Arquitectos del terror: los líderes nazis de la Segunda Guerra Mundial

Sus intervenciones fueron tan importantes como la del propio Adolf Hitler en los crímenes contra la humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial, la construcción del Tercer Reich y el Holocausto.
Dircurso Hitler

A principios de los años 20 del siglo XX, un terrible movimiento ideológico se gestaba en Europa. Adolf Hitler, un pintor frustrado, de origen humilde y traumático, que había participado como soldado en la Gran Guerra, malvivía en Viena. Este joven había sido profundamente influenciado por ideas xenófobas y supremacistas relacionadas con una idea casi mitológica de la ‘raza’ germánica y soñaba con la unificación del territorio en una gran nación alemana. Llegó a realizar su macabro y devastador sueño con la ayuda de un círculo de líderes nazis.

El surgimiento del movimiento nazi en Europa

Contexto histórico y el Tratado de Versalles

El final de la Primera Guerra Mundial dejó a Alemania en una situación precaria. El Tratado de Versalles, firmado en 1919, impuso duras condiciones económicas y territoriales al país. Alemania fue obligada a aceptar la responsabilidad total por la guerra, lo que resultó en una humillación nacional que alimentó el resentimiento entre la población. En este ambiente de descontento, las ideas radicales comenzaron a ganar terreno: el nazismo emergió como una respuesta a la crisis económica y social que vivía el país.

La República de Weimar, establecida tras la guerra, se enfrentó a una inestabilidad constante, con frecuentes cambios de gobierno y una creciente polarización política. Estos factores crearon un caldo de cultivo ideal para que Adolf Hitler y su Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) ganaran adeptos al prometer restaurar el orgullo y la grandeza de Alemania.

Mientras tanto, en Baviera, un joven Adolf Hitler comenzaba a gestar su ideología. Influenciado por ideas supremacistas y xenófobas, Hitler soñaba con una nación germana unificada y pura. Su carisma y habilidad para la oratoria le permitieron captar la atención de un número creciente de seguidores, que veían en él la figura capaz de capitanear a Alemania hacia un nuevo amanecer.

Adolf Hitler. Líderes nazis. Fuente: Wikimedia

El ascenso de Adolf Hitler y el Tercer Reich

Una década después, Hitler se convertiría en canciller de Alemania. Pero tal prodigio no se debió solo a su elevado carisma o al caldo de cultivo de la sociedad alemana, sumida en una profunda crisis y humillada tras las condiciones del Tratado de Versalles; la carrera de Adolf Hitler, el temido Führer, estuvo siempre acompañada de un séquito de seguidores, fanáticos de su ideología y con diversos intereses políticos. Estos hombres se convertirían luego en miembros del partido nazi y en arquitectos del Tercer Reich, que desataría un terror inigualable en toda la historia reciente. 

Adolf Hitler: el líder supremo del nazismo

De Mein Kampf al poder absoluto

Líder del partido nazi, su carismática y fanática figura fue atrayendo la atención de más seguidores durante los años 20, que le acompañaron en su demente lucha por lograr una nación germana con pureza de sangre, en un contexto de crisis económica y humillación tras la Primera Guerra Mundial. Es uno de los criminales políticos más famosos de la historia contemporánea, y hoy en día su figura ha pasado a ser un mito por el horror que desató. 

El gobierno totalitario nazi desencadenó la Segunda Guerra Mundial, el conflicto armado más sangriento de la historia de la humanidad con 45 millones de muertos; subyugó al pueblo alemán bajo una dictadura xenófoba y autoritaria, y su gobierno culminó en una terrorífica planificación de eliminación física sistemática de todos los judíos y otros enemigos de la nación del territorio conquistado a través de campos de trabajo y exterminio, conocida como el Holocausto

Tras cinco años de duración, la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin al producirse el avance, tanto de los aliados como del ejército rojo, que acorralaron a los nazis y les dejaron atrapados en Berlín. Adolf Hitler se suicidó, rodeado de los seguidores que le quedaban, el 30 de abril de 1945 pegándose un tiro en la cabeza, con el ejército enemigo a las puertas de la ciudad.

El Putsch de Múnich y sus consecuencias

El partido nazi creció sin cesar desde su base de Baviera, y organizó grupos de armas fuertes para proteger sus manifestaciones y reuniones. En 1923, Hitler y sus seguidores se sintieron lo suficientemente fuertes como para organizar un golpe de Estado, el Putsch de Múnich, un intento fallido de tomar el control del gobierno del estado bávaro con la esperanza de que desencadenara una insurrección nacional contra la República de Weimar. El golpe falló, el partido nazi fue temporalmente prohibido y Hitler fue enviado a prisión la mayor parte de 1924. 

