Mucho antes de que el vino se convirtiera en símbolo de civilización, las comunidades prehistóricas de Italia ya recolectaban uvas. Pero esas uvas no eran las que hoy conocemos. Eran pequeñas, silvestres, difíciles de cultivar y sostenían parte de la dieta de los primeros agricultores del Neolítico. Un nuevo estudio publicado en PLOS ONE ha analizado 1768 pepitas de uva encontradas en 25 yacimientos arqueológicos italianos, abarcando un periodo de 7000 años, para rastrear la transición de la vid silvestre a la domesticada.
El análisis se centró en comparar las semillas de uva arqueológicas con variedades modernas, tanto silvestres como cultivadas, utilizando técnicas de morfometría geométrica. A través de la forma, longitud y proporciones de las pepitas, los científicos han podido identificar cuándo y dónde comenzaron los primeros indicios de domesticación.
Los resultados son reveladores: durante el Neolítico y la Edad del Bronce Temprano no hay evidencias de uvas domesticadas en Italia. Esto sugiere que, por siglos, la vid fue exclusivamente recolectada, no cultivada. El cambio no llegaría hasta bien entrado el Bronce Final.

Sa Osa, el primer viñedo: la revolución empezó en Cerdeña
Fue en un rincón de Cerdeña donde los investigadores encontraron la primera señal clara del cultivo de uvas domesticadas en Italia. En el yacimiento de Sa Osa, datado entre los años 1300 y 1100 a.C., las pepitas mostraban formas alargadas y simétricas, propias de variedades seleccionadas por el ser humano.
Casi la mitad de las pepitas halladas allí fueron clasificadas como domesticadas, un salto notable respecto a épocas anteriores. Los investigadores creen que esto marca el nacimiento de la viticultura en suelo italiano.
Además, algunos análisis genéticos de las semillas revelan similitudes con variedades modernas del Cáucaso, lo que sugiere un posible origen foráneo introducido mediante redes comerciales.
Estas uvas no solo eran cultivadas, también fermentadas. Residuos hallados en cerámicas de la misma época confirman la producción de vino en ese periodo, reforzando la hipótesis de que los pueblos nurágicos de Cerdeña ya dominaban técnicas avanzadas de vinificación.
De lo silvestre a lo sofisticado: el perfeccionamiento etrusco
Durante la Edad del Hierro, la domesticación de la vid dio un nuevo salto, esta vez en la Italia continental. En dos yacimientos etruscos del siglo IV a.C., la gran mayoría de las semillas analizadas eran de tipo doméstico. Esto indica que los etruscos ya cultivaban viñedos bien establecidos y seleccionaban sus uvas con precisión.
Este perfeccionamiento coincide con la expansión del comercio de vino etrusco hacia el norte de África, Francia y España, documentado por la presencia de ánforas de vino en múltiples puertos mediterráneos.
El hallazgo de pepitas etruscas con formas similares a las actuales sugiere una viticultura madura, comparable a la moderna en aspectos clave.
Además, el cruce entre variedades silvestres y domesticadas en esta época podría haber originado nuevas cepas. La diversidad genética detectada en las pepitas confirma que la evolución de la vid no fue lineal, sino una compleja red de experimentación, hibridación y adaptación.

El Imperio romano y la consolidación de la vid domesticada
Con la llegada de Roma, la vid domesticada se expandió por todo el territorio italiano. Los yacimientos romanos analizados en el estudio muestran una clara predominancia de pepitas cultivadas, aunque en algunos sitios todavía se encuentran semillas silvestres, posiblemente utilizadas para crear nuevas variedades mediante cruzamientos.
Esto refuerza la idea de que los viticultores romanos no solo heredaron conocimientos anteriores, sino que también innovaron. Durante este periodo, la diferencia morfológica entre pepitas silvestres y domesticadas se redujo, lo que indica un uso deliberado de ambas en procesos agrícolas complejos.
Los romanos desarrollaron una viticultura industrial y extendieron el cultivo de la vid por todo el Imperio. Las técnicas de selección artificial se perfeccionaron, y los restos arqueológicos lo confirman: la semilla de uva romana se parece mucho a la uva actual.
Edad Media: el dominio absoluto de la vid cultivada
En la Edad Media, la domesticación de la vid se había consolidado en casi toda la península italiana. Los investigadores encontraron pepitas completamente domesticadas en todos los yacimientos estudiados, con formas y tamaños casi idénticos a las variedades modernas.
La investigación indica que ya no se experimentaba con uvas silvestres, lo que sugiere que los viticultores medievales cultivaban variedades bien establecidas y reconocidas. Esto se refleja también en los registros históricos de monasterios y haciendas que describen cuidados precisos de los viñedos.
Además, las formas y proporciones de las pepitas medievales muestran una evolución hacia variedades más productivas y resistentes, anticipando las bases de la viticultura moderna. La vid domesticada había dejado de ser una novedad para convertirse en un pilar de la cultura agrícola europea.

Las pepitas como cápsulas del tiempo: ciencia y vino se dan la mano
Este estudio, liderado por investigadores de Italia y Francia, demuestra el valor de las semillas arqueológicas como herramientas científicas. Gracias a métodos como la morfometría geométrica y el análisis genético, las pepitas se convierten en cápsulas del tiempo que narran 7000 años de evolución agrícola.
Los hallazgos también permiten comprender la relación entre sociedades antiguas y sus cultivos, cómo se difundieron las tecnologías agrícolas, y qué papel jugaron las rutas comerciales en el desarrollo de la viticultura. En otras palabras, el vino no solo es una bebida, también es historia líquida.
Y todo empieza con algo tan simple —y tan poderoso— como una pequeña semilla.
Referencias
- Ucchesu, M., Ivorra, S., Bonhomme, V., Pastor, T., Aranguren, B., Bacchetta, G., ... & Bouby, L. (2025). Tracing the emergence of domesticated grapevine in Italy. PloS one, 20(4), e0321653. doi: 10.1371/journal.pone.0321653