Un estudio reconstruye las conexiones astronómicas de las misteriosas tumbas Kofun de Japón

Descubre la orientación astronómica de los túmulos Kofun, tumbas sagradas vinculadas con la cosmovisión japonesa y la diosa solar Amaterasu.
Kofun y diosa
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - El diseño de los túmulos Kofun se vincula a la diosa Amaterasu

Entre los siglos III y VI d. C., en el corazón del Japón antiguo surgieron miles de imponentes túmulos funerarios conocidos como Kofun, estructuras que aún hoy sorprenden por sus dimensones y su orientación. Pertenecientes a un periodo crucial para la consolidación del poder imperial, estos monumentos no solo destacan por su arquitectura monumental, sino también por su profunda relación con la cosmovisión japonesa y el culto a la diosa solar Amaterasu. La arqueoastronomía ha explorado las conexiones astronómicas que guiaron la construcción y disposición de estas tumbas, arrojando nueva luz sobre el significado cultural y simbólico de los Kofun.

El periodo Kofun y el origen de los túmulos

El periodo Kofun, que se extiende aproximadamente entre los años 250 y 600 d. C., constituye la última fase de un largo proceso histórico que culminó con la unificación del Japón bajo un poder imperial centralizado. La denominación de esta etapa proviene de las numerosas tumbas monumentales, en ocasiones de dimensiones colosales, que jalonan el paisaje japonés.

La estructura básica de las tumbas Kofun recuerda a la de algunos monumentos neolíticos europeos. Consiste en un montículo artificial atravesado por un pasillo megalítico que conduce a la cámara funeraria.

Sin embargo, una categoría particular de estas tumbas, las llamadas keyholes (en forma de cerradura), resulta única en el mundo tanto por su tamaño —el Daisen Kofun, por ejemplo, alcanza los 486 metros de longitud— como por su perfil geométrico inconfundible cuando se observa desde el aire. La mayor parte de estos grandes túmulos se consideran sepulturas de los primeros emperadores. La naturaleza semilegendaria de estas figuras ha limitado las excavaciones y los estudios directos, pues la ley japonesa protege estos lugares como patrimonio sagrado.

Amaterasu
Amaterasu por Toyokuni III, 1856. Fuente: Wikimedia

Amaterasu y la legitimación del poder imperial

El análisis arqueoastronómico de los Kofun no puede separarse de la mitología que sustentó el poder imperial. Durante el periodo Kofun, y de forma más marcada a partir del siglo V d. C., la diosa solar Amaterasu se elevó a la categoría de antepasada directa de la familia imperial. Según los primeros textos japoneses, redactados en el siglo VII d. C. por orden de la corte, Amaterasu envió a su nieto a gobernar la Tierra: así, daba inicio la identificación del Japón como “la tierra del sol naciente”. Este vínculo entre el poder político y el culto solar alimenta la hipótesis de que la orientación de las tumbas Kofun podría responder a criterios astronómicos vinculados a la diosa.

Orientaciones solares y lunares

Durante mucho tiempo, la imposibilidad de acceder físicamente a los túmulos más importantes impidió estudiar sistemáticamente sus características y orientación. No obstante, el desarrollo de la teledetección y la disponibilidad de imágenes satelitales de alta resolución han permitido medir con exactitud sus alineamientos. El caso paradigmático lo representa el Daisen Kofun, principal monumento del grupo de Mozu, en la actual Sakai, declarado junto con el cercano grupo de Furuichi Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Daisen Konfu
Daisen Konfu, la tumba de Nintoku. Fuente: Ministerio de Tierra, Infraestructura, Transporte y Turismo/Autoridad de Información geoespacial de Japón/ Wikimedia

Daisen Kofun y los solsticios

La medición del azimut de la línea de base del Daisen Kofun ha revelado un valor de 119°30′, con una altura de horizonte de unos 2°. Esta disposición corresponde prácticamente a la posición del sol en el amanecer del solsticio de invierno y, en sentido inverso, a la del ocaso del solsticio de verano. El hallazgo confirma que el monumento se concibió con una orientación astronómica precisa.