Tras su liberación, Hitler rápidamente comenzó a reconstruir su partido, prometiendo alcanzar el poder solo a través de medios políticos legales a partir de entonces. Finalmente, en 1933, con mayoría en el Parlamento, Hitler fue nombrado canciller por el presidente del Reich, Paul von Hindenburg. 

Interacciones y luchas de poder dentro de la cúpula de Hitler

La historia del círculo interno del Führer está llena de conspiraciones, envidias y una ferviente competición por acercarse al poder.  

En esta galería hacemos un repaso por la cúpula del partido nazi, los más allegados a Hitler, que ayudaron a construir el Tercer Reich y el destino de todos ellos. Las intervenciones de estos líderes nazis fueron tan importantes como la del propio Adolf Hitler en los crímenes contra la humanidad cometidos durante la Segunda Guerra Mundial (de 1939 a 1945), y durante la construcción del Tercer Reich, que ejerció un gobierno del terror en Alemania y los territorios ocupados.

Figuras clave del régimen nazi

Joseph Goebbels: el maestro de la propaganda

Ministro de Propaganda del régimen nazi, fue un escritor frustrado, profundamente antisemita, que vio realizadas sus pretensiones bajo la administración de Adolf Hitler, del que fue su mano derechacontrolando la totalidad de los medios de comunicación, y manejando la industria de la propaganda de manera magistral para la causa nazi, adaptándose al lenguaje del siglo XX. 

Su papel no se limitó únicamente al control de los medios de comunicación, las artes e información del país, sino que recomendó a Hitler medidas con las que llevar a cabo una guerra total. En julio de 1944 Hitler nombró a Goebbels "plenipotenciario para la guerra total". Sin embargo, sus proyectos en este aspecto no fueron tan efectivos como su administración propagandística.

Goebbels ejerció un papel clave en el ejercicio de contaminación de las mentes de los ciudadanos alemanes contra los judíos y en la agitación de masas. Se suicidó el 1 de mayo de 1945 en el búnker del Führer de Berlín, tras ejecutar a su mujer y sus seis hijos, un día después del suicidio del propio Hitler.

Albert Speer y Adolf Hitler. Líderes nazis. Fuente: Wikimedia

Rudolf Hess: el confidente de Hitler

Fue la persona más cercana al Führer durante el despegue de la ideología nazi, en los años 20. Fue una de las personas que le vio realizar sus imponentes discursos en las cervecerías de Múnich y se convirtió en su confidente. Rudolf Hess participó en el intento fallido de golpe de estado, el Putsch de 1923. Mientras ambos estaban en prisión, transcribió y editó el dictado de Adolf Hitler que resultaría en la obra "Mein Kampf" ("Mi Lucha").

Además, desempeñó las funciones de secretario privado de Hitler en la década de 1920 y como diputado, líder del partido y ministro sin cartera desde 1933. Después de la guerra, Hess fue juzgado en los juicios de Nuremberg y condenado a cadena perpetua. Cumplió su condena en la prisión de Spandau, en Berlín, donde desde 1966 fue el único recluso. Hess se ahorcó con un cable eléctrico en los terrenos de la prisión de Spandau el 17 de agosto de 1987.

Hermann Goering: de líder de la Gestapo a mariscal del Reich

El mariscal, héroe de guerra, recuperó su honor y dignidad bajo la administración del partido nazi, estableciendo la policía política secreta de la Gestapo y los campos de concentración, además de estar al frente de la reconstrucción de la armada aérea. Goering había tenido un tío judío con lo que, aunque apoyaba al régimen, no estaba muy conforme con las políticas de aniquilación antisemitas, lo que le fraguó una enemistad manifiesta con Goebbles. Compitió por el liderazgo de la policía del régimen con Himmler. Además, su posición social también hizo que las relaciones sociales fueran clave en su administración. Se suicidó ingiriendo veneno en 1946 durante su encarcelamiento antes de poder ser ejecutado, tras haber sido condenado a la horca como criminal de guerra.

