Muchas criaturas de nuestro planeta aparentan ser de especies que no son. A este rasgo se le denomina mimetismo —no debe confundirse con el camuflaje—. En general, el mimetismo tiene dos funciones posibles: engañar a los potenciales depredadores, dando la impresión de ser una criatura peligrosa, aunque no lo sea, o tratar de pasar desapercibido entre los individuos de la especie a la que imita.
Las dos claves del mimetismo
No es casual, por tanto, que, en el primer caso, la especie imitada sea peligrosa. Hay moscas, escarabajos y mariposas que tienen la apariencia de avispas, o serpientes inofensivas que aparentan ser ofidios muy venenosos. El verdadero maestro de esta técnica es el pulpo imitador, que puede hacerse pasar por serpiente marina, pez venenos, y más de una decena de otras especies peligrosas.
El segundo caso –intentar pasar desapercibido– es aún más extraordinario y suele despertar más la curiosidad. Son pocas las especies conocidas que cuentan con esta estrategia. Existen, por ejemplo, varias especies de avispa y de araña que habitan con las hormigas. Algunas incluso se infiltran en los hormigueros o en termiteros, se alimentan de su comida y se aprovechan de su protección, gracias a una apariencia corporal y un olor idéntico al de sus anfitriones. Son los organismos mirmecófilos— inquilinos de las hormigas— y termitófilos —inquilinos de las termitas— .

Inquilinos de hormigueros y termiteros, grupos poco conocidos
Descubrir a estos organismos no es tarea fácil: su hábitat poco accesible, sumado a su gran parecido con el insecto anfitrión, los hace pasar desapercibidos en una identificación de visu, y solo cuando llegan a identificarse como algo extraño y se analizan, se pueden describir como especie. No es raro, por tanto, que algunas de las nuevas especies que se identifican cada cierto tiempo tengan este modo de vida tan peculiar.
En estos entornos es, de hecho, donde se ha hallado la última especie de escarabajo descrita por la ciencia. Los investigadores Bruno Zilberman y Carlos M. Pires-Silva, del Museo de Zoología de la Universidad de Sao Paulo en Brasil, han publicado muy recientemente una investigación en la prolífica revista científica Zootaxa, que incluye la descripción de esta nueva especie, Austrosopirachtha carrijoi, un organismo termitófilo.
El último hallazgo: 'Austrospirachtha carrijoi'
Austrospirachtha carrijoi es un hallazgo excepcional que brinda una nueva perspectiva sobre el mundo sorprendente del mimetismo en el reino animal. Este escarabajo es un ejemplo vivo destacado de cómo la naturaleza, a través del proceso ciego de la evolución, ha desarrollado estrategias aparentemente ingeniosas de supervivencia.
Austrospirachtha carrijoi ha evolucionado con un gran parecido con las termitas, tanto en su apariencia externa como en el olor, lo que le permite pasar desapercibido entre estos insectos sociales. Las termitas, como las hormigas, emplean feromonas para reconocerse y comunicarse, y su sentido del olfato es extraordinariamente sensible. Pero la semejanza de este diminuto escarabajo en este sentido es tan sorprendente que las termitas anfitrionas no logran identificarlo como un intruso.

De esta especie de escarabajo solo se han hallado hembras. Miden unos 2,4 milímetros de longitud, y su cuerpo dista mucho de parecerse a la imagen que tenemos de un escarabajo. La cabeza y el tórax son pequeños y se esconden bajo un abdomen hiperdesarrollado, que es el que, en su conjunto, se asemeja a la termita. Mientras que gran parte del abdomen se dirige hacia arriba y atrás, con la característica forma globosa del gastro de las termes, una prolongación del mismo se proyecta hacia adelante, con formas lobulares que recuerdan al tórax y la gran cabeza de sus anfitrionas.
La coloración es clara, de nuevo, similar a la de las termitas. La mayor parte del abdomen es blando, mientras que en la cabeza, el tórax y las patas, tiene partes endurecidas de un color más oscuro. El primer par de alas, denominadas élitros —que en los escarabajos están fuertemente esclerotizadas, y forman una especie de coraza— son pequeñas, y el segundo par, que en muchos coleópteros cumple la función de vuelo, está ausente.
Enriqueciendo nuestra comprensión de la biodiversidad
El estudio de Austrospirachtha carrijoi nos recuerda que la naturaleza está en constante cambio, las especies evolucionan, lo que les permite sobrevivir y prosperar en su entorno. En este caso, la evolución ha llevado a este escarabajo a perfeccionar el arte del mimetismo, imitando la apariencia y el olor de las termitas y logrando así pasar desapercibido y aprovechar los recursos y la protección que brindan estos insectos sociales.
Cada nuevo hallazgo en biología nos revela más sobre la diversidad de estrategias que desarrollan las criaturas para enfrentar los desafíos de la vida. Además, subraya la importancia de proteger y preservar los ecosistemas naturales, porque cada especie, por pequeña que sea, puede desempeñar un papel vital en la compleja red de la biodiversidad.
Austrospirachtha carrijoi es un testimonio de la capacidad de la vida para adaptarse y persistir en un mundo en constante cambio. Su existencia nos inspira a seguir explorando y comprendiendo la maravillosa variedad de formas de vida que comparten nuestro planeta.
Referencias:
- Vidal Cordero, J. M. 2021. Las hormigas. CSIC, Catarata.
- Zilberman, B. et al. 2023. A new species and morphological notes on the remarkable termitophilous genus Austrospirachtha Watson from Australia (Coleoptera: Staphylinidae: Aleocharinae). Zootaxa, 5336(3), 424-432. DOI: 10.11646/zootaxa.5336.3.8