shakespeare para que no revelara su identidad; o a William Stanley, 6º conde de Derby, un aristócrata entusiasta del teatro. La última tesis aparecida apuesta por el diplomático sir Henry Neville.

Sin embargo, la gran mayoría de los catedráticos y eruditos, incluidos el biógrafo shakespeariano Peter Ackroyd, el profesor de Literatura Renacentista Jonathan Bate y el ex ministro de Defensa español Federico Trillo, experto en la materia, creen que William Shakespeare no era otro que William Shakespeare, el hombre humilde de Stratford que partió a Londres a conquistar el mundo. Entre otras cosas, dicen, ¿cómo un aristócrata podía conocer el mundo rural o el negocio de producción de guantes al que se dedicaba el padre de Shakespeare y que se describen en sus libros?

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