Heinrich Himmler: el arquitecto del Holocausto

Heinrich Himmler fue una de las figuras más poderosas del Tercer Reich. Supervisó la creación y gestión del vasto estado policial nazi, así como la infraestructura del Holocausto, aunque suele ser recordado por como líder de las SS. Estableció el primer campo de concentración en Dachau y organizó campos de exterminio en toda la Europa ocupada. Heinrich Himmler intentó evadir a Adolf Hitler y hacer la paz con los aliados occidentales. Hitler ordenó el arresto de Himmler, que intentó escapar disfrazado de soldado alemán. Se había afeitado, rapado, se puso un parche y portaba documentación falta cuando fue capturado por los aliados. Se suicidó ingiriendo una cápsula de cianuro el 23 de mayo de 1945.

Martin Bormann: el administrador del terror

Bormann ocupó, desde 1933, el puesto más alto en la jerarquía del partido nazi, solo por detrás de Adolf Hitler. El 12 de mayo de 1941, Hitler designó a Bormann para ocupar el cargo de Jefe de la Cancillería del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, sucediendo a Rudolf Hess. Bormann se convirtió así en uno de los principales líderes nazis en calidad de jefe de la maquinaria administrativa del Partido Nazi. Fue un gran defensor de la persecución y el exterminio de judíos y eslavos, y desempeñó un papel clave en la expansión del programa alemán de trabajo esclavo. 

Desapareció poco después de la muerte de Hitler, y se supuso que estaba muerto o escondido. Fue acusado el 29 de agosto de 1945, junto con otros líderes nazis, por cargos de crímenes de guerra y, aunque ausente, fue declarado culpable y sentenciado. Informes de la década de 1960 alegaron que Bormann había escapado y había estado viviendo en América del Sur, posiblemente en Paraguay. Sin embargo, a principios de 1973, un experto forense de Berlín estableció "casi con certeza" que uno de los dos esqueletos desenterrados durante una construcción en Berlín Occidental en diciembre de 1972 era el de Bormann, y el 11 de abril de 1973, las autoridades de Alemania Occidental lo declararon oficialmente muerto. Ese esqueleto fue sometido a pruebas de ADN en 1998, y los investigadores confirmaron que los restos eran de Bormann.

Albert Speer: el arquitecto del Reich

Albert Speer fue el arquitecto jefe de Adolf Hitler y ministro de armamentos y producción de guerra. Durante la guerra, se convirtió en una persona muy cercana al Führer. Speer trabajaba en planes para reconstruir todo Berlín (que nunca se llevaron a cabo) y, como ministro de armamentos, amplió el uso de mano de obra esclava, suministrada principalmente desde los campos de concentración, que mantenía la producción de material de guerra para Alemania. En los juicios de Nuremberg, Albert Speer fue condenado por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, y cumplió una condena de 20 años de prisión. Murió en Londres en 1981.

Ernst Röhm: el líder de las SA eliminado

Röhm ayudó a Hitler a ganar el apoyo del ejército en Baviera. Durante el Putsch del 8 al 9 de noviembre de 1923, en Múnich, fue brevemente encarcelado. Röhm quería que las SA (el ejército de los ‘camisas pardas’) absorbieran o reemplazaran al Reichswehr (ejército regular), en contra de los deseos de Hitler. Hermann Göring y Heinrich Himmler conspiraron contra él al ser percibido como una amenaza. Además, utilizaron la homofobia de Hitler contra él (Röhm era abiertamente homosexual). Hitler finalmente decidió eliminar al jefe de las SA, y fue ejecutado en Múnich en 1934.

Hermann Goering. Líderes nazis. Fuente: Wikimedia

Reinhard Heydrich: el verdugo de Bohemia y Moravia

Este funcionario alemán nazi fue el principal oficial de Heinrich Himmler en el Schutzstaffel, el cuerpo paramilitar conocido comúnmente como las SS. Jugó un papel clave en la organización del Holocausto durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial. 

En septiembre de 1941, Heydrich había sido nombrado gobernador de Bohemia y Moravia (ahora, en la República Checa). Combinó medidas represivas y ejecuciones masivas con un intento de aplacar a los campesinos y trabajadores checos mejorando las condiciones sociales y económicas. Finalmente, el 27 de mayo de 1942, dos agentes checos lo hirieron mortalmente con una bomba mientras viajaba en su automóvil. Murió el 4 de junio en un hospital de Praga.

