De la cueva al chalet: las primeras viviendas

Allá por el siglo X a. C., el ser humano decidió asentarse y fabricarse un hogar a su medida y a la de su familia. Así fueron las primeras casas.
Descubriendo las primeras casas

Los inicios de la agrupación de los asentamientos humanos en aldeas se han fechado en el milenio X antes de nuestra Era, cuando todavía las primeras construcciones neolíticas consistían en postes de madera clavados en el suelo, que soportaban una techumbre vegetal de hierba y hojas con muros de barro. La forma de las primeras casas era irregular, con predominio de plantas más o menos cuadradas, aunque también existen muros curvos o incluso casas circulares, dependiendo siempre de los materiales de construcción disponibles en cada zona. Un conjunto de estas sencillas chozas dieron lugar a las primeras aldeas, compuestas por varias casas de gran tamaño con una habitación central de unos 5x5 metros cuyo suelo estaba formado por una capa de tierra batida y muros formados por un entramado de ramas cubiertas con barro. La protección de estas primeras aldeas de los peligros procedentes del exterior estaba garantizada por una empalizada de madera. La primera fortificación de piedra y tierra ha sido encontrada en Jericó, Palestina, y fue realizada en torno al 8300 a.C.

Entrada por el tejado

Posteriormente, las casas fueron más grandes y sólidas, pues llegaban a tener hasta 10 m de diámetro o de lado. Sus paredes se construían a base de hiladas de piedra unidas con barro y, a partir de una determinada altura, eran exclusivamente de adobe. La irregularidad de las paredes se ocultaba tras un enlucido de barro, material que también cubría el suelo. Los techos solían ser planos, hechos con troncos, ramas y cañizo cubierto de barro, sin que faltaran ejemplos de casas de dos pisos, como los que se han documentado en Çatal Hüyük, Turquía, donde a estas viviendas de hace 8.000 años se entraba a través de una abertura realizada en el techo y se accedía por una escalera a las diversas habitaciones de la casa.

Recomendamos en

Jean Purdy y la primera bebé probeta de la historia: el relato de una injusticia

Aunque fue una de las tres personas responsables de hacer posible el nacimiento del primer bebé por fecundación in vitro, Jean Purdy pasó décadas relegada al olvido. Enfermera, embrióloga y pionera en tratamientos de fertilidad, su historia es también la de una injusticia científica que tardó más de 30 años en empezar a corregirse. Este artículo recupera su figura y su legado, fundamentales para una de las revoluciones médicas más importantes del siglo XX.
  • Eugenio M. Fernández Aguilar