En las sombras de la historia, donde los secretos de la guerra y las hazañas de criptoanálisis se entrelazan, emerge la figura de Elizebeth Smith Friedman, una pionera cuyo ingenio y dedicación desempeñaron un papel fundamental en el desciframiento de los códigos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Su trabajo no solo salvó incontables vidas, sino que también sentó las bases de la criptología moderna. Sin embargo, a pesar de sus logros monumentales, la historia a menudo ha pasado por alto su contribución, eclipsada por figuras masculinas más conocidas en su campo. Es en este contexto donde el libro de Jason Fagone, La mujer que rompió los códigos, editado por Pinolia, se convierte en una fuente crucial para redescubrir y celebrar el legado de Friedman. A través de una narrativa cautivadora, Fagone nos invita a sumergirnos en la vida de una mujer extraordinaria, cuyo genio criptoanalítico desafió las convenciones de su tiempo y redefinió el arte de la guerra secreta.

La primera criptoanalista
Desde su nacimiento en 1892 en un pequeño pueblo de Indiana, Elizebeth Smith Friedman mostró una inclinación natural hacia el lenguaje y la literatura. Criada en una familia donde la educación era valorada, su pasión por las palabras la llevó a graduarse con especialización en literatura inglesa y griega. Esta fascinación por los idiomas y la literatura no solo moldearía su carrera, sino que también la conduciría al intrigante mundo de la criptología. Su destino cambió radicalmente cuando, buscando profundizar en su amor por Shakespeare, visitó la Biblioteca Newberry en Chicago. Allí, su encuentro con un bibliotecario que conocía a George Fabyan, un excéntrico millonario con intereses en diversos campos de investigación, incluida la criptología, marcó el inicio de su viaje hacia el descifrado de códigos. Fabyan la invitó a Riverbank, su laboratorio privado, donde Elizebeth se sumergiría en el estudio de la criptografía, un campo que hasta entonces era desconocido para ella, pero que pronto dominaría con su característico ingenio y determinación.
En laboratorio Riverbank, un destino compartido unió a Elizebeth Smith con William Friedman, un joven talentoso también absorbido por el enigma de los códigos. Este encuentro no solo marcó el inicio de una colaboración profesional sin precedentes en el campo de la criptología, sino también el comienzo de una vida en común. Juntos, los Friedman formaron un dúo formidable, combinando sus habilidades únicas para descifrar los mensajes más enrevesados del enemigo. Su matrimonio, celebrado en 1917, fue más que una unión de corazones; fue la fusión de dos mentes brillantes dedicadas a la ciencia del descifrado de códigos. En Riverbank, bajo el mecenazgo de George Fabyan, experimentaron sus primeros éxitos, sentando las bases de lo que sería una carrera legendaria en la criptología. Juntos, no solo avanzaron en el campo, sino que también entrenaron a futuros criptoanalistas, expandiendo su legado. La colaboración entre Elizebeth y William Friedman transformó la criptología, demostrando que el amor y la ciencia pueden entrelazarse de maneras extraordinariamente productivas.

Descifrando a los nazis
En el escenario tenso de la Segunda Guerra Mundial, Elizebeth Smith Friedman se erigió como una figura clave en la lucha contra las Potencias del Eje, utilizando su excepcional ingenio para penetrar en los encriptados códigos nazis. Su trabajo en el desciframiento de las infames máquinas Enigma representó un hito en la historia de la criptología, contribuyendo de manera decisiva a la victoria de los Aliados. Con meticulosa dedicación, Elizebeth y su equipo lograron desvelar más de 4000 mensajes nazis, una labor que no solo reveló los movimientos y estrategias del enemigo, sino que también salvó innumerables vidas. Sus logros durante este período fueron monumentales, destacando por su habilidad para reconocer patrones y descifrar los más complejos sistemas de codificación utilizados por los nazis. La determinación y perspicacia de Elizebeth demostraron ser cruciales en el esfuerzo de guerra, evidenciando su papel insustituible en el campo de la criptología y en la historia bélica mundial.
A pesar de sus contribuciones inestimables al desciframiento de códigos y a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, Elizebeth Smith Friedman fue eclipsada durante mucho tiempo por sus homólogos masculinos. Este silencio sobre su legado refleja una tendencia histórica a minimizar los logros de las mujeres en campos dominados por hombres. Sin embargo, el libro de Jason Fagone, La mujer que rompió los códigos, arroja luz sobre esta criptoanalista extraordinaria, restaurando su merecido lugar en la historia. Al destacar su impacto en la criptología moderna y en la formación de la NSA, Fagone no solo rinde homenaje a Elizebeth, sino que también inspira una revaluación de las contribuciones femeninas en la ciencia y la tecnología.

“La mujer que rompió los códigos”, de Jason Fagone
La vida de Elizebeth Smith Friedman, marcada por su genialidad en el arte del desciframiento de códigos, encuentra en "La mujer que rompió los códigos" de Jason Fagone, no solo un merecido reconocimiento, sino también una plataforma para inspirar y educar. Este libro es esencial no solo para aquellos fascinados por la criptología y la historia, sino también para quienes buscan comprender la profundidad de las contribuciones femeninas en la ciencia y en el progreso humano. Fagone ofrece una narrativa envolvente que no solo celebra a Elizebeth como criptoanalista sino también como pionera, cuyo legado trasciende las generaciones y desafía los límites del olvido histórico.
La historia de Elizebeth Smith Friedman nos recuerda la imperiosa necesidad de reconocer las contribuciones de todas las personas, independientemente de su género, en la rica historia y desarrollo de la ciencia. Su legado es un poderoso testimonio de la inteligencia y determinación que yacen a menudo en la sombra del olvido histórico. Este llamado a la reflexión invita a los lectores a indagar más profundamente no solo en la vida de Elizebeth, sino también en las historias de otras figuras femeninas cuyas aportaciones han sido marginadas o ignoradas. Reconocer su trabajo es fundamental para una comprensión completa y equitativa de nuestro pasado colectivo.
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