Si alguna vez te topaste con una ilustración antigua de un unicornio marino, probablemente estabas viendo la interpretación fantástica de un narval. Este cetáceo ártico, con su largo colmillo en espiral, ha alimentado leyendas durante siglos. Pero hasta hace poco, lo que sabíamos sobre su función real se basaba en conjeturas. ¿Era un arma? ¿Un sensor? ¿Un adorno para el cortejo? Pese a su fama, observar a un narval (Monodon monoceros) en acción, usando su colmillo, ha sido una rareza científica.
Ahora, gracias a drones y a un equipo internacional de investigadores liderado por Greg O’Corry-Crowe y Cortney Watt, tenemos por primera vez imágenes detalladas del uso real del colmillo en plena naturaleza. El estudio, publicado en Frontiers in Marine Science, no solo documenta comportamientos de caza con el colmillo, sino que revela algo aún más inesperado: los narvales también lo utilizan para jugar, explorar y, posiblemente, enseñar a otros miembros de su grupo.
El colmillo: algo más que una herramienta de cortejo
Desde hace bastante tiempo se pensaba que el colmillo del narval era sobre todo un instrumento de selección sexual. Su longitud y espiral distintiva, más común en los machos, se atribuía a luchas por el acceso a las hembras o a señales visuales en rituales de cortejo. También se había sugerido una posible función sensorial, ya que este diente modificado es altamente inervado y poroso, lo que podría permitir detectar cambios en la salinidad o temperatura del agua.
Pero el nuevo estudio va más allá. Gracias al uso de drones que sobrevolaron la bahía de Creswell, en el Ártico canadiense, los investigadores registraron conductas nunca antes observadas de interacción activa entre narvales y peces, especialmente el Ártic char, una especie poco documentada en su dieta. En algunas ocasiones, los narvales golpeaban con fuerza a los peces utilizando sus colmillos, en otros casos simplemente los empujaban o los tocaban levemente. Esta variabilidad sugiere diferentes intenciones detrás del uso del colmillo, desde la caza hasta la exploración.

Drones que abren ventanas al mundo secreto del hielo
Observar animales marinos desde la superficie es complicado, y más aún si viven en aguas tan remotas y heladas como las del Ártico. Aquí es donde los drones marcaron una diferencia decisiva. Volando a más de 20 metros de altura, estos dispositivos grabaron durante horas el comportamiento natural de grupos de narvales sin molestarlos. Se identificaron 17 tipos de conducta diferentes, algunas de ellas asociadas claramente a la caza, y otras que no podían explicarse como meras acciones de supervivencia.
En una de las observaciones más detalladas, tres narvales persiguieron a un pez durante varios minutos, ajustando sus movimientos para mantenerlo a la vista del colmillo. Uno de ellos lo golpeó varias veces con la punta y el lateral del colmillo. A pesar de la intensidad de la persecución, no hubo intento claro de consumir al pez, lo que sugiere una posible función lúdica o de entrenamiento.

Juego, curiosidad y aprendizaje
Una de las contribuciones más fascinantes del estudio es la sugerencia de que los narvales no solo juegan, sino que lo hacen de forma compleja. En el primer grupo observado, los investigadores describen cómo uno de los individuos más jóvenes, identificado como W2, seguía de cerca a un adulto más experimentado sin interactuar directamente con el pez, como si estuviera aprendiendo. Este tipo de observación sugiere comportamientos sociales avanzados y potencial para el aprendizaje por imitación o instrucción.
El estudio señala que en este contexto, los narvales no estaban estresados ni hambrientos. De hecho, las interacciones ocurrieron en un momento de aparente calma y sin amenazas externas. Esto cumple con los criterios de lo que los etólogos llaman “juego exploratorio con objetos”, definido por la repetición de acciones sin un objetivo funcional inmediato, y realizado en ausencia de estrés. Tal como recoge el artículo: “El comportamiento de los narvales con el pez en la observación #1 parece cumplir con todos los criterios del juego exploratorio”.
Narvales, gaviotas y competencia por el alimento
Otro hallazgo relevante del estudio es la interacción entre narvales y aves marinas. Durante las observaciones, gaviotas hiperbóreas merodeaban constantemente, aprovechando cualquier descuido de los cetáceos para lanzarse sobre los peces. Esta estrategia se conoce como kleptoparasitismo, es decir, robar el alimento que otro ha capturado o casi capturado.
En varias ocasiones, las gaviotas lograron frustrar los intentos de los narvales por capturar su presa, interrumpiendo la persecución con un vuelo rasante. Este tipo de interacción no solo complica la vida del narval, sino que también demuestra la complejidad de su entorno ecológico, donde múltiples especies interactúan de forma dinámica y a menudo competitiva.
¿Estamos ante un cambio adaptativo?
El Ártico es una de las regiones del planeta que más rápido se está transformando por efecto del cambio climático. La fusión del hielo, los cambios en la distribución del alimento y la aparición de especies nuevas en la zona están obligando a muchos animales a modificar sus patrones de conducta. Este estudio plantea que las conductas observadas podrían ser respuestas exploratorias ante un nuevo entorno o nuevas presas, como el Arctic char.
En este sentido, los autores destacan que algunas conductas podrían estar ligadas al reconocimiento de presas no habituales, a la evaluación de su viabilidad como alimento, o incluso al aprendizaje social de nuevas estrategias de caza. Estas adaptaciones serían esenciales para asegurar la supervivencia de especies como el narval en un entorno en transformación continua.
Referencias
- O’Corry-Crowe G, Ghazal M, Gillespie M, Galvin P, Harasimo J, Storrie L y Watt CA (2025). Use of tusks by narwhals, Monodon monoceros, in foraging, exploratory, and play behavior. Frontiers in Marine Science. doi: 10.3389/fmars.2025.1518605.