Confirmado: declaran a las abejas silvestres en peligro de extinción por primera vez en Europa y el impacto podría ser catastrófico para nuestros ecosistemas

Las abejas silvestres están desapareciendo en Europa y el diagnóstico es más grave de lo que imaginas.
Por primera vez, se reconoce que las abejas que viven sin intervención humana están en peligro de extinción
Por primera vez, se reconoce que las abejas que viven sin intervención humana están en peligro de extinción. Foto: Istock

Hasta hace muy poco, la imagen que teníamos de las abejas estaba asociada casi exclusivamente a panales ordenados, colmenas de madera, apicultores con trajes blancos y frascos de miel dorada. Lo que muchos desconocen es que existe un mundo paralelo: el de las abejas melíferas que viven en libertad, sin intervención humana, escondidas en huecos de árboles, grietas rocosas o viejas construcciones rurales. Estas abejas "salvajes", pertenecientes a la misma especie que las de colmena, han sido oficialmente declaradas en peligro de extinción en la Unión Europea.

Este alarmante diagnóstico, que se hizo público con la última actualización de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), marca un antes y un después en nuestra forma de entender la apicultura, la conservación de la biodiversidad y el equilibrio natural que sostiene buena parte de la agricultura europea.

Las grandes olvidadas

Lo más inquietante de este anuncio no es solo que la especie Apis mellifera, en estado salvaje, esté desapareciendo, sino que hasta hace muy poco, apenas se las estudiaba. En el imaginario popular y en buena parte de la literatura científica, las abejas melíferas estaban siempre bajo el paraguas de la apicultura. Sin embargo, la realidad es que existe una parte de esta especie que nunca fue domesticada ni gestionada por el hombre. Estas abejas han sobrevivido por millones de años sin colmenas móviles ni jarabes artificiales.

Su número, sin embargo, ha caído de forma drástica en las últimas décadas. En países como Alemania, Italia, Polonia o Francia, se han documentado algunas poblaciones aisladas que viven aún en libertad, pero su densidad es la más baja del planeta. Los expertos coinciden en que estamos ante una erosión silenciosa, un colapso biológico que había pasado desapercibido por años.

Las abejas salvajes cumplen un papel crucial en la polinización de ecosistemas naturales
Las abejas salvajes cumplen un papel crucial en la polinización de ecosistemas naturales. Foto: Istock

Un nuevo enfoque para definir lo “salvaje”

Uno de los grandes obstáculos para reconocer oficialmente la amenaza era, curiosamente, la dificultad para diferenciar entre una colonia salvaje auténtica y una que simplemente se ha escapado de una colmena gestionada. Genéticamente, ambas son prácticamente idénticas, ya que los apicultores nunca han podido controlar completamente la reproducción entre colonias.

Para superar este escollo, los investigadores cambiaron de estrategia: en lugar de basarse en análisis genéticos, comenzaron a observar comportamientos ecológicos. Definieron como "salvaje" a cualquier colonia que viva libre de gestión humana y que sea capaz de mantenerse y reproducirse por sí sola, sin necesidad de recibir enjambres de refuerzo desde colmenas artificiales.

Gracias a esta nueva perspectiva, se pudo establecer que existen verdaderas poblaciones silvestres… y que están disminuyendo a un ritmo preocupante.

Por qué deberíamos preocuparnos

La desaparición de estas abejas no es solo una tragedia ecológica. Podría convertirse también en una amenaza directa para nuestra seguridad alimentaria y la estabilidad de los ecosistemas. A diferencia de las abejas criadas por apicultores, las silvestres han desarrollado durante generaciones una resistencia natural a enfermedades, parásitos como el temido Varroa destructor y las duras condiciones ambientales.

Perderlas sería como borrar un valioso archivo genético que podría contener la clave para mejorar la resiliencia de las propias abejas domesticadas. Su diversidad genética representa un escudo biológico frente a futuras pandemias de insectos o desequilibrios ecológicos.

Además, muchas especies de plantas silvestres dependen de estas abejas libres para su polinización. Sin ellas, podríamos perder también parte de nuestra flora autóctona, incluidas especies que forman parte esencial de los bosques europeos.

Pero, ¿qué está acabando con ellas? La respuesta, como suele ocurrir en estos casos, es multifactorial. La pérdida de hábitats naturales, la expansión urbana, los pesticidas, las enfermedades transmitidas por abejas domésticas y, sobre todo, la hibridación descontrolada con colonias gestionadas por humanos, han contribuido a que las auténticas abejas salvajes sean cada vez más raras.

La situación se agrava porque, en muchas regiones del este de Europa y los países bálticos, ni siquiera se cuenta con datos suficientes para evaluar la magnitud del problema. En esos lugares, la especie sigue considerada como “dato insuficiente” en la Lista Roja, lo cual impide tomar decisiones de conservación efectivas.

Su desaparición podría tener efectos en cadena sobre la biodiversidad europea
Su desaparición podría tener efectos en cadena sobre la biodiversidad europea. Foto: Istock

Un cambio de paradigma

La buena noticia es que este reconocimiento oficial podría cambiar el rumbo. Por primera vez, se empieza a considerar a las abejas melíferas no solo como animales de producción, sino como fauna silvestre protegida, al igual que los osos, los linces o las aves migratorias. Esto abre la puerta a nuevas políticas de conservación específicas, fondos europeos destinados a la recuperación de poblaciones y, sobre todo, a un mayor esfuerzo científico por comprender cómo viven y sobreviven estas colonias sin nuestra ayuda.

Iniciativas como Honey Bee Watch, una red internacional de científicos y ciudadanos que monitorean colonias silvestres, están demostrando que aún hay esperanza. Desde bosques franceses hasta parques nacionales en Irlanda, pasando por los Alpes suizos o las ciudades balcánicas, pequeños refugios para estas abejas están siendo documentados y estudiados. Pero queda mucho por hacer.

Es importante comprender que la apicultura no es suficiente para salvar a las abejas. Las colmenas gestionadas pueden ser útiles para la producción de miel y la polinización agrícola, pero no sustituyen a los complejos ecosistemas que las abejas silvestres han ayudado a mantener durante milenios. Más aún, la sobrepoblación de colmenas en algunas zonas puede incluso perjudicar a las abejas salvajes, al competir por los mismos recursos florales y transmitirles enfermedades.

¿El comienzo de una nueva conciencia ambiental?

Quizás esta noticia —la inclusión de las abejas melíferas salvajes en la categoría de especies en peligro— marque el inicio de un cambio cultural más profundo. Un recordatorio de que no todo lo que vuela y poliniza depende de nosotros, y de que algunas formas de vida necesitan precisamente lo contrario: que las dejemos en paz.

Si conseguimos protegerlas, no solo salvaremos a una especie fascinante y resiliente. Estaremos, de algún modo, reparando un lazo roto con la naturaleza que apenas estamos empezando a redescubrir.

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