La relación entre las tumbas, el sol y la luna

Un análisis más amplio, basado en los datos recopilados en 1897 por William Gowland y revisados con técnicas actuales, muestra que el 84 % de los corredores de acceso de los Kofun están alineados entre 125° y 235°. Se trata de un sector del cielo que incluye la salida y la puesta del sol en el solsticio de invierno.

Tal patrón resulta más sugerente si cabe. Este mismo sector coincide con las posiciones extremas de salida y puesta de la luna durante el lunasticio mayor meridional, un fenómeno que ocurre cada 18,6 años. Esto implica que la mayoría de las tumbas recibían luz tanto del sol como de la luna en momentos clave del ciclo anual y mensual. Los estudiosos interpretan esta orientación con relación al simbolismo dual basado en la pareja celestial formada por Amaterasu y su hermano lunar Tsukuyomi.

Recreación ficticia de un kofun
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

La orientación específica de las tumbas de cerradura

El estudio de la orientación de 151 Kofun en forma de cerradura, todos ellos de gran tamaño, parece confirmar que el 82 % de estos monumentos se sitúa entre el amanecer del solsticio de verano y el ocaso del solsticio de invierno. Esto refuerza la conexión con el ciclo completo del astro rey a lo largo del año. Esta consistencia en la orientación, que se ha observado en distintas regiones y túmulos de distintos tamaños, indica que la astronomía ocupó un lugar central en la planificación de estos enterramientos. Pudo servir como un medio de legitimar el poder imperial y garantizar la continuidad simbólica entre el soberano fallecido y las fuerzas cósmicas.

El enigma de la forma: ¿un amanecer sobre el monte Fuji?

Si la orientación de los Kofun se vincula al sol y la luna, la forma en cerradura de estos túmulos plantea otro misterio. Una hipótesis novedosa sugiere que esta silueta sería una representación simbólica del sol naciendo detrás de una montaña sagrada, una evocación del territorio protegido por Amaterasu.

La montaña en cuestión podría ser el monte Fuji, el volcán más venerado del Japón, asociado a divinidades de la vida y la naturaleza. La clave para esta interpretación se encuentra en un lugar sagrado: el santuario de Ise, el templo más importante del sintoísmo que está dedicado, precisamente, a la diosa solar.

A pocos kilómetros de Ise, en la costa, se alzan las rocas sagradas Meoto Iwa, un par de peñascos unidos por una shimenawa, una gruesa cuerda de significado religioso para el shintoísmo. En el amanecer del solsticio de verano, el sol aparece alineado entre ambas rocas y su disco se eleva exactamente detrás del perfil distante del monte Fuji, visible a más de 200 kilómetros de distancia. La semejanza entre esta visión y la forma de un Kofun en cerradura abre la posibilidad de que la arquitectura funeraria imitara un motivo visual cargado de simbolismo religioso.

Meotoiwa
Meoto Iwa. Fuente: Wikimedia

Significado cultural y legado

Los Kofun materializan la conexión entre el orden cósmico y el poder político. Integra la astronomía, la geografía sagrada y la mitología en una misma expresión arquitectónica. En ausencia de textos contemporáneos que expliquen su función exacta, el análisis de su orientación y forma permite reconstruir, al menos en parte, algunos aspectos clave de la ideología que los originó.

Su estrecha relación con el culto solar, su integración de fenómenos lunares y su posible evocación de paisajes sagrados como el monte Fuji refuerzan la idea de que estos monumentos sirvieron como escenarios de legitimación imperial. Diseñados para asegurar la continuidad del linaje y la protección divina, los Kofun articulaban un complejo mensaje de poder, fe y conexión con las fuerzas celestes.

Referencias

  • Magli, Giulio. 2025. Archaeoastronomy: Introduction to the science of stars and stones. Springer Nature.

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