Adolf Eichmann: el organizador logístico del genocidio

Adolf Eichmann estuvo a cargo de la identificación y el transporte de judíos desde todas las zonas de Europa ocupadas por la Alemania nazi a campos de exterminio en la Polonia ocupada por los alemanes, incluida Auschwitz. Las tropas estadounidenses capturaron a Adolf Eichmann cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, pero escapó en 1946 y se estableció en Buenos Aires, Argentina, en 1958. Agentes israelíes del Mossad lo capturaron allí y lo sacaron de contrabando para llevarlo a juicio en Israel. Después de un juicio de ocho meses, fue declarado culpable. Eichmann Fue ahorcado en 1962.

El impacto histórico del régimen nazi

El holocausto: una tragedia sin precedentes

El Holocausto es uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad. Bajo el liderazgo de Adolf Hitler y el régimen nazi, se llevó a cabo un plan sistemático de exterminio que resultó en la muerte de seis millones de judíos, así como millones de otras minorías, incluidos gitanos, eslavos, discapacitados y opositores políticos. Este genocidio fue una manifestación extrema de la ideología racista y antisemita promovida por el Tercer Reich.

La maquinaria de exterminio constituyó un testimonio de la capacidad organizativa del régimen nazi, con la participación de diversas instituciones del estado alemán. Figuras como Heinrich Himmler y Adolf Eichmann desempeñaron roles clave en la implementación de la Solución final, coordinando el transporte y exterminio de millones de personas en campos de concentración y exterminio como Auschwitz.

La Segunda Guerra Mundial y sus devastaciones

La Segunda Guerra Mundial, iniciada por la agresión expansionista del Tercer Reich, fue el conflicto más devastador de la historia de la humanidad. Con un costo humano de más de 60 millones de vidas, la guerra alteró el equilibrio de poder global y provocó cambios políticos, sociales y económicos de gran alcance.

El conflicto comenzó en 1939 con la invasión de Polonia por parte de Alemania, y rápidamente se extendió por Europa y más allá. Las tácticas de guerra relámpago utilizadas por el ejército nazi permitieron rápidas conquistas iniciales, pero a medida que la guerra avanzaba, la resistencia aliada y las tensiones internas dentro del Tercer Reich comenzaron a debilitar la maquinaria de guerra alemana.

La derrota final de los nazis en 1945 marcó el colapso del Tercer Reich y el fin de una era de terror. Sin embargo, las consecuencias de la guerra fueron duraderas, con la división de Alemania, la creación de las Naciones Unidas y el inicio de la Guerra Fría. Así, la Segunda Guerra Mundial no solo cambió el mapa político del mundo, sino que también dejó un legado de destrucción y sufrimiento que sigue siendo recordado hoy.

El final de los líderes nazis tras el colapso del Tercer Reich

Juicios y destinos de los jerarcas nazis

Tras la caída del Tercer Reich, los líderes nazis enfrentaron la justicia por sus crímenes de guerra en los juicios de Nuremberg. Este proceso judicial histórico buscó responsabilizar a los principales arquitectos del régimen nazi por el Holocausto y otras atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial. Figuras como Hermann Göring, Rudolf Hess y Albert Speer fueron juzgadas, y muchas de ellas recibieron condenas severas, incluidas penas de muerte y largas sentencias de prisión.

Los juicios de Nuremberg no solo marcaron un hito en el derecho internacional, sino que también sentaron un precedente para futuros procesos judiciales contra crímenes de lesa humanidad. A pesar de las condenas, algunos líderes nazis lograron evadir la justicia, ya sea suicidándose antes de ser capturados o escapando de Europa. Sin embargo, el legado de los juicios perdura como un recordatorio de la importancia de la rendición de cuentas y la justicia en el contexto de conflictos y genocidios.

Líderes nazis, prófugos en Sudamérica y su legado

Tras el colapso del Tercer Reich, varios jerarcas nazis lograron escapar a Sudamérica, donde encontraron refugio en países como Argentina, Brasil y Paraguay. Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del Holocausto, fue capturado por agentes del Mossad en Buenos Aires en 1960, lo que puso de manifiesto la presencia de nazis prófugos en la región. Otros, como Josef Mengele, el infame médico de Auschwitz, lograron evadir la captura durante años.

La presencia de nazis en Sudamérica generó controversia y tensiones diplomáticas, especialmente en países que ofrecieron refugio a estos criminales de guerra. Las conexiones entre algunos nazis y gobiernos locales, como el de Juan Domingo Perón en Argentina, han sido objeto de debate y escrutinio histórico.

Referencias

  • Wistrich, Robert S. 2013. Who's who in Nazi Germany. Londres y Nueva York: Routledge